William Carlos Williams es, desde hace mucho tiempo, un defensor del idioma estadounidense como fuente última del lenguaje y del ritmo del verso moderno. Williams habla por su propia voz en esta selección de distintas conversaciones que tuvieron lugar en su casa de Rutherford, Nueva Jersey. Aunque está retirado como médico, el doctor Williams sigue practicando la poesía. Sus más recientes poemas han aparecido en The Hudson Review, Poetry y otras revistas, y la editorial New Directions reunió recientemente sus obras de teatro. El 7 de noviembre de i960, el Poetry Center de Nueva York le rindió un homenaje con un programa especial dedicado a la lectura de su gran poema Paterson.
W.S.
WALTER SUTTON. Una de las cosas
que usted menciona con más frecuencia, cuando escribe sobre poesía, es el “pie
variable”.
WILLIAM
CARLOS WILLIAMS.
Si quiere conversar acerca del pie variable, un asunto muy cercano a mi corazón,
me gustaría que primero habláramos un poco sobre el verso libre. Para mí, no
existe nada parecido al verso libre. Se trata de una contradicción en los
términos. Verso es medida, y ninguna medida puede ser libre. Podríamos decir
que la poesía de Whitman es un ejemplo típico de lo que suele llamarse verso
libre -un término que, según creo, acuñó en Francia Paul Fort, que fue un
innovador, un poeta que escribía a la manera de Whitman. El pie variable es una medida
cuyos intervalos entre acentos y unidades rítmicas son, sin embargo, variables.
Los versos de Whitman, así, pueden
medirse a partir de sus intervalos: intervalos más o menos largos, pero
variables.
Sutton. ¿Quiere
decir que, aunque no tenga acentos regulares, existe un pie, como en el caso
de los versos convencionales?
williams. Exactamente.
Sutton. ¿Y aun así
lo plantea usted en términos de acentos?
williams. No, yo no hablaría de acentos, sino de intervalos
entre los distintos espacios del verso. Quizá la confusión nazca de mi
insistencia en hablar de “pies”.
Sutton. Su alusión
al espaciamiento de los versos me remite a Charles Olson y su discusión sobre el
verso proyectivo o abierto. ¿Cree usted que Olson avanza por
el mismo camino?
williams. Definitivamente. Y todo comenzó con Whitman, desde
luego. Sólo que el verso de Whitman es demasiado largo para
los poetas modernos. Recientemente, he tratado de concentrarme en un verso más
corto, que aún no he conseguido fijar. Un verso más corto, más flexible sin que
deje de estar medido. Las particiones de los versos, sin embargo, han de ser
más frecuentes.
Sutton. Parece
estar dándose en su obra un acusado movimiento en esta dirección, que parte de
los versos escalonados y agrupados de tres en tres de Paterson, pasando por
los poemas de La música del desierto y los que recientemente han
aparecido en distintas revistas.
williams. Sí, y podríamos decir que continúa en mi próximo
libro. Un verso más conciso, no el verso largo que caracteriza a
Whitman.
Sutton. Y siente
que este cambio supone un avance para usted.
williams. Definitivamente.
Sutton. Que sus últimas
obras son mejores que las anteriores.
Williams. Sí, con
unidades más cortas.
Sutton. Por otro
lado, si observamos un libro como la antología The New American Poetry, de Donald
Allen, da la
impresión de que hay
toda una generación de escritores jóvenes que avanza siguiendo esa misma senda.
williams. Sí, aunque por mi parte sostengo que la mayoría
de ellos no sabe exactamente lo que está haciendo, desde el punto de vista
métrico. Tienden a llamarlo verso libre, cosa que yo objeto.
Sutton. Pese a que
usted considera que no corresponden a nuestra época, tanto en Ginsberg como en
otros poetas beat se
encuentran versos largos. ¿Se siente mejor comprendido por algunos otros
poetas jóvenes?
williams. Sí, aunque no he conseguido que ninguno de ellos
adopte el término “pie variable”. Todos dicen: “¿Qué diablos es eso del pie
variable?”.
Sutton. Sin
importar si lo llaman o no pie variable, muchos han intentado trabajar el verso
de esa manera. Denise Levertov, por ejemplo, se aproxima mucho a usted
en su forma de escribir.
williams. Exacto, se aproxima mucho... Ella nació en Inglaterra,
pero vino a Estados Unidos en busca de un uso más libre de los versos, y al
cabo se ha adaptado completamente a nuestra manera de escuchar. Me resulta muy
interesante como persona, y es una poeta de gran talento. Es mitad galesa,
mitad judía. Eso es curioso, y debe influir de algún modo en su forma de
escribir poesía. Sea como fuere, se ha rebelado contra Inglaterra y ha querido
venir a un lugar con más libertad. Buscaba una construcción más libre de los
versos, y ha avanzado mucho en ese sentido.
Sutton. Se la
menciona con frecuencia entre los beats, ¿no es
cierto?
williams. Sí, vivió en San Francisco, aunque ahora vive en
Nueva York. Y sin duda se la incluye entre los poetas norteamericanos
modernos. Entre los llamados beats, digamos. Es
una lástima, por cierto, que a todos en general se los identifique como beats. Los beats no han
hecho ninguna contribución importante. Me topé con la poesía de Kerouac y me
decepcionó profundamente. Se trata de poemas en prosa, pero en realidad no
tengo la menor idea de qué es lo que pretende hacer. En cuanto a Denise, ella posee
un sentido de la disposición métrica que se aleja de lo convencional, y sin
embargo sus poemas tienen unidad... Me siento más cerca de ella que de
cualquiera de los otros poetas modernos. Ella está más alerta, mucho más, a mi
modo de sentir las palabras. Como dice Flossie: es la poeta
estadounidense del futuro.
