Una cosa de la que me enorgullezco es que siempre presiento los cambios de estación: algo en el aire me avisa que viene algo nuevo, y yo me regocijo toda, no sé por qué.
En la primavera del año pasado una gran amiga me regaló una planta, una prímula, tan misteriosa que en su misterio estaba contenida la explicación inexplicable de una presencia divina: el secreto del cosmos.
Esta planta, que aparentemente nada tiene de singular, es dueña del secreto de la naturaleza.
Cuando se aproxima la primavera, sus hojas mueren y en lugar de ellas nacen varias flores cerradas. El color es granate-violeta y blanco, e incluso cerradas tienen un perfume femenino y masculino que atonta extremadamente.
El secreto de estas flores cerradas es que exactamente el primer día de la primavera se abren y se dan al mundo. ¿Cómo? Pero ¿cómo sabe esta modesta planta que la primavera acaba de empezar? Y las flores se abren de repente. Una está sentada cerca, mirándola distraída, y he aquí que ellas lentamente se van abriendo y se van entregando a la nueva estación, bajo nuestros ojos espantados. Y la primavera se instala entonces. "Crecí como la viña de frutas de agradable perfume y mis flores son frutos de gloria y abundancia." (Eclesiastés 24:33)
En la primavera del año pasado una gran amiga me regaló una planta, una prímula, tan misteriosa que en su misterio estaba contenida la explicación inexplicable de una presencia divina: el secreto del cosmos.
Esta planta, que aparentemente nada tiene de singular, es dueña del secreto de la naturaleza.
Cuando se aproxima la primavera, sus hojas mueren y en lugar de ellas nacen varias flores cerradas. El color es granate-violeta y blanco, e incluso cerradas tienen un perfume femenino y masculino que atonta extremadamente.
El secreto de estas flores cerradas es que exactamente el primer día de la primavera se abren y se dan al mundo. ¿Cómo? Pero ¿cómo sabe esta modesta planta que la primavera acaba de empezar? Y las flores se abren de repente. Una está sentada cerca, mirándola distraída, y he aquí que ellas lentamente se van abriendo y se van entregando a la nueva estación, bajo nuestros ojos espantados. Y la primavera se instala entonces. "Crecí como la viña de frutas de agradable perfume y mis flores son frutos de gloria y abundancia." (Eclesiastés 24:33)
Clarice Lispector
Clarice Lispector. Narradora brasileña. Nació en Ucrania, en 1920, pero siendo una niña, se trasladó con su familia a Recife. A los 12 años se instaló en Río de Janeiro, donde estudió derecho. Estuvo en Nápoles, trabajando en el hospital de la Fuerza Expedicionaria Brasileña, y después en Suiza y Estados Unidos. Su primera novela, escrita a los 24 años, Cerca del corazón salvaje (1944) la hizo merecedora del premio Graça Aranha. Después de publicar La manzana en la oscuridad (1961), despertó el interés de la crítica literaria, que la situó, junto con João Guimarães Rosa, en el centro de la ficción de vanguardia. En su obra se descubre un uso intenso de la metáfora, atmósfera íntima y ruptura con la peripecia basada en hechos, principalmente en La pasión según G. H. (1964) y Aprendizaje o el libro de los placeres (1969). En el contexto de la nueva literatura brasileña, su obra se destaca por la exaltación de la vivencia interior y por el salto de lo psicológico a lo metafísico. En el plano ontológico, se produce el encuentro entre una conciencia y un cuerpo, en estado de materialidad neutra. En su narración pueden identificarse varias crisis: crisis del personaje-ego, resuelta no a través del intimismo, sino en la búsqueda consciente de lo supraindividual; crisis de la narración, a través de un estilo inquisitivo; crisis de la función documental de la prosa novelesca. Parte del presupuesto de que toda obra es novela de educación existencial. De su vasta producción literaria, desde La ciudad sitiada (1949) hasta La bella y la bestia (1979), merecen recordarse los cuentos Lazos de familia (1960, traducidos al español por Cristina Peri Rossi en 1988), La legión extranjera (1964), y las novelas La imitación de la rosa (1973), Agua viva (1977), La hora de la estrella (1977) y Un soplo de vida (póstuma, 1978). En una semblanza autobiográfica, Lispector afirma: "Nací para amar a los demás, nací para escribir y para criar a mis hijos. Amar a los demás es tan vasto que incluye incluso perdón para mí misma, con lo que sobra. Amar a los demás es la única salvación individual que conozco: nadie estará perdido si da amor y a veces recibe amor a cambio." Tuvo dos hijos y murió de cáncer, en Río de Janeiro, en 1977.
Biografía parcialmente tomada de el poder de la palabra
RECOMIENDO LEER Un soplo de vida, aquí.
1 comentario:
un alma.
gracias.
bea
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