miércoles, 29 de mayo de 2019

PAOLO Y FRANCESCA



 vv 73-142

Después que a mi doctor hube escuchado3
nombrar damas antiguas y los caballeros,
piedad me alcanzó, y fui extraviado.

Yo comencé: “Poeta, de buen grado
hablaría a esos dos que van tan juntos
y parecen en el viento tan ligeros.”

Y él a mí: “Cuando estén más cerca
de aquí, mejor verás; entonces pídeles
por el amor que los lleva, y vendrán.”

Tan pronto como el viento nos los trae,
levanto la voz: “¡Oh almas preocupadas,
vengan a hablarnos, si otros no lo impiden!

Como palomas por el deseo llamadas
que con alas firmes al dulce nido
vuelan por el aire del querer llevadas,

salieron del grupo en que estaba Dido
hacia nosotros, por aquel aire malo,
tan claro oyeron el afectuoso grito.

“Oh animal de gracia, y benigno,
que visitas en el aire oscuro
a los que teñimos con sangre el mundo,

“si nos oyese el rey del universo,
rogaríamos que te conceda paz,
ya que te apiadas de este mal perverso.

“De lo que oír y hablar te plazca,
nosotros hablaremos y oiremos,
si el viento, como ahora, calla.

“Está la tierra de mi nacimiento
sobre la marina en que el Po desciende
para hacer paz con sus aliados.

“Amor que al corazón gentil enciende,
prendó a éste de la figura hermosa
que me quitaron de modo que aún me ofende.

“Amor, que a ningún amado amar perdona,
encendió por éste en mí placer tan fuerte
que, como ves, aún no me abandona.

“Amor nos llevó a una misma muerte:
la Caína espera al que nos cobró las vidas.”4
Estas palabras trajo a nuestra suerte.

Comprendí de aquellas almas las ofensas,
y tanto mantuve inclinada la cabeza,
que me dijo el poeta: “¿En qué piensas?”

Cuando respondí, dije:“¡Oh sufrimiento!
¡Cuánto dulce pensar, cuánto deseo,
llevaron a estos dos al triste paso!”

Después me volví a ellos, y hablé yo,
y comencé: “Francisca, tus martirios
a llorar me llevan, pío y doloroso.

“Pero dime: en la edad de los suspiros,
¿por qué y cómo les concedió el amor
que conocieran el deseo dudoso?”

Y ella a mí: “No hay mayor dolor
que acordarse de épocas felices
en la miseria; eso lo sabe tu doctor.5

“Pero si conocer las primeras raíces
de nuestro amor quieres, por afecto,
haré como aquel que llora y dice.

“Con deleite cierta vez leíamos
de Lanzarote, cómo lo hirió amor:
solos estábamos, y sin recelo.

“A veces, nuestra vista suspendió
la lectura, y empalidecía el rostro,
pero al fin solo un punto nos venció.
“Cuando la deseada sonrisa, leímos,
fue besada por tan gran amante,
éste, que de mí jamás será apartado,

“la boca me besó, todo tremante.
Galeoto el libro y quien lo escribió;6
la lectura no siguió adelante”.

Mientras un espíritu esto dijo,
el otro lloraba tanto que, apiadado,
vine a sentir como si fuera muerto;

y caí, como el cuerpo de un finado.



Dante
(Versos 73 a 142, Del Canto V
del Infierno de la Divina Comedia)

(Traducción y notas: Jorge Aulicino)

 Notas al Canto V

3              Alude a Virgilio, su compañero.
4              La Caina es la primera zona del Noveno Círculo, en la que sufren los traidores a su sangre. El matador de Paolo Malatesta y Francesca da Rimini ha sido el marido de ella, Gianciotto, hermano de Paolo. Cf. Canto Trigésimo Segundo
5              Se supone alusión a la Eneida, de Virgilio, Canto II, en que Eneas cuenta a Dido la destrucción de Troya.     
6              Galeoto ayudó a Lanzarote a conquistar los .amores de Ginebra en la saga artúrica.




Poscia ch’io ebbi l’ mio dottore udito
nomar le donne antiche e ’ cavalieri,
pietà mi giunse, e fui quasi smarrito.

l’cominciai: «Poeta, volontieri
parlerei a quei due che ’nsieme vanno,
e paion sì al vento esser leggieri».

Ed elli a me: «Vedrai quando saranno
più presso a noi; e tu allor li priega
per quello amor che i mena, ed ei verranno».


Sì tosto come il vento a noi li piega,
mossi la voce: «O anime affannate,
venite a noi parlar, s’altri noi niega!».

Quali colombe dal disio chiamate
con l’ali alzate e ferme al dolce nido
vegnon per l’aere, dal voler portate;

cotali uscir de la schiera ov’ è Dido,
a noi venendo per l’aere maligno,
sì forte fu l’affettüoso grido.

«O animai grazioso e benigno
che visitando vai per l’aere perso
noi che tignemmo il mondo di sanguigno,

se fosse amico il re de l’universo,
noi pregheremmo lui de la tua pace,
poi c’hai pietà del nostro mal perverso.

Di quel che udire e che parlar vi piace,
noi udiremo e parleremo a voi,
mentre che l’ vento, come fa, ci tace.

Siede la terra dove nata fui
su la marina dove ’I Po discende
per aver pace co’ seguaci sui.

Amor, ch’ai cor gentil ratto s’apprende,
prese costui de la bella persona
che mi fu tolta; e ’l modo ancor m’offende.

Amor, ch’a nullo amato amar perdona,
mi prese del costui piacer sì forte,
che, come vedi, ancor non m’abbandona.

Amor condusse noi ad una morte.
Caina attende chi a vita ci spense».
Queste parole da lor ci fuor porte.

