Luxe, calma et volupté*
El hombro desnudo de una mujer es lo único impúdico
en el restaurante, pero
nadie lo ve, excepto un hombre que
tiene el pelo nevado
y un corazón que se aleja cada vez más de la
simple
simulación de la vida.
El resto son conversaciones que
no tendrán memoria.
Ni siquiera los hombres en esa
mesa, alrededor de la mujer,
recordarán las palabras, pero
tampoco ven
la lúbrica atracción del hombro
desnudo. Para el hombre
cano es la única galaxia en el
local, como aquellas
hacia las que vuela su corazón.
La mujer no está probablemente
más que a la altura de sus
acompañantes, que visten camisas
claras y se ven desenvueltos y
tostados. Es verano
y el hombro de la mujer es lo
único blanco, puro, aunque
sean claras las camisas.
Esos hombres distendidos hablan
de negocios
o de fútbol, con la tranquilidad
de quien está de vacaciones.
Ella no es más que portadora. Su
cabeza limitada a la de esos
hombres
nada importa. El romanticismo ha
invadido las venas
del hombre cano. Sabe que eso es
perdición.
Que yacer junto a una galaxia casi
sin pensamiento
es la perdición de cualquier
hombre. Salvo los que no ven
la galaxia,
sino el sexo húmedo y fresco.
Esos hombres no tienen ya idea
de la demoledora belleza
y su vacío ensordecedor.
Pero el hombre cano se ha ido
hace tiempo.
Ya nada perdería con dormir
junto a la galaxia y su sexo,
una noche y otra, y desayunar
sin hablar,
y cenar solo, como ahora, en el
restaurante.
* Henri Matisse, 1904.
(Del libro: Poesía reunida, Ediciones en danza, 2020)
Jorge Aulicino (Buenos Aires, Argentina, 1949)
Pueden LEER la biografía en entrada anterior del autor (Nota del administrador).
(Del libro: Poesía reunida,
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