Sutton. La mayoría
de los poetas jóvenes de la antología de Allen reconoce la influencia de usted
y de Pound.
williams. Caramba. Pound es... Le he
escrito una carta diciéndole que él fue el primer poeta en utilizar el idioma
estadounidense en su obra, pero no me ha respondido. Me parece que no se
atreve.
Sutton. Probablemente
se haya sentido insultado.
williams. Puede ser. De hecho, espero que así sea. Sin embargo,
esa afirmación mía arroja luz sobre su obra poética, sobre los poemas que ha
escrito, que no son jamás regulares, que nunca están estrictamente medidos...
Sutton. Los poetas
más jóvenes, como Olson, parecen ser más conscientes de lo que usted y Pound han hecho.
¿No le parece que el poema de Olson sobre Gloucester
está
bastante cerca de su obra, así como de la de Pound?
williams. Claro. Flossie me ha leído
entero Los poemas de Maximus. Olson ha
modificado mucho el poema para su publicación definitiva: no se trata ya del
mismo texto. No sé si me gustará tanto como la primera vez, pero sé que se
identifica mucho más con Gloucester, con la gente de mar, con los marineros... Olson debe haber
pensado de otro modo lo que tenía que decir. Debe haber entendido que se
trataba de un poema marino, mucho más de lo que pretendía inicialmente... Y el modo como dispuso
el poema en la página me resultó muy interesante. Y los versos cortos: anti
Whitman. Se trata de
un muy buen ejemplo de lo que ha pasado con Whitman. El verso de
Olson, más que el de Whitman, está
escrito en idioma estadounidense. Una división mucho más corta de los versos,
contra la tendencia de Ginsberg. Ginsberg retrocedió. Sus versos largos no se ajustan en
absoluto a la tendencia actual. Son retrógrados. Aullido no me gustó en
absoluto. Si Ginsberg hubiese puesto atención a lo que Olson estaba
haciendo, habría tenido más posibilidades de éxito... Olson se
identifica con Gloucester, Massachusetts, y con los marineros, y su poema
habría sido aun mejor si se hubiera identificado incluso más profundamente.
Quizá utilizando Gloucester como título, y no Maximus. Sin
embargo, escogió llamarlo Maximus. ¿Y cuál es la
definición de Maximus? Me gustaría escucharlo responder a esa
pregunta. ¿Qué quiere él dar a entender con Maximus? Maximus significa
el mayor desarrollo posible de algo.
Sutton. Quizá se refiera a la
extensión de la personalidad. Para abarcar el mundo. Como en la idea
whitmaniana de abrazar, de hablar no sólo por uno mismo...
williams. Me gustaría escuchar a Olson hablar de eso. ¿Qué
tiene que ver Maximus con Gloucester? Gloucester es una imagen muy acotada, y sin embargo me
resulta muy, muy atractiva. Es una imagen eminentemente estadounidense, que
tiene su sitio aquí, en un entorno familiar para Olson, que pasó su
niñez en ese lugar. Y ese sitio permitió a Olson desarrollar
su concepto de la niñez. Quizás al máximo. Una cosa así haría que el poema resultara
mucho más importante para mí. Por otra parte, Olson no es
inglés en ningún sentido, sino que escribe en el idioma estadounidense
desplegado en sus máximas proporciones...
Sutton. Ha aludido
varias veces a Whitman. Cuando usted comenzó a escribir, ¿Whitman era uno de
sus favoritos?
williams. Whitman fue el primer poeta norteamericano que me interesó. Lo leía ya en 1903, cuando ingresé en la Universidad de
Pensilvania. Mi esposa me regaló, antes de casarnos, un ejemplar de Hojas de
hierba, y yo lo llevaba conmigo a todas partes: lo absorbí con enorme
entusiasmo. Me gustaba leer los poemas en voz baja, para mí mismo. No sé de
dónde me vino ese impulso instintivo de acercarme a Whitman, pero Whitman era un
hombre apasionado, y su primer gran poema, el “Canto a mí mismo”, algo así como
un poema adolescente en el que daba al traste con cualquier cosa que lo
vinculara con los clásicos. Quizá no supiera adonde ir, pero no tenía nada que
ver con el inglés que se enseñaba en Inglaterra, y buscaba ser él mismo, y no
pudo contenerse más. De modo que simplemente dio el salto y se vio obligado a
encontrar su propio camino, como los pioneros norteamericanos, podríamos
decir. Tenía que avanzar, aunque no supiera hacia dónde, y escribió lo que
sentía. Si no estudió cómo hacerlo es porque no sabía cómo estudiarlo.
Sutton. ¿Usted cree
que su deseo de proveernos de una especie de evangelio pudo haber sido la
razón de que optara por una forma más cercana a la forma bíblica que a la forma
convencional de la poesía inglesa?
williams. No percibo
nada bíblico en esos poemas.
