miércoles, 13 de marzo de 2019

LOS DURMIENTES

























6

Ahora lo que mi madre un día me contó un día mientras estábamos
Sentados para cenar,
De cuando ella ya era casi adulta que vivía con sus padres en la antigua
granja rural.
Una india fue un día a la hora del desayuno a la granja,
En la espalda llevaba un atado de juncos para hacer asientos de sillas,
Su pelo, lacio, brillante, tosco, negro, profundo, le envolvía a medias
su rostro,
Su paso era libre y elástico, y su voz sonaba exquisita cuando hablaba.

Mi madre miraba con deleite y asombro a la extraña,
Miraba la frescura de su cara altiva y sus miembros flexibles miembros,
Cuanto más la miraba más la amaba,
Nunca antes había visto tan maravillosa pureza y belleza juntas,
La hizo sentarse en un banco junto a la chimenea, cocinó para ella,
No tenía trabajo para darle, pero le dio su cariño.

La india se quedó toda la mañana y se fue al atardecer,
Oh, a mi madre le costó dejar que se marchara,
Toda la semana pensó en ella, la esperó muchos meses,
La recordó muchos inviernos y muchos veranos,

Pero la india nunca volvió ni se supo más de ella.




Walt Whitman ( EE UU, West Hills 1819 - Camden, 1892)



(De: Hojas de Hierba
edición completa de Losada,
Traducción: Pablo Ingberg)

The sleepers


6

Now what my mother told me one day as we sat at dinner together,
Of when she was a nearly grown girl living home with her parents on the old homestead.
A red squaw came one breakfast-time to the old homestead.

On her back she carried a bundle of rushes for rush-bottoming chairs,
Her hair, straight, shiny, coarse, black, profuse, half-envelop'd her face,
Her step was free and elastic, and her voice sounded exquisitely as she spoke.

My mother look'd in delight and amazement at the stranger,
She look'd at the freshness of her tall-borne face and full and pliant limbs,
The more she look'd upon her she loved her,
Never before had she seen such wonderful beauty and purity,
She made her sit on a bench by the jamb of the fireplace, she cook'd food for her,
She had no work to give her, but she gave her remembrance and fondness.

The red squaw staid all the forenoon, and toward the middle of the afternoon she went away,
O my mother was loth to have her go away,
All the week she thought of her, she watch'd for her many a month,
She remember'd her many a winter and many a summer,

But the red squaw never came nor was heard of there again.







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