III
Nosotros no podemos luchar contra tantas cosas:
espacio, tiempo,
este río donde esperarnos una sombra,
la ventura que nos perteneciera alguna vez.
Fluyen las formas hacia todos los golfos,
las torres levantan banderas de perdición
y desde las cabalgaduras detenidas junto a los cauces incendiados invocan nuestro fervor:
inmortalidad del alma, perduración de la carne,
resurrección de los vínculos.
Vendrán un día a honrar nuestras piedras,
el aire, la ceniza,
la hierba hermana de la humedad,
y brillarán todavía nuestras inscripciones:
Todo fue desdicha,
los árboles nos dieron su sombra
pero estábamos solos en el espacio,
los dioses oyeron nuestra voz
mas no hubo revelación
y el amor fue una llama momentánea
que también tenía término,
donde el alma esperó vanamente su libertad.
(Del libro:Obra reunida,
La Comuna Ediciones,La Plata,
2020)
Horacio Castillo (Ensenada, Buenos Aires, 1934- La Plata, 2010)
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