MIS HERMANAS
ARMAR EL TEATRO ENTONCES
¿Dónde están las actrices?,
¿dónde está la tramoya, el vestuario?, lo que aquí veo son cuerpos truncos de
loza, yeso, trapo, piernas rotas, manos con los dedos quebrados, ojos azules
desteñidos, ojos de vidrio hundidos... (es que ha pasado el tiempo) ¿qué hacer
entonces?, buscar un manual, alguno habrá que nos enseñe a dirigir sus voces,
maquillarlas, arreglarles el pelo, cortárselo para que puedan ser a la vez
hombre-mujer-niño-niña. ¿Nos servirán estos ojos? Casi todos azules, siempre
húmedos. Bueno, así son las actrices, así son las muñecas.
Mira, a esta le levantaron el
brazo a la altura del pecho y está mostrando la juntura de sus articulaciones,
sus dedos están rígidos y el meñique quebrado, rubio-pajizo el pelo,
entreabierta la boca insinuando una lengua aguzada, dientecitos minúsculos, no
todo es candor, mira, tiene una cicatriz que baja desde la frente, atraviesa la
ceja y sigue mejilla abajo. Alguien quiso curarla pero hizo la hendidura más
profunda y el pegamento asoma como un río de lava.
Mira, esta otra tiene la trenza deshecha
y la mano con la palma hacia arriba en gesto pedigüeño, sentada así, con las
piernas abiertas, el delantal oculta una parte del pecho, por eso no sabemos si
es de loza o de trapo. Sus brazos están doblados a la altura del sexo, si es
que tuviera sexo, tampoco lo sabemos sólo lo adivinamos, porque ahí a las
muñecas las rellenan con una sarga tosca. Las piernas, como dije, abiertas en
tijeras.
Esta, la de la esquina izquierda ¿qué la destaca? Nada, solamente que
es rubia y se inclina.
Dejémosla.
Aquí hay otra, en la penumbra
parece que va a hablar, ¿qué nos dirá si apretamos su pecho?, ¿se quejará?, su
canesú anticuado, sus pliegues y la mirada azulosa nos hacen creer que sí, ¿qué
es lo que tienes?, ¿por qué lloras?, le decimos, si es sólo eso, el color de
tus ojos, el celeste que duele...
Pasemos a la otra.
¡Ah!, nuevamente eres tú, quieres
hablar, quieres ahondar, quieres saber por qué. Es el color el que provoca
pena, pero hay remedio, mira, te levantaré el vestido, te tocaré estos trapos a
los que han cosido tus brazos y te diré: sana sana, potito de rana, sana
sana, potito de rana
¿Ves que se pasa? Ahora tú tócate
el pecho con tu mano de loza, con tus deditos fríos gastados por el tiempo,
tócate el pecho y repite conmigo: ella se acercó a mí, rozó mi boca diciendo
que era un juego y me enterró las tijeras, me abrió estos trapos blancos y
descubrió el aserrín con el que estoy rellena, repite ahora las palabras y su
eco:
hermana dama
traición unción
¿qué es hermana? ¿qué es dama?
¿qué es traición? ¿qué es unción?
nada nada
¿qué son las palabras?
nada
a lo sumo aire cuando uno las pronuncia
cuando uno las escribe son nada nada
bueno, pequeña dama con ojos color de agua, ahí te dejo sobándote
tu pecho.
¿Qué más tenemos? Ah, la del pelo
de paja. Está más alegre ahora, sus brazos se han juntado y parece que
aplaudiera, aunque sabemos que eso no lo puede hacer, a lo más mostrar sus
dientecitos. Tomada de perfil sus pestañas negras llegan hasta la frente. Es
una exageración, pero así son las pestañas así son las muñecas.
Soledad Fariña
Soledad Fariña. Poeta chilena, nació en Antofagasta, en 1943. Estudió
Ciencias Políticas en la Universidad de Chile y Licenciatura en Filosofía y
Letras en la Universidad de Estocolmo, Suecia. Ha publicado los libros de poesía El primer libro (Amaranto, 1985);
Albricia (Archivo, 1988); En amarillo oscuro (Surada, 1994); Narciso y los
árboles (Cuarto Propio, zooi); Donde comienza el aire (Cuarto Propio, 2006); Se
dicen palabras al oído (Torremozas, 2007); Todo está vivo y es inmundo (Cuadro
de Tiza, 2010); Pac pac pee pee (Literal, 2012) e Yllu (Lom, 2015). También ha
publicado el libro de relatos Otro cuento de pájaros (Las Dos Fridas, 1999);
las antologías de poesía La vocal de la tierra (Cuarto Propio, 1999) y El
primer libro y otros poemas (udp, 2016); el ensayo Una reflexión mestiza desde
la escritura de cuatro mujeres chilenas (Universidad Católica del Norte, 1994);
Ahora, mientras danzamos (Pequeños Dios, 2012), un libro de sus versiones sobre
poemas de Safo, y el texto dramático ip8y (Das Kapital, 2015). Ha sido
coeditora de Una palabra cómplice: encuentro con Gabriela Mistral (La Morada, Cuarto
Propio e Isis Internacional, 1992) y de Merodeos en tomo a la obra poética de
Juan Luis Martínez (Intemperie, 2000). Algunos de sus textos han sido traducidos al
inglés y están incluidos en la antología Women’s Writing in Latinamerica,
Westview Press, Colorado, 1991. En 1992 se publicó en España una edición
bilingüe en catalán y castellano de Albricia, Ed. Derzet y Dagó, Valencia. Sus
poemas han aparecido en diversas antologías de poetas chilenos. En el año 2006
obtuvo la beca otorgada por la Fundación John Simon Guggenheim. Durante diez
años (2002-2012), dictó un taller de poesía en la Escuela de Literatura
Creativa de la Universidad Diego Portales y, entre el 2005 y el 2010, clases de
literatura infantil en la Universidad de Chile.
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