Quand’ io intesi quell’ anime offense,
china’ il viso, e tanto il tenni basso,
fin che ’l poeta mi disse: «Che pense?».

Quando rispuosi, cominciai: «Oh lasso,
quanti dolci pensier, quanto disio
menò costoro al doloroso passo!».

Poi mi rivolsi a loro e parla’ io,
e cominciai: «Francesca, i tuoi martìri
a lagrimar mi fanno tristo e pio.

Ma dimmi: al tempo d’i dolci sospiri,
a che e come concedette amore
che conosceste i dubbiosi disiri?».

E quella a me: «Nessun maggior dolore
che ricordarsi del tempo febee
ne la miseria; e ciò sa ’l tuo dottore.

Ma s’a conoscer la prima radice
del'nostro amor tu hai cotanto affetto,
dirò come colui che piange e dice.

Noi leggiavamo un giorno per diletto
di Lancialotto come amor lo strinse;
sob eravamo e sanza alcun sospetto.

Per più fiate b occhi ci sospinse
queba lettura, e scolorocci il viso;
ma solo un punto fu quel che ci vinse.

Quando leggemmo il disïato riso
esser basciato da cotanto amante,
questi, che mai da me non fia diviso,

la bocca mi basciò tutto tremante.
Galeotto fu ’l libro e chi lo scrisse:
quel giorno più non vi leggemmo avante».

Mentre che l’uno spirto questo disse,
l’altro piangëa; sì che di pietade
io venni men così com’ io morisse.


E caddi come corpo morto cade.






Dante Alighieri (Florencia, 1265 - Rávena, 1321) Poeta italiano. Si bien sus padres, Alighiero de Bellincione y Gabriella (Bella), pertenecían a la burguesía güelfa florentina, Dante aseguró siempre que procedía de familia noble, y así lo hizo constar en el Paraíso (cantos XV y XVI), en donde trazó un vínculo familiar con su supuesto antepasado Cacciaguida, quien habría sido armado caballero por el emperador Conrado II de Suabia. Durante sus años de estudio Dante Alighieri coincidió con el poeta Guido Cavalcanti, representante del dolce stil nuovo, unos quince años mayor que él, con quien intimó y de quien se convirtió en discípulo. Según explica en su autobiografía más o menos recreada poéticamente Vida nueva, en 1274 vio por primera vez a Beatriz Portinari, cuando ella contaba ocho años y él tan sólo uno más; el apasionado y platónico enamoramiento de Dante tendría lugar al coincidir de nuevo con ella nueve años más tardeEn 1285 Dante tomó parte en el asedio de Poggio di Santa Cecilia, defendido por los aretinos, y dos años más tarde se trasladó a Bolonia, quizás a estudiar, si bien se tienen dudas en lo referente a su paso por la universidad de dicha ciudad. Sí hay pruebas, en cambio, de su participación, en calidad de «feritore» de a caballo, en la batalla de Campaldino, en la cual se enfrentó a los gibelinos de Arezzo. En 1290 murió Beatriz, y un año más tarde Dante contrajo matrimonio con Gemma di Manetto, con quien tuvo cuatro hijos. En 1295 se inscribió en el gremio de médicos y boticarios, y a partir del mes de noviembre empezó a interesarse por la política municipal florentina; entre mayo y septiembre del año siguiente fue miembro del Consejo de los Ciento, y en 1298 participó en la firma del tratado de paz con Arezzo. En 1300, y en calidad de embajador, se trasladó a San Gimignano para negociar la visita de representantes de la Liga Güelfa a Florencia, y entre el 15 de junio y el 14 de agosto ocupó el cargo de prior, máxima magistratura florentina. En octubre de 1301, y tras oponerse al envío de tropas para ayudar al papa Bonifacio VIII, Dante fue designado embajador ante el pontífice, a quien ofreció un tratado de paz. El Papa, sin embargo, lo retuvo en Roma en contra de su voluntad, con la intención de ayudar en Florencia a la facción güelfa opuesta a la de Dante, sector que a la postre se hizo con el control de la ciudad y desterró a sus oponentes. Acusado de malversación de fondos, Dante fue condenado a multa, expropiación y exilio, y más tarde a muerte en caso de que regresara a Florencia. A partir de esta fecha Dante inició un largo exilio que iba a durar el resto de su vida: residió en Verona, Padua, Rímini, Lucca y, finalmente, Ravena, ciudad en la cual fue huésped de Guido Novello de Polenta y donde permaneció hasta su muerte. Obras: La influencia de la poesía trovadoresca y estilnovista sobre Dante Alighieri queda reflejada en su Vida nueva, conjunto de poemas y prosas dirigidos a Beatriz, razón de la vida del poeta y también de sus tormentos, y sus Rime Petrose, dirigidas a una amada supuesta, a la que escribe sólo para disimular ante los demás su verdadero amor. El juego poético-amoroso oscila entre la pasión imposible y la espiritualizada idealización de la figura de su amada, aunque las rígidas formas del estilnovismo adquieren una fuerza y sinceridad nuevas en manos de Dante. El experimentalismo de los poemas de Dante Alighieri y la búsqueda consciente de un estilo propio culminarán finalmente en La Divina Comedia, una de las cumbres de la literatura universal. Escrita en tercetos, se resume en ella toda la cosmología medieval mediante la presentación del recorrido del alma de Dante, guiada primero por Virgilio y más adelante por Beatriz, en la expiación de sus pecados en tres cantos: el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Con un lenguaje vívido y de gran riqueza expresiva, el poeta mezcla los elementos simbólicos con referencias a personajes históricos y mitológicos, hasta construir una equilibrada y grandiosa síntesis del saber acumulado por el hombre desde la Antigüedad clásica hasta la Edad Media.


IMAGEN: Paolo y Francesca, escultura de Rodin  (1885)





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