El talismán
Después de la tormenta
te vi tomar una de
las piedras de hielo
y caminar rumbo al contorno
sombrío de la casa
Ponés la piedra
dentro del congelador
donde yo me asomo
a ver cada tanto aquel
resplandor crepuscular
Rastro de Grace
Después de años vuelvo a ver
algo que te pertenece:
el trazo de tu letra sobre
la madera de la mesa
que encierra dos nombres
dentro de un corazón tallado
como las líneas de la vida
en la mano
El nombre
Desde esta otra orilla
debe resultarle extraño
mi verdadero nombre
El sol del mediodía
le da en los ojos,
el estruendo del agua
la confunde
Un globo asciende
en el aire,
la mujer sonríe, con
alegría, con bondad
Lourdes
Las luces
del tablero
no me dejan dormir.
Me levanto,
tiro de la cadena del baño para
escuchar algo
que me despierte.
Pero doblamos
al llegar a la esquina
rosada siempre.
Y como a esta hora tomamos
una calle directa–
los faros la alumbran.
Casas
que llaman la atención
no sé por qué.
Conversación
en la oscuridad de la cabina.
Cigarrillo encendido.
Veo el perfil de todos.
La estanciera
–entrada al garage,
cada cual
prende luces,
el pasillo y la cocina
el patio, los dormitorios–
la perilla del televisor.
Al llegar
recordamos
poco.
Ensayo
Sentada frente a la ventana
a medida en que la noche se vuelca
dentro de la habitación
va quedándose cada vez más quieta
Los rasgos oscuros ganan lugar
y permanece allí mirándome:
soy su hoja húmeda que arrastro
mientras me voy, es su brillo
Abreviatura (I)
No es lo que todos creen,
en realidad no busco la belleza
Se ahoga y abre una ventana
Esta ventana (la toca)
Cansado busca un poco de aire
Imparte algunas órdenes en silencio
Se oía la hoja del afilador,
el rumor de la calle
Una nena que lloraba,
los insultos de la madre
Mediodía,
se va con un poco de sombra
Recuento de la luz sobre el piso de cemento:
“Vení a comer”
Comen en silencio
aunque plácidos –dos bifes–
Después vendrá
Sólo una llama
La soda que se mezcla
El efecto deseado sobre el blanco
Pan en el aceite, la escalera
de madera hacia el techo poco usada
Se prefiere subir por la reja de la ventana
Un pie a la cornisa Y sujetarse
de una de las vigas del tanque
Así Se llega más rápido
Abreviatura (III)
El cielo, un buen lugar por donde empezar
En la puerta
Ella desenreda las puntas
de su pelo marrón
Él tiene un paquete bajo el brazo
Una escalinata
con los pies pálidos de la mujer
El muchacho tiene un pulóver
grande
que se camufla
con el resto líquido
Ella respira
Se le nota en los hombros
E inclinándose un poco
suelta unas palabras
El hombre hace una señal
de comprensión
mientras empieza a girar despacio
para irse
Él tiene algo que hacer
Sin la obligación de regresar
O regresar dentro de un tiempo
–O de inmediato
Tiene un camino (mecanismo) en su mente
Ella también
Las paredes están llagadas
Los frentes parecen gárgolas
Biseles aceitosos en el cielo
Con la mirada helicoidal
del mismo centro
hacia direcciones opuestas
José Villa (Martín Coronado, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1966)
Los poemas que publicamos pertenecen a la primera parte de su libro "Escombro" publicado en 2015, por Club Hem editores, en la colección de poesía Ojo de tormenta.
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