Sutton. Me refería
a su uso del paralelismo con la Biblia como punto de partida formal de los
versos, en vez de seguir las formas convencionales de su tiempo.
williams. Puede que
su punto de partida haya sido la Biblia, pero él insistió hasta extraviarse:
no tenía la menor disciplina, excepto la de su propia voz. Debió haber
intentado leer sus poemas en voz alta. Nunca antes lo había pensado, pero creo
que Whitman debió haber dicho lo que tenía que decir en voz alta. Ante vecinos o
amigos. No tengo idea de si existen evidencias de que Whitman acostumbrara
a recitar, o no...
Sutton. Usted
también ha dicho que considera a Pound el iniciador de la poesía estadounidense moderna. ¿Cuál considera que
sería la contribución de Pound, en contraste con de la de Whitman?
williams. Pound era disciplinado. Fue un investigador, no importa cuán fallido; un estudioso de la
tradición europea. De la canción europea. Del provenzal. Pound ha estudiado inglés y provenzal y francés
y, hasta cierto punto, español. Pero nunca ha reconocido a Whitman como
maestro.
sutton. Tiene un
poema en el que dice que ha tenido una disputa con Whitman, pero que ha
llegado el momento de reconciliarse. “Fuiste tú quien rompió la madera”, le dice Pound a Whitman en “Un
pacto”; “ahora
tenemos que tallarla”.
williams. Sin duda es
un poema inspirado en el ejemplo de Whitman. Pero tanto Pound como Eliot rechazaron a Whitman como maestro. No tenía nada que enseñarles. O, más bien, ellos no
sabían qué era lo que Whitman podía enseñarles: el idioma como tal, que no supieron reconocer.
sutton. Sin
embargo, Pound usa muchas veces un exagerado dialecto norteamericano.
williams. Le gusta
hacerse el payaso, igual que a Robert Lowell, fingiendo el acento de un granjero
yanqui, pero no lo hace bien. Payasea de una manera tan obvia que... En fin, se
trata de un acento de palurdo que sólo está en su cabeza: nadie habla de ese
modo.
sutton. ¿Es esa la
voz que usted suele oír en sus cartas?
williams. Sí... Se cree
muy listo, y no lo es tanto. Es impreciso. Trata de burlarse del modo como
hablamos, pero no sabe lo que dice.
sutton. Ese es su
papel cuando firma como El Viejo Ez...
williams. Uf, El
Viejo Ez, un grano en el culo.
sutton. Y además de
escribir, ¿suele hablar así también?
williams. Sí, de vez
en cuando. Me parece que lo hace para burlarse de mí, en tanto estadounidense.
Sutton. Trata de
hablar con usted en su mismo
idioma...
williams. Pues sí, ésa es más o menos su intención, y no lo
encuentro simpático. No tiene idea de cómo hablo, de cómo se habla en Estados
Unidos. El modo de hablar de Estados Unidos no le interesa, así que se cree que
tiene derecho a burlarse. Pero hay algo que no sabe... He insistido mucho en
ello: desde la época de Pound, y aunque él no quiera reconocerlo, ha venido desarrollándose
una lengua estadounidense culta, distinta del inglés. Y esa lengua ha dado pie
a un uso poético propio que se remonta a los primeros años del siglo xx. No se
la ha querido reconocer como una lengua poética, y mi generación entera ha sido
rechazada justamente porque no hablaba inglés, el inglés de las escuelas.
Pero estábamos... Yo buscaba echar mano de un lenguaje que me era familiar, que
tomaba de... los polacos, por ejemplo, de cualquier persona que hablara
conmigo. A Pound le encantaría hablar de eso en Harvard o en otro
sitio parecido.
Sutton. ¿Piensa que
existe una lengua culta nativa que es tan cosmopolita como las lenguas cultas
extranjeras por las que Pound se ha interesado?
williams. Sí, y Pound no ha sido
del todo honesto conmigo. Busca hacerme pasar por alguien más o menos inculto.
Y, hasta donde entiendo, sé mucho más francés que él y, sin ser un experto en
literatura inglesa o norteamericana, me he ido creando un acervo de
conocimientos sobre los poemas...
Sutton. En cuanto a Eliot, me parece
recordar que alguna vez, o más de una, usted se ha referido a La tierra baldía
como una especie de desastre para la poesía moderna.
williams. Sí, leí ese libro con mucho interés. Y Pound lo leyó
antes de que Eliot lo
publicara. El secreto de la admiración de Pound por ese
poema de Eliot, en el que
el propio Pound había trabajado... Lo impresionó. En ese poema, Eliot se muestra
como un hombre culto, tanto como Pound. Y la única
diferencia entre Pound y Eliot era que a Pound no le
impresionaban las mismas cosas. No deseaba ser inglés. Y eso es lo que Eliot deseaba.
Algo le sucedió a su alma, podríamos decir. No me gusta utilizar la palabra alma,
pero algo le sucedió a su alma cristiana que convenció a Eliot de que iba
por mal camino. Y de ahí en adelante buscó enmendarse. En una conocida
intervención en la Universidad de Columbia reconoció todo este
asunto. Se unió a la Iglesia anglicana y aceptó los dogmas de esa iglesia... Y
siguió a Milton. Yo me sentí
particularmente irritado a causa de mi propia lectura de Milton. Descubrí que Eliot usaba
inversiones sintácticas que me resultaban molestas. Porque, al igual que
Shakespeare, yo no podía utilizar mi propia lengua sin echar mano de
inversiones sintácticas, pero no quería usar latinizaciones y cosas por el
estilo. De modo que me vi forzado a variar las frases a la manera de Whitman. Si voy a
usar mi idioma, mi propio idioma, tengo que tener la dignidad, el descaro, de
seguir un modelo nuevo. Eliot, sin embargo, avanzó en sentido contrario.
