Ayer,
después de muchos años volví al pueblo.
Las casas
conocidas están deterioradas
En la ruta,
como todo lo que queda expuesto,
había
notado el abandono de las estaciones
de servicio
de Gaviotas y Algarrobo.
Así pasé el
día buscándome en lugares que no existen,
o quizás
existan como la historia,
debajo de
los lugares que ocupa el presente.
Entrada la
tarde pasé por el puente viejo
y me
reconocí en un chico que pescaba en el lugar
donde van a
parar los apósitos del hospital.
Yo llegaba
y la perra se reía.
La perra
era mi perra como era mío mi pueblo,
mi casa,
mis amigos y familia.
Un día todo
empezó a irse y un día me fui yo.
Cuando
desperté estaba rodeado de camas.
Miré por
una ventana y las flores amarillas eran tantas
que si no
hubiera sabido que eran flores
les habría
dicho sol.
Desde las
bardas
la quietud
es la misma de siempre.
Todo estaba
en mi cabeza.
El pueblo
podría ser otro pueblo,
un
desplazamiento de partículas hacia adelante.
Mañana
buscaré a mi perra.
Si no hay
huesos habrá un rulemán.
En esta casa
vivió tina mujer
muy
parecida a Madame Curie.
Hija de un
ganadero y una maestra rural,
fue la
última de cinco hermanas.
De niña
estuvo internada en un colegio de monjas.
Luego su
vocación la llevó a estudiar letras modernas.
Un joven se
enamoró de ella sin más que mirarla
y en una
bicicleta tándem recorrieron las rutas de
/todo
el país.
Andrea, con voz pausada,
dice que
no debería
haber vuelto al pueblo,
que en las
calles sobrevive lo peor de nosotros.
Me río
bastante, a veces por pavadas,
otras por incongruencias que no dejan de ser
pavadas.
A veces por
dolor y otras porque dibujo la risa
para alguien a quien no quiero incomodar.
Estoy cocinando, por eso desaparezco.
El universo existe desde antes de la formación de la tierra
y, aunque
la mente humana se corresponda con él, existe más allá de
nuestros sentidos. Cuando llega la noche me gusta contemplar el cielo
expulsando de mi mente toda influencia, hundiéndome en una
ilimitada
ensoñación sin necesidad de recordar el pasado ni planear el mañana.
A nosotros
los años nos entran por una oreja
y se nos
van por la otra; somos los eternos.
Acuérdense
de Fabián, cuando dijo que
el gran
problema de muchos era soñar demasiado
antes de
responsabilizarse por algo.
Escuchémonos,
estamos al borde de algo,
no hay más
que locura en cada palabra que decimos.
Si
perteneciéramos a una tribu, se equivocarían
al
nombrarnos como a una de las más agresivas.
El hecho de
que muchas veces tardemos
en ponemos
de acuerdo no significa nada:
Mirá si
serán bravos que vienen peleando entre ellos,
dirán las
demás.
Los misterios no son más
que la ausencia de datos.
Eran lentos los días de
la infancia.
Nosotros nunca hablábamos
de amor.
En cuanto a forma,
color, dimension y perspectiva
pudo haber
sido ima alteración visual.
Aunque
estoy casi seguro
que ese
resplandor del que hablo
estaba
vivo.
Germán Arens (Bahía
Blanca 1967) publicó: Pueblada (Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2008), Versos
de Gabino (Buenos Aires, El Suri Porfiado, 2009), Los ojos del cordero (Buenos
Aires, El Suri porfiado, 2010), En una nave comandada por Enrique unos pocos
hombres abandonamos la Tierra (Bahía Blanca, Vox, 2011 – Arica, Chile,
Ediciones Cinosargo, 2013), Siempre creí que los zombis eran los protagonistas
de un subgénero del cine de terror clase B (Bahía Blanca, Vox, 2013), Cinco
pájaros de un tiro (Rosario, Neutrinos, 2014), Cagliero (Buenos Aires, El Ojo
del Mármol, 2015), Agitando el insecticida (Córdoba, Editorial Borde Perdido,
2015), Desiderio (La Plata, Club Hem – 2016), ¡Oh, qué lugar más bello! (Buenos
Aires, Barnacle, 2017). Ha sido publicado en antologías, editoriales
cartoneras, plaquetas y revistas. Como músico, es cantante de tango y del grupo
La Puñalada, de Bahía Blanca.
donde además pueden leer poemas de su último libro: El libro
de mamá, Barnacle, 2018 )
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