sábado, 4 de enero de 2014

NO ERAS UN VIAJERO INGLÉS





















AL COSTADO DE LA RUTA CUARENTA

Narre lo que narre ha entrado el otoño en su pupila insolente, 
desafina al ver el alambrado yace de viaje en la banquina. 
El auto que a tantas partes lo llevo esta roto, 
esta solo en la huella, en el maldito espacio 
que Darwin recordó en la vejez.

Tatuaje imborrable que llevará siempre,
territorio que no se deja amar, que lo repite,
eructa, vomita, lugar que lo deja a un costado,
mirando tierra, piedra, no sabiendo que hacer con sus dedos.

Esas manos son un reloj de arena sin fondo
donde se escurren pueblos, heladeras, camas, bolsos, jabones.
El aire no es una mujer, el viento no es un harén de mujeres,
el alambrado no es el mástil de guitarra extenso
y esta ruta nunca cumplirá cuarenta y uno.

Ahora es solo un punto a cero kilómetro de velocidad,
con el viento pegándole en el rostro,
con arena adherida al sudor,
dados sobre una bola de pasto seco,
suerte echada en el horizonte que se abre de piernas
para juntar los rebaños de ovejas con el cielo.

Ya sin esencia no huele a viajero,
el auto pierde el color y pronto sera carcomido
por la rapiña del óxido.
No hay mas viaje, nafta, velas, ni altas
luces, esbeltas, top.

Ni marcadores que den la hora en kilómetros, ni 
kilómetros que den con el lunar de la mujer 
perfecta.

Muchacho complejo, bestia árida, 
se vaciaron tus ojos de camino 
y el lenguaje de ruedas te olvidó en esa soledad

plus cuam perfecta.



CAMINO A JUNIN DE LOS ANDES

Pensaba en el amor
cuando paré al costado del camino.

Nevaba
hice crujir mis botas
en el manto acumulado.

No voy a mentir
no dibujé tu nombre en la nieve.

Hombre a vapor 
manos al bolsillo 
caminé varios metros 
fui menos inseguro y feliz.

El horizonte eras vos, etc., me mentí,
ya con el auto en marcha.

La nieve siguió cayendo suavemente
prendí la radio
cuando ya se veían muy cerca
la primeras casas de Junín.



EL ULTIMO RESQUICIO FELIZ

Cuando el viaje ya no era decir que los griegos esto, 
que Ulises aquello, demasiado occidental y prevenido 
abrió su bragueta al mediodía.

