Ahora que mi padre ya no trabaja
lo veo ir a comprar el pan que nos alimenta. Cada día
de su vida unió las piedras del mismo camino
en su corazón de brillo silencioso.
Ahora que mi padre
tiene una bolsa en la mano
pesada la próstata
sus pies marcan siempre las diez y diez
¿será esa la hora a la que mi padre va a morir?
¿qué dicen aquellas piernas inestables
como su humor hace tiempo?
A su regreso
mí padre se sienta en el diván
para que el sueño le baje por el pelo gris
y la barba, lo envuelva desde los ojos húmedos
donde van a beber sus animales.
Las migas caen
una a una
a medida que mi padre come
la costra dorada del pan
y piensa en mañana
y en el amor que dio
sin hablar casi
sólo mirando.
(De "Razones para vivir en la dicha",
antología, 2013)
Verónica Pérez Arango (Buenos Aires, 1976)
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