Renunció a su idioma y acudió a una suerte de experiencia religiosa que le
permitía hablar a la manera británica, incluso reconociendo que esa era la
manera de Shakespeare. Si uno habla en idioma estadounidense, no puede hablar
como Shakespeare, Milton
o Eliot. Tiene que
librarse de esa forma de hablar, e inventar una nueva. Los críticos me han
atacado por traer a colación las matemáticas; a Einstein, o más bien
las ideas de Einstein. La
incertidumbre del espacio.
Sutton. O la del
tiempo, en el sentido de que ya no puede medirse de la misma manera. Usted ha
sugerido que esto afecta a los poetas, sin importar si están familiarizados o
no con la teoría de Einstein desde el punto de vista técnico: que,
simplemente, habitan en un mundo que de algún modo ha cambiado...
williams. Sí, un mundo muy diferente. Y quizás sea imposible
seguir escribiendo poesía a la manera convencional. En mi opinión, es así. Pero
existe otro modo de escribir, y Whitman, sin
saberlo, tropezó con él... Sin embargo, sigue existiendo el problema práctico de la disposición
en la página del poema moderno,
del poema estadounidense,
que cualquiera que haya enfrentado reconoce como un asunto complicado y
difícil. Un asunto que comienza con la adopción del idioma estadounidense. Si
uno escribe así, debe hacer ciertas cosas con el poema. Para que sea válido.
Para que sea sutil. Para que pueda resistir presiones extrañas. Y muchos poetas
no lo hacen, y muchos de ellos escriben poemas que resultan aburridos desde el
punto de vista métrico.
Sutton. ¿Podría
decirnos algo sobre esto que le acontece al idioma, o es imposible expresarlo?
williams. Es imposible. No es inglés, sin embargo...
Sutton. Cuando
habla de disponer el poema en la página me hace pensar en los poemas de Cummings.
williams. Sí, Cummings tiene
muchas cosas que decir, y habla en idioma estadounidense. Me parece que, si le
pidiéramos a Cummings que escribiera un poema típicamente británico, siguiendo
las reglas de la academia británica, tendría serias dificultades para hacerlo.
Aunque no del todo, porque al fin y al cabo Cummings es un
experto en la tradición inglesa...
Sutton. Y le
encanta el soneto.
williams. Es verdad, aunque es muy convencional cuando
escribe poemas así. No me parece que sea convincente: le falta sutileza.
Sutton. ¿Cree que
hay una diferencia de calidad entre sus poemas convencionalmente rimados y los
que son relativamente libres?
williams. Lo mejor de su obra son esos poemas relativamente
libres. Cuando busca ajustarse a un patrón, tiende a exagerar. En cualquier
caso, nunca ha dado nombre a lo que hace, que es lo que yo he intentado. Y
sufre las consecuencias. Cuando Cummings escribe un
poema convencional, habla en una lengua verdaderamente vulgar: dice lo que
quiere decir, pero de un modo poco satisfactorio. Muchas veces resulta
prosaico.
sutton. A
Cummings le gusta
mucho Keats, que fue también uno de los favoritos de usted.
williams. Efectivamente, al primer poeta que reconocí como
tal fue Keats. Entonces no sabía nada sobre el idioma, y
estudiaba medicina, pero escuchar a alguien recitar a Keats, Hiperión, me parece,
supuso una enorme satisfacción emocional para mí.
sutton.
¿A causa de
su sensualidad?
williams. No sé a qué se debía. Yo estaba escribiendo un
poema largo. Sin contar, simplemente escribiéndolo: verso blanco,
presumiblemente. Creía estar escribiendo en verso blanco. ¡Gracias a Dios
destruí todo aquello! Era un poema abiertamente romántico. Lo escribí siendo
residente del Hospital Francés de Nueva York y era, como digo, un poema largo,
terriblemente romántico. Quién sabe de dónde salió todo aquello.
sutton.
Todo
aquello tuvo lugar antes de que rompiera con las formas convencionales.
williams. Sí, antes
incluso de que conociera a Pound. Tenía que hacer algo, y estaba determinado a que
fuera un poema. No sabía qué era un poema, cómo debía ser.
sutton.
Pero estaba
descubriéndolo...
williams. Sí, más o menos. Pero, bueno, de tanto en tanto
estaba de acuerdo con Pound. Más tarde, él me cambió por Eliot y su Tierra baldía.
Yo también admiraba a
Eliot, pero me
sentía enormemente celoso de ese hombre, que era mucho más culto que yo: yo no
sabía absolutamente nada sobre literatura inglesa. Sin embargo, cuando me di
cuenta de lo que Eliot hacía, no
me gustó. Renunciaba a Estados Unidos. Quizá mi relación con mi padre, que era
inglés y nunca se hizo ciudadano estadounidense, me influyó, porque... Ya sabe,
el complejo de Edipo entre padre
e hijo... Me dolía que fuera inglés y no estadounidense. Todo aquello era
cuando Eliot vivía en
Inglaterra y había renunciado a Estados Unidos.
