Pasamos noche buena en tu casa
esa que hace tanto no veías.
Lavamos las copas con polvo
antes de las doce
Ahí estaba el pesebre en una caja
rotulada con tu letra
de caligrafía militar.
Tu auto, impecable
como lo dejaste
enpotrado en el garaje
con el motor fundido,
mis dibujos infantiles con tiza
en las paredes
todavía resistían a la humedad
y las jaulas de pajaritos, vacías
¿Te acordás cuando los liberábamos en la terraza?
Salimos a caminar
por el jardín
para que muevas las piernas
después de la comida
¿Te acordás del girasol
que te pedí que plantaras?
¿y de tus jazmines?
Mirá, ahí están, en marzo seguro florecen
y de esa planta que se abría
una vez cada tres años
¿Te acordás de esa noche
que nos quedamos despiertos
jugando a las cartas
para esperarla?
Y así íbamos nombrando
la ausencia de cada cosa:
Yo lo hacía con palabras,
vos, con la mirada.
¿Por qué no hablarás más, abuelo?
¿será por el dolor?
¿o por sabiduría?
Ya se escuchaban los primeros
tiros en la calle
así que salimos,
bajo los fuegos artificiales
caminábamos.
Enseguida aprendimos
a acompasar la marcha:
cinco pasos pequeños tuyos
equivalían a dos míos.
Pasabas el dedo por las rejas
como un chico
hasta que no te pude detener.
Con dulzura te separaste de mi brazo
y fuiste decidido hasta el árbol,
Con furia arrancabas las hojas
y las dejabas caer
¿querías destruirlo, abuelo
para olvidarlo?
¿querías que no fuera
el tiempo, ni tus hijos, ni Dios
sino la fuerza de tus propias manos
quienes lo mataran?
Así debería ser, abuelo.
Así de violentos deberíamos ser con el pasado.
TANGO
No lo supe nunca
pero el tango
fue mi primera experiencia sexual.
9 años apenas,
falda negra de gamuza
a kilómetros de la rodilla
-un ataque genial al código de convivencia
que decretaba los 3 centímetros por encima-
los zapatos de flamenco de mi mamá
-ella le pintó una flor roja en el taco,
para poder reconocerme ese día-
y él, el chico que me gustaba,
me lo disputaba con una rubia
que el día de elegir las parejas
se enfermó
y le encajaron al gordito.
Yo, 9 años apenas o 10
en el patio del colegio
haciendo el 8
como si en eso me fuera la vida,
la firma con sangre de mi belleza.
Su mano arrimándose
hasta esa zona
que más tarde los adultos
considerarían prohibida.
Casi agarrándome de la axila
en el final.
"Mi Buenos Aires querido"
¿qué sabia yo de Buenos aires,
de hombres, entonces?
¿del querer?
¿qué sabia yo de mí misma?
Sonó el "chan chan".
Llegamos perfecto.
Sonreímos.
No nos saludamos después
Él se fue con sus amigos
Yo miré victoriosa a la rubiecita.
AUTOS
“Si a mi me gusta que suenen, ¿pa´que las voy a engrasar?”
(Los ejes de mi carreta, Atahualpa Yupanqui)
La primera noche
en la que no pude dormir con un hombre
escuché a los autos.
Recostando mi cabeza
en una almohada compartida
me entregué
a esa corriente silenciosa
que empezaba a formarse
cuatro pisos más abajo.
-los escuchás?-
-Eh?-
-Si los escuchás-
-¿…Qué cosa?-
Hay algo imposible en ese sonido
algo más que la inercia sobre un plano.
No puedo decir que se muevan, yo no los estoy viendo.
Pero rugen y rasgan
cada punto por el que pasan.
Si hasta los siento deslizarse por mi piel
como una lengua áspera.
Y entonces olvido que son autos
Chapa sobre ruedas
Animales electrónicos
que alimentamos con hidrocarburo
y los escucho:
Es como la hierba
que se expande hasta volverse finita
y desaparecer.
Ese ruido hacen
cuando se alejan.
Es una especie de dolor,
algo así como una mirada
retirándose no tan definitivamente.
Yo no quiero que los vuelvan supersónicos
¿Como soportaría, por ejemplo, esta noche
junto a un cuerpo que no puedo amar
si no fuera por su rugir?
Esa turba diminuta al filo del asfalto
como la brasa que queda prendida
y en mitad del silencio
suena…
y suena…
a veces
es lo único que puede salvarme.
Melina Alexia Varnavoglou
Melina Alexia Varnavoglou nació en Buenos Aires en 1992. Estudia Filosofía en la Universidad de General San Martín. Participa de varios ciclos literarios y colabora en la organización del Festival de Literatura de Azul junto al poeta Jotaele Andrade. Su obra es aún inédita.
1 comentario:
Muy interesantes, hay tensión emocional.
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