jueves, 10 de enero de 2013

Ahora te escribo desde el fondo del mar


























HAY COSAS DE VOS que ignoraré por siempre.

Que cómo hiciste para sobrevivir al frío 
la noche en que el viento
voló tu techo.

Que cuánto esmero pusiste en reparar
los huecos de tu choza.

Que cuántos meses tenía tu hijo, 
el abortivo,
la mañana del crimen.

Que cuántos días separan 
las pascuas del perdón.

Que cómo es eso
de abrigarse con las ropas del abuelo
cuando se está solo y aterido.

El verano, también.

Que cómo fue dejarla ir.
Los pelos rojos y los ojos achinados.
El colectivo atestado de críos y pañales
camino a Bolivia.

Yo elucubro para saber
lo que no quiero que sepas.




VIENE CAMINANDO HACIA MI 
como de lejos
por el pasillo largo 
de la casa en ruinas.

Es de noche
y la luna
es un círculo inequívoco.

A merced de la luz y las sombras
con que ha dispuesto el tiempo
los huecos de ese techo
su cuerpo abatido
aparece
y desaparece.

Una luciérnaga abisal
que resplandece de noche.

Olga, 
le digo,
estos escombros ya
no son tu casa.
Ni vos sos vos.
Ni tu hijo es ya
mi padre.

Me sonríe como ausente
mientras junta pedacitos 
de revoque entre sus manos.

Me pide que le hable
de mi padre.

Impiadosa
le digo:

Es tu hijo 
y ha muerto hace una década.

Me mira 
y su parpadeo es
pesado y lento
como el ojo 
de una bestia milenaria.

Todo lo que es
ha sido,
agrego.

Y caminamos juntas
-pero a tientas-
la parte de la casa
que otrora fuera una cocina
repleta de familia.



AHORA TE ESCRIBO DESDE EL FONDO DEL MAR.

Un pez husmea sus narices en las mías.
Es rojo y en sus escamas ha pernoctado el 
sulfato.
Un hombre nada a lo lejos.
Desde la playa otro ha lanzado una red.
Un barco ofcial amedrenta las olas y avanza.
Desde arriba un policía grita por megáfono
el nombre de una mujer.

Es gracioso, pienso,
que se llame así:
“Estela”.

Sonrío. 
El pez abre grandes los ojos
y sonríe también.
Está contento.
Ha burlado a la red, al anzuelo, al señuelo.
(Los nombres de la cárcel).

Mueve jocoso las aletas 
y tras espiar el mundo submarino 
vuelve a mí ya como un perro 
que ha perdido a su amo.

Le digo: “Vamos”.
Y es hermoso ver su boca blanca
exudar burbujas transparentes.
La mujer que buscando han perdido
tiene enredado de liquen el pelo muerto.
Es verde y bella como una Ofelia.


(De: Praga en dos, Ediciones
La Eterna, Tucumán, 2012)

EL COLOQUIO DE LAS AVES


A Antonio Requeni

"Un pez nada 
a contrapelo del agua turbulenta
el río que lo conducirá al mar
si tiene suerte",
escribí.

"Tendré que consultarlo con los pájaros",
me dijiste
la noche que pensaste que había muerto
la poesía.

"¿Qué cosa?", pregunté
mientras brotaba
de tu brazo una pluma
y un destino.

"La poesía", respondiste
no a mí
al aire.

Acercándote 
besaste sin hablar
mi frente anonadada.

Y fue venia
la gota imperceptible
que posaste en mí
tal como el ave
que sedienta de río 
pica el agua
del pez lo mira
desde adentro.


[Extraído del libro "Como todo aquí"; en proceso de edición]


María Belén Aguirre (Argentina, Tucumán, 1977)



IMAGEN: Fotografía de Andrew Shpatak.


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