SUTTON. Veo que ha estado
leyendo En defensa de la ignorancia, de Shapiro. ¿Qué piensa
de que él describa a Pound y a Eliot como intelectuales y poetas culturales, y que se
refiera a usted de un modo distinto, como una suerte de primitivo...?
williams. No primitivo: inventivo. En todo caso, yo descubro,
en el cuerpo de la poesía, algo a lo que es difícil aproximarse. Es muy difícil
lograr una construcción que sea novedosa. En ocasiones me estremezco después
de escribir algo. Me digo: ¡Dios, esto es nuevo! No se parece a nada que otro
esté haciendo, y me cuesta mucho poner un pequeño distintivo de vida en la
lengua que conozco, que es el idioma estadounidense, que los ingleses son
incapaces de replicar, porque ya no inventan más. Para ellos, ya todo está
hecho. Pueden repetir un idioma, un idioma bellísimo. Pero no inventar. No
pueden inventar una construcción. En mi idioma, en cambio, con un gran esfuerzo
puedo encontrar alguna libertad, que no es otra cosa que la invención; debo
hacer un gran esfuerzo cuando quiero decir algo, hablar de cierta manera, para
construir un poema que no será un soneto ni un cuarteto, sino un poema
enormemente sensual que se despliega en la página de una manera muy curiosa,
nunca antes vista. Ahí está el poema, y también la métrica, y avanzan codo a
codo, la invención verbal y la invención puramente métrica, avanzan lado a
lado, codo a codo, en busca de un lugar donde puedan abrazarse, digamos, y
seguir avanzando unidas... ¡Y eso es un poema! Se encuentra muy rara vez, sin
importar de qué poeta se trate.
Sutton. El
matrimonio entre lengua y métrica.
williams. Sí, y puedes batallar y batallar, toda tu vida,
antes de que esa fusión se produzca.
Sutton. ¿Y usted cree que algo así es más fácil de lograr en
el idioma estadounidense que en inglés británico?
williams. Sí, inventar en inglés ha dejado de ser posible.
Los hombres y mujeres de Inglaterra no han muerto, digamos, pero...
sutton. ¿Están
poéticamente muertos?
williams. Creo que están muertos desde el punto de vista
poético.
sutton.
¿Quiere
decir también que los poetas ingleses pueden estar copiándose a sí mismos o
copiando a sus ancestros?
williams. Sí, eso me parece.
sutton.
¿Ve algunas
excepciones a esa regla?
williams. Lo intentan con todas sus fuerzas, pero no hacen
más que repetirse una y otra vez.
sutton.
¿Es extraño
que un poeta inglés rompa con la métrica regular?
williams. Bueno, ¿y qué otra cosa
pueden hacer? Se trata de hombres cultos, de gentlemen; y ya
sabemos lo que eso significa. Son unos mentirosos.
sutton.
¿No cree
que la poesía sea compatible con el culto a la caballerosidad?
williams. No lo creo. El culto a la caballerosidad conduce
a que alguien apuñale a otro por la espalda. Un auténtico y culto caballero te
hará polvo si cree que puede huir.
sutton.
Desde
luego, hay algunos escritores jóvenes en Inglaterra que reaccionan contra el
viejo orden, contra lo que llaman el establishment, y que se
oponen claramente a la caballerosidad. Puede que esto sea más visible en la
prosa. ¿Ve alguna evidencia de esa actitud en la poesía?
williams. No, no veo nada de eso. Aunque hay un joven poeta
inglés, a quien no conozco en persona, que jamás ha salido de Inglaterra, o
incluso de Cambridge, y que ha venido traduciendo a Catulo. Al parecer se
trata de una de las mejores traducciones, de las más indisciplinadas e
impúdicas. Hasta ahora, los eruditos británicos lo han rechazado. Seguro que
oiremos más de él. Es el más delicioso traductor de Catulo.
sutton.
¿Ha visto
estos poemas en manuscrito, o algunos se han publicado?
Williams. Tengo
algunos aquí. La revista Agenda de Londres publicó unos cuantos. El
traductor se llama Peter
Whitman.
Ahora está escribiendo, y tratando de encontrar editorial. Está en eso. Es muy
joven. Va a ser maravilloso que Flossie me lo lea.
Sutton. Otro asunto
sobre el que quería preguntarle tiene que ver con el estatus del poeta. Cuando Pound se fue al
extranjero por primera vez, su sensación era que el poeta estaba alienado.
Escribió poemas sobre cómo los pueblos norteamericanos, extraviados en una
cultura filistea, expulsaban
a los poetas. Y en algunos de sus propios poemas usted ha escrito sobre el
hecho de que sus conciudadanos no son conscientes de que un poeta habita entre
ellos, y de que podría ser importante para ellos, incluso si no lo reconocen
como tal. ¿Qué clase de cambio del estatus del poeta ve usted en los últimos
cincuenta años?
williams. Ha mejorado mucho. En parte gracias a las mujeres,
podríamos decir, gracias al intento de las mujeres de aproximarse a la poesía
y a las artes en general. Eso ha hecho a los hombres conscientes de que se
pierden algo. Cuando hice los primeros intentos de leer en público, en
funciones de la iglesia o en clubes, hace treinta y cinco o cuarenta años, la
gente esperaba siempre que yo dijera cosas chocantes. Por mi parte, buscaba impresionarlos
leyendo algunos poemas chocantes que había intentado escribir -y que
escribía-, y prorrumpían en aplausos cada vez que decía algo que sonara
chocante, y en eso consistía ser un poeta: en que no te importara lo que
dijeran los demás. Los beatniks han reanudado aquella
práctica. Intentan demostrar que no les importan las convenciones utilizando
palabras vulgares y maldiciendo: les gusta parecer rufianes.
