ESCRITOS A LA HERMANA
“Abrázame” le dije a mi hermana mayor sin mucho
convencimiento
pero ella no escuchó
-estaba atendiendo a su gata que paría-.
El cielo cayó otra vez en placas de sauce negro
otra vez en escombros de yeso que titila.
“Abrázame” le pedí. La certeza juntaba el olor sofocado de
los pozos ciegos, de los ciegos que no pueden lavar sus pies
enfermos
“he perdido mis pies abrázame”
he perdido esa zona donde fuimos ultrajadas
carezco de vientre debajo de las estrellas.
Mi hermana mayor sabe encontrar el paso en los
lavaderos
(ropa amontonada vapor espuma derramada en los
mosaicos rojos)
allí donde yo me pierdo está la orilla deslizante por donde mi
hermana puede pasar.
Mi hermana cocina rápidos trazos de carne sobre el
carbón, y el humo adelgaza su pierna de atleta, completa
su belleza
(porque mi hermana es bella para que nada nos falte).
“Abrázame pídeme algo ”
¿sabes que un hombre que duerme sólo me ha dicho que
estoy de más en su cama?
no me dijo, me lo dio a entender. En 3 días no ha sonado el
teléfono.
“Abrázame” el agua sube arrastrada de hojas y sonrosados
huevos de mosquito lo que se dice inundada de pena
no puedo encontrar mi cuerpo “abrázame”
la casa se estira hacia el parque oscuro de magnolias y búhos
hacia los trenes amargos como una hoja de ligustro
que la noche mastica
la casa se estira sus paredes veloces hamacan mi
corazón mis dedos lamen la curva de los muebles
‘‘abrázame, no tengo cuerpo ” la casa es una ampolla blanca
donde estoy hablándote, lavándome la cara, acariciando el
agua repleta de cenizas de labios comidos luminosa
transpiración entre las piernas
Fui algo parecido a una mujer que ama
-tu gata no fue mejor que yo-
abrázame tócame la herida
la belleza que falta como un pozo.
LA MUERTE ARGENTINA
La mujer sufre con su boca pálida abierta sobre el
mantel. Ayer murió su padre.
Una suave vegetación de luces ilumina la habitación donde
una mujer se agita lastimosa
qué temblor, qué vaga desconfianza anima ese
rostro perseguido por un dolor que insiste como música
hecha de tristes notas monótonas?
El final afilado de los ojos parece extenderse en risa o
furia
tal vez piedad infinita por ese perro rengo que cruza el patio
ruinoso.
Una enredadera se desprende de los muros sin aire.
Los ojos arrastran ese paisaje malvado buscan trémulos
un objeto más bello donde los ojos puedan distraerse y llorar.
“Abandonar es separarse de un objeto con el cual se
tienen relaciones de interés, de afecto, de protección
o de deber. Abandonar es dejar para siempre.”
Tango - saco oscuro y cruzado - revólver en la cintura -mi padre.
y de nuestras vidas nada entendemos
sino las mutaciones
mariposas y orugas que se penetran alucinaciones, una
segunda piel sin poros el aire comprimido de las pesadillas
se mueve en nuestros cerebros
Ia mirada intranquila al reflejarse en el agua de los sucesos,
algo como estupor
se empecina en los trenes que emergen del alto terraplén
y fugan
yo no sé nada. De nuestras torpezas advierto cómo se nos
caen los objetos de las manos y el gemido de las blusas que
se parten impregna el bajo techo de la habitación como un
moho.
Uno se creyó con ambigüedad; desamparado y sutil
ahora lo obvio nos hace transpirar las manos
ser vanamente reticentes: “en realidad no comprendo qué
pasó”
y el hambre de una felicidad sospechada nos enferma
porque no tuvimos ocasión
porque fuimos tristes desde el comienzo
la verdad era una sustancia más sucia más incompleta
porque no dimos abasto.
(de la Poesía completa, Ed. en danza, 2022)
Leonor García Hernando
Leonor García Hernando nació en San Miguel de Tucumán en 1955. Formó parte del “Taller Literario Mario Jorge de Lellis” y del consejo de redacción de la revista Mascaró. Publicó los libros de poesía Mudanzas (1974), Negras ropas de mujer (1987), La enagua cuelga de un clavo en la pared (1994), Tangos del orfelinato/Tangos del asesinato (1999) y El cansancio de los materiales (2001), libro que la poeta alcanzó a ver publicado dos semanas antes de morir. Su obra poética fue rescatada para la realización de una puesta teatral en el Centro Cultural de la Cooperación, bajo el título de “Absorta y desnuda”, con dramaturgia de Ingrid Pelicori y dirección de Leonor Manso. Con el paso de los años la poesía de Leonor García Hernando obtuvo una creciente valoración y la autora logró ser considerada una “Poeta de culto”. Gran recitadora de su propia poesía, su última lectura pública fue el 22 de marzo de 2001 en la Universidad de las Madres. Su libro Las muertes permaneció inédito hasta la publicación de la presente obra. Falleció el viernes 30 de marzo de 2001, en el Hospital Oncológico Marie Curie.
(Biografía tomada del sitio de Ediciones en danza)
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