I
Bulgaria es una historia.
Delgada y morena juega con piedras
eleva en oración restos de loza: todo lo que se quiebra
—y es vida— corre a las manos brutales, ásperas, escondidas
en lo profundo
de Bulgaria
se recoge el pelo
deja la nuca al viento en un lugar cualquiera
que nada representa
sino Bulgaria,
eso le viene a la cabeza,
Bulgaria
con piedras en las manos.
VI
Si llueve, y ella dijo que sucede a menudo
en Bulgaria,
llueven flores amarillas,
no mentiría acerca de algo tan importante:
— la espora de mi primordio
fue una flor
que llovió en Bulgaria.
Las otras lluvias
de los otros mundos
parecen envidiar:
recostadas, alcantarillas mediocres y caminos,
suben por los techos para florecer, con su raíz
de piel.
Hay tormenta, el día es casi una tarde, y salgo a la calle:
llueve un mar de flores amarillas.
XIII
No hay paisajes lógicos en Bulgaria,
no hay lógica en ningún lugar
sino un absoluto parecido.
Sentir, aunque crea
pensar:
Nadie conoce a nadie —hasta que amanece
no hay imágenes en la ventana, y Bulgaria
puede ser
un hermoso camastro— y nuestros hijos
hijos de la piedra,
porque no hay
más que piedras
en Bulgaria,
recuerdo de heladas y cardos azules
con flores
que nadie ama.
XV
Lo más extraño, y quizá lo mejor
de Bulgaria
sea la nobleza de su concepción:
un espacio en el cual no se puede permanecer
XVII
Abrígate, que hoy te visitará —dijo.
¿A saludar viene? La oscuridad blanca, la voz muda,
el pensamiento. ¿A mi lado
pasará por el abrigo, el frío, pasará por mí?
—No vengas por ella
ni por mí, pero si hay que elegir,
no vengas por ella—.
Sube por la cava, el esófago, sube por el ramo
de los nervios, el fuego y el frío,
pero más el frío: no debí dejarla.
¿Cómo continuar así?
Abrígate, que hoy te visitará la muerte, abrígate —dijo.
XXXI
Lujan, María, de los nísperos,
Lujan donde los vecinos descargan
el caño maestro de su cloaca, y es el amor.
Lujan, siempreverde celeste
sal que membrilla el ojo, y endurece el pelo
y modifica la piel de los barcos.
Santa María, Lujan, siempre virgen
en tu casita de puerto, junto a la calle
con alguna vela y la ventana suelta,
ruega por nosotros.
Lujan, Madre Santísima, siempre virgen
separa a la familia, eso dicen.
VI
Volvió a caer
manto de migas y café con leche
aureola en la coronilla y pelos calientes de perro
en la almohada.
—Ni aún aquella
tremenda calle de Bulgaria
sus pompones de lana rojos y blancos
encerraban menos hospitalidad—.
El proyecto inacabado de una vida:
—de mi vida— aclaró,
sin hijos calentando la casa
ni la cama, ni el perro viviría mucho.
—Y los hijos, roerán las entrañas de la tierra
madre, ajena, puta y atemporal.
Marina Serrano
Marina Serrano nació en 1973, en la ciudad de Quequén, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Es Licenciada Kinesióloga Fisiatra, por la Universidad de Buenos Aires y Licenciada en Psicología, por la Universidad de Palermo. Participó en la antología de poesía argentina: Hotel Quequén (Sigamos enamoradas, 2006). En noviembre de 2006, publicó su primer libro de poesía Formación Hospitalaria (Sigamos enamoradas 2006). Desde diciembre de 2005, lleva adelante junto a la escritora Cecilia Romana, el proyecto editorial “Sigamos Enamoradas” . Organizaron también los encuentros: “Poetas en la arena” Quequén 2006, el ciclo de lecturas “Fabulosa Lampalagua”, “Poetas en la arena – Quequén 2008”. Participó en la antología de cuentos: “Hotel Quequén II” (sigamos enamoradas, 2008). Fue incluida en la antología Poetas Argentinas (1961-1980), compilada por Andi Nachon (Ediciones Del Dock, 2008). El mismo año publicó: La diástasis de las tibias largas (sigamos enamoradas, 2008). También escribió por el libro de cuentos: “Divulgación científica. Una breve selección de cuentos positivistas” (2010). Participó en la antología: “Hotel Quequén IV. Submarino” (sigamos enamoradas, 2011), y fue incluida en “Cuestión de Luz. Diecisiete poetas argentinos” (Huesos de Jibia, 2014), compilada por Ricardo Herrera. En 2012, se publicó “La única cosa necesaria” (Editorial del Copista, 2012) y “Segunda Fundación” (en Cabiria, 2015).
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