Sutton. Sin
embargo, salvo por los beatniks, toda esa batalla ha
quedado atrás.
williams. Sí, la recepción de la poesía por parte del
público es ahora mucho mejor de lo que solía ser. Lo usual, cuando intentaba
leer ante el público, es que nadie entendiera ni una palabra. Cualquier hombre
interesado en la poesía tenía que ser un afeminado, y para compensar terminaba
comportándose como un sinvergüenza. Pero todo eso ha quedado completamente
atrás. La gente común me acepta: mis amigos, la gente de mi pueblo. Han terminado
por aceptarme.
Sutton. ¿Echaba de
menos que lo respetasen más?
williams. Sí, de algún modo. Hoy se me acepta, admira y
envidia hasta cierto punto. Conforme he ido envejeciendo, el público en
general me ha ido aceptando cada vez más. Se me ha elogiado más de lo que yo
querría. No tienen ni la menor idea de hacia dónde demonios voy, pero me
aceptan.
Sutton. Y más allá
de la propia comunidad, los poetas modernos tienen un número creciente de
lectores. El hecho de que las universidades incluyan la poesía en sus programas
de estudios ha ayudado en ese sentido.
williams. Me han pedido hacer lecturas incluso en las escuelas
preparatorias, y me han tratado bien. Recibo muchas cartas de jóvenes de
preparatoria, lo mismo chicos que chicas...
Sutton. La actitud
de la sociedad frente al poeta ha cambiado, ¿pero qué me dice de la actitud
del poeta frente a la sociedad? Usted escribió en cierta ocasión un ensayo
titulado “Contra viento y marea”, que trataba de cómo el artista, o el poeta,
tiene que resistir los vendavales de su tiempo. ¿Sigue siendo ésa su opinión?
williams. Sí, esa sigue siendo mi posición.
Definitivamente.
Sutton. En Paterson hay una
crítica explícita de la sociedad. Y algunas de las ideas del poema sugieren
cierta simpatía por las ideas de Pound, más allá de
que usted no esté de acuerdo con él desde el punto de vista político.
williams. Es verdad, aunque no sé a qué se refiere usted específicamente.
Sutton. Pensaba en
la sección sobre el dinero, por ejemplo.
williams. Pues sí: alguna vez sentí simpatía por la postura
de Pound sobre ese asunto. A mi padre siempre le interesó
el socialismo. Y en mi casa
solía haber libros sobre el tema -que no me preocupé de leer. Pero mi padre era
realmente un socialista... hasta cierto punto. Hubiese sido socialista si en
aquel tiempo hubiera vivido en Inglaterra. Y yo siempre sentí simpatía por el
socialismo, y cuando Pound comenzó a hablar de eso, hizo que me interesara
en Major Douglas. Traté de estudiar la obra de Major
Douglas.
Sutton. En los Cantares,
Pound recordó la Guerra de los Bancos...
williams. Efectivamente. El caso es que no siento ninguna
simpatía por los capitalistas de hoy. El dinero es la muerte de Estados
Unidos. Y cada vez sale más a relucir en nuestras actuales dificultades con
Rusia.
Sutton. ¿Usted cree
que se trata de un asunto ante el cual los poetas suelen ser sensibles?
williams. Eso creo. No se puede ser un poeta sin saber
acerca de intereses y dinero. No es humano ignorar a la gente.
Sutton. Alguna vez
se ha referido a la socialización de la medicina. Entiendo que, como médico,
usted está a favor.
williams. Sí. Me he pasado la vida peleando contra la organización
de los médicos, contra la medicina organizada. Quienes practican la medicina
por dinero y no por humanidad son justamente la clase de gente que desprecio.
Conozco a muchos que han intentado mantener elevados los precios de la medicina
para sacar tajada. Cuando pienso en un médico no pienso en alguien que se aferra al dinero,
que siente que tiene que ganar dinero para progresar. No siento ninguna
simpatía por alguien así.
SUTTON. El cuarto libro de Paterson sugiere
también que, como médico y poeta, usted entiende la palabra cáncer tanto
en el sentido médico como en el económico.
williams. Bueno, el dinero es un cáncer.
SUTTON. El tema de la usura es
muy importante en los Cantares de Pound, ¿cree usted
que ése es un punto de contacto entre la obra de ambos?
Williams. Por
aquellos años yo era muy consciente de esa cercanía, y me identifiqué con él
hasta donde pude, para ayudarlo. Pero Pound tenía
algunas ideas francamente alocadas, que me daban risa. Pretendía saber más que
yo sobre medicina...
Sutton. Usted ha
escrito muchos poemas que contienen referencias a la pintura.
williams. Sí. Los
imaginistas me atrajeron justamente a raíz de ese interés por la pintura. Lo
que buscaba era la imagen, y cuando Pound comenzó su
campaña en favor de la imagen, me sentí poderosamente atraído. En mi cabeza, la
poesía y la imagen estaban conectadas. Era natural que me refiriera a la poesía
como imagen y que escribiera poemas como imágenes y que encomendara aquello a
la natural inteligencia de los demás... La imagen plasmada en un lienzo era una
imagen y un poema a la vez, y todo aquello resultó muy fecundo para mí... Pound contribuyó
a que aceptara la imagen como poema... Siempre he admirado a los pintores: mis
mejores amigos han sido pintores. Charles Demuth fue uno de mis primeros
amigos, y cuando me fui a estudiar medicina a Filadelfia solía comer
en la misma pensión que él... Para mí, era la imagen pictórica lo que permitía
identificar a alguien como un verdadero poeta.
