miércoles, 9 de diciembre de 2015

EL MUNDO NO SE ACABA (Parte III)



MI IDENTIDAD SECRETA ES

El cuarto está vacío,
y la ventana abierta


OH EL GRAN DIOS de la Teoría, no es más que la punta de un lápiz, una punta mordida con una goma de borrar gastada al final de un enorme garabato.


DONDE LA IGNORANCIA es una bendición, donde uno yace de noche en la cama de la estupidez, donde uno reza de rodillas a un ángel insensato...Donde uno sigue a un zopenco a la guerra con un ejército de necios beatíficos...Donde los gallos cacarean todo el día...
     El precioso cabeza hueca está cantando una y otra vez el mismo fragmento de una canción de amor. Para desayunar en la terraza tenemos uvas pintadas con tanto realismo que hasta los pájaros las picotean. Y ahora los besos...para los que hemos olvidadom quitarnos nuestras caretas de Halloween.


     LA ERA DE LOS POETAS MENORES se acerca. Adiós Whitman, Dickinson, Frost. Bienvenidos aquellos cuya fama jamás traspasará la frontera de vuestros familiares cercanos, y tal vez un par de buenos amigos congregados después de la cena ante una jarra de áspero vino tinto...mientras los niños se caen de sueño y se quejan del ruido que haces al revolver los cajones buscando tus viejos poemas, temeroso de que tu mujer los haya tirado a la basura después de la última limpieza general. 
     Está nevando, dice alguien que se ha asomado a la oscuridad de la noche, pero también él se vuelve hacia ti mientras te preparas para leer, con gesto algo teatral y las mejillas enrojecidas, ese largo y divagante poema de amor cuya estrofa final (que desconoces) se ha perdido sin remedio.
                             -sobre un poema de Aleksandar Ristovic-
                   



Charles Simic (Belgrado, Yugoslavia, 1938-En 1953 emigra a E.E.U.U.)
(Traducción: Jordi Doce)







2 comentarios:

Anónimo dijo...



La era de los poetas menores me parece sublime. ¡y él ubicado por él mismo allí? Mi dios, qué poeta.

Susana Tosso.

Marcelo dijo...

Es una astucia de Simic, que es un gran poeta, sin duda, pero sabe que no puede colocarse él mismo en ese lugar. Nadie puede hacerlo por sí mismop, sin riesgo de caer en lo patético o en la soberbia.