Una pista de hielo entre las calles
País de ramitas
Las palabras aparecen
y desaparecen por todas partes.
Ahora el más
rojo sol sobre las casas es un incendio
que habla.
En algún punto de estas
calles desoladas,
las cosas se niegan
a instalar
su entera luz,
la intensidad
del secreto tiene
el aire de cualquier ausencia.
En cuclillas, atento,
yo todavía espero
una pintura en la tela del aire.
Con un dedo
vuelvo a marcar el círculo luminoso
de un mundo.
En mis ojos de veinte años, todo
ilumina el país de ramitas
de su esperanza.
II Noche de otoño en verano
No pasa
una luna
en tus labios apenas
entreabiertos.
Mirando fijamente el rostro
de una piedra te ilumina.
Como una música,
ahora
se desliza un rumor
de hojas que corre
por todas partes.
Una mano empuja
una nube hermosa en el viento.
III. La noche derrotada que se va de mi corazón
Deseo y casa
Antes que navegue hacia la puerta del paraíso en un Paraná con aroma a tierra húmeda, está mi deseo de vivir a veces como un hombre invisible.
Yo me cubro los ojos con las manos y sonrío para adentro.
Yo hice de mi casa una isla de silencio
Larguísimos hilos de voces caídas
Apoyado contra el antiguo árbol de mi casa, pienso
que madurar es sentir la ilusión liviana de algo
seguro, una sentada calma, es sentirse de la edad del agua
y del fuego.
Busco un sitio naciente. Antes de empezar, me lavo
las manos con la intensidad de la luz de cualquier
esperanza.
En este sitio, entretejidos por la noche, hay larguísimos
hilos de voces caídas en las aguas de los secretos de familia,
han oscurecido el camino en el que regresa mi cabeza
desnuda.
(Del libro homónimo,
Barnacle, 2025,
Envío de Alberto Cisnero)
Fabián Herrero (Santa Fe, Argentina, 1965)

1 comentario:
Muy buenos poemas, no conocía a este autor. Gracias Marcelo!
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