Sutton. ¿Y no tuvo
jamás dificultades para comunicarse con los pintores? ¿Sentía que hablaban el
mismo idioma, de algún modo?
williams. Sí, sentía que hablábamos una lengua muy similar...
Y, conforme he ido madurando, he intentado fusionar la poesía y la pintura en
la misma cosa...
Sutton. ¿Diría
usted que en su obra abstrae los elementos, las imágenes, o las formas en
general, de un modo que involucra los principios esenciales del dibujo?
williams. Claro que sí. Muy bien
dicho. He intentado fusionar el dibujo de la pintura y el del poema. Para que
sean la misma cosa. Y, cuando escribo, muchas veces no busco decir nada. Sólo quiero
presentar determinada cosa. Sin ningún sentido didáctico. No me interesa el
sentido didáctico: la moral. Poner etiquetas es algo que me repugna.
Sutton. ¿Le
interesa la obra en abstracto, sin importar si representa algo o no?
williams. Sí, no me interesa la representación. Me interesa
dibujar algo. El dibujo de un poema y el de una pintura deberían aproximarse
entre sí.
Sutton. ¿Se siente
usted más cerca de la pintura que de la música?
williams. Sí, estoy más cerca de la pintura. La música no significa
demasiado para mí. Creo que me gusta la música pasada de moda, y en absoluto
esta atonalidad moderna. Con la pintura me siento en mi salsa. Quizá, digamos,
el Renacimiento, los enormes murales del Vaticano... tienen mucho más sentido
para mí. Por otra parte, pasé mucho tiempo estudiando a Cézanne: un creador
de diseños. Diseñó sobre el lienzo con vistas a obtener un significado sin
tener que decir nada. Sólo la relación de las partes entre sí. A la hora de
considerar un poema, no me importa si está terminado o no: si se ha
establecido una conveniente relación entre las partes, eso basta para que se
convierta en un poema. Y el significado de un poema puede ser atisbado si se
atiende a su diseño.
Sutton. Uno de los
artistas que usted menciona en el quinto libro de Paterson es Toulouse-Lautrec.
¿Le
interesa por ser el artista del burdel, como usted lo llama, o por la
naturaleza de su trabajo?
williams. Lo que me atrajo de Toulouse-Lautrec
fue su posición
frente a la sociedad, con la cual simpatizo. Una prostituta es un ser humano en
la misma medida en que lo es una santa, y yo quería hacer énfasis en eso. Toulouse-Lautrec
respetaba
la profunda verdad del dibujo. ¡Por Dios! ¿Qué diferencia podía haber, para
él, en que una mujer fuera una prostituta? Le resultaba indiferente, y al
poeta le es indiferente también...
sutton. En este
punto parece identificar al poeta como un descastado, lo que en cierto sentido
es un gesto de rebeldía.
williams. Definitivamente es un gesto de rebeldía. Villon era un réprobo, pero
también alguien que decía la verdad. En el sentido artístico. Y el artista no
puede preocuparse de lo que piense la gente.
sutton.
¿Cree que
parte del atractivo de la prostituta como tema radica en que, a diferencia del
resto de las mujeres, no está obligada por los convencionalismos?
williams. Sí, la prostituta es una figura recurrente como
modelo. A los artistas les conmueven las relaciones humanas verdaderas, no las
artificiales, que el resto de nosotros está obligado a respetar. Cuando la
gente común trata de distinguirse por sus relaciones sociales, el artista debe
huir en busca de la auténtica verdad humana.
sutton.
¿Rompiendo
con las convenciones sociales restrictivas?
williams. Exacto. Tenga en cuenta que los niños, mientras
tienen oportunidad de determinar su propio lugar en el mundo, no respetan las
convenciones sociales, hasta que sus mayores los pervierten y los fuerzan a
aceptar determinadas categorías: católico o protestante, por ejemplo. ¡Por el
amor de Dios! ¿Qué puede significar eso para un artista? Resulta increíblemente
ocioso pensar en esos términos. Villon era católico, y si respetaba las formas era
porque le venían impuestas...
SUTTON. Dice que no le gusta demasiado la música
moderna. ¿Qué le parece el jazz y la atención que le dedican los poetas beat.
williams. La generación beat no tiene
nada que ver con el ritmo que el término beat sugiere; y debería
tener que ver, si es que de verdad les interesa el jazz, porque el jazz es
siempre percusivo. Pero, en la música de jazz, ni siquiera las notas del
saxofón se alejan suficientemente de lo primitivo como para que puedan interesarme.
No me gusta el jazz. En París, los artistas se vuelven locos por el jazz, pero
es muy aburrido: demasiada repetición de lo mismo.
Sutton. ¿No hay suficiente variación?
williams. Ninguna
variación. Ninguna sutileza. Y si se trata de sentirse sexualmente excitado, entonces es una
tontería. El jazz meramente excita, sin la menor sutileza...
SUTTON. Entre otras cosas, lo que ha dicho del
jazz permite entrever que los críticos que han intentado clasificarlo a usted
como primitivo probablemente yerran el tiro.
williams. Eso creo.
Tuve bastante éxito de joven, sexualmente hablando, pero nunca pensé en llegar
tan lejos como para perder la cabeza. Intenté mantenerme lúcido. No me interesa
entregarme al sexo hasta el punto de perder la cabeza.
Sutton. Esto
plantearía una distinción entre usted y los beats, dado que,
al parecer, en la poesía beat se manifiesta a menudo el deseo de ir mas allá
de la conciencia...
williams. Sí, eso me
parece.
Sutton. ... mediante el jazz, el sexo, las drogas y cosas parecidas.
williams. ¡Las drogas! ¡Eso sí que no me despierta ninguna
simpatía! Quiero ser siempre profundo intelectualmente. (Intelectualmente,
ese sí que es un término equívoco, porque hace pensar en alguien que
reflexiona, y no creo que sobre eso pueda decirse más de lo que dijo Kant en su
Crítica de la razón pura. ¿Qué creyó Kant que había descubierto?
Fruslerías.) Y no creo en los beats. He conocido
a algunos de ellos, pero me parece que simplemente están confundidos. Mi
postulado anti beat sería el
pie variable. ¿Y qué saben ellos del pie variable? Jamás han pensado en algo
parecido. Ni siquiera saben que la poesía se escribe en pies medibles.
Sutton. ¿Por eso la
poesía beat puede
leerse con música de jazz, porque no posee un ritmo propio, digamos?
williams. Eso está
muy bien visto. Pienso que se debe a que intentan ser primitivos. Y
desean ser primitivos.
sutton.
Conscientemente.
williams. Sí, conscientemente. Y no consiguen ser primitivos,
sino por el contrario: consiguen ser más reflexivos que nunca... He conocido
mucha gente primitiva, pero los beats son
sorprendentemente complejos cuando uno los conoce bien. Su naturaleza primitiva
desaparece. Se vuelven callados. Si los valoramos individualmente, no es por
lo que tienen de beats, sino porque
son capaces de aproximarse un poco más a nosotros.
sutton.
Hablando de
los beats, a usted se
le ha asociado con muchos de ellos -como suele asociársele en general con los
poetas jóvenes-; y creo que, cuando menos en los comienzos del movimiento,
existió la idea de que usted era...
williams. ¿Uno de ellos? Y ahí mismo nos separamos. Sería
absurdo emocionarse con la perspectiva de formar parte de la generación beat. Creo que un
poeta debe ser más ancho de miras.
sutton.
¿Así que de
ningún modo se considera uno de los padres del movimiento beat?
williams. No. No.
Conocí a Allen Ginsberg por accidente. Mi único vínculo con él fue que tenía algo que
decir y yo quería que lo dijera. Y quería hacerme su amigo. Pero no estoy en
absoluto satisfecho con el resultado, y se lo he dicho. Quiero decir: le he
aclarado que me disgustan sus versos largos.
SUTTON. ¿No cree usted que, en
cualquier caso, el movimiento parece estar en franco retroceso a estas
alturas?
williams. En retroceso a causa de su falta de habilidad
para obligarse a pensar. Y tienden a la homosexualidad. ¡Por Dios! ¿Qué es la
homosexualidad? Una variante de la sexualidad. La misma historia. No hay nada
nuevo en eso. Se ha hecho antes.
Y les faltan luces...
William Carlos Williams
-Entrevistado por Walter Sutton,
en la casa del
poeta, Rutherford,
Nueva Jersey, en 1960-.
(Traducción: Juan Antonio Montiel)
William Carlos Williams. Poeta, novelista y médico estadounidense, célebre por escribir, utilizando un lenguaje popular, sobre temas y hechos cotidianos. Nacido el 17 de septiembre de 1883 en Rutherford (Nueva Jersey), estudió en las universidades de Pennsylvania y Leipzig, (Alemania). A partir de 1910 ejerció la medicina en su ciudad natal y en la vecina Paterson, profesión que simultaneaba con su afición a la literatura. Durante esos años, su reputación entre la crítica fue creciendo, y se le comenzó a apreciar primero como poeta y más tarde como narrador. Su primeros poemas se publicaron en dos libros, Poemas (1909) y Temperamentos (1913). Sus obras de madurez, con frecuencia radicalmente experimentales en cuanto a técnica y forma, recibieron la influencia del movimiento imaginista, caracterizado por un rechazo hacia el sentimentalismo, la artificialidad y la vaguedad, y su consecuente empeño en utilizar un lenguaje común, contener al máximo la expresión de las emociones y concentrarse en experiencias concretas de la realidad cotidiana. Ejemplos de su última poesía se pueden encontrar en Poemas completos (1938) y Poemas completos (1950). A finales de la década de 1930, comenzó la composición de un extenso poema acerca de la vida en su país durante los años de la Gran Depresión de 1929, titulado Paterson, Libros I-V (1946-1958). Entre sus trabajos en prosa se encuentra una conocida y muy leída colección de ensayos acerca de la historia de los Estados Unidos, Así comienza la vida (1925), y las novelas La mula blanca (1937), El cuerno de la abundancia (1940), y La construcción (1952). Recibió el Premio Nacional del Libro de Poesía en 1950. Murió el 4 de marzo de 1963, en Rutherford, y recibió póstumamente el Premio Pulitzer por su colección de poemas Cuadros de Brueghel (1962). En 1951 apareció su Autobiografía.
(Biografía tomada de el poder de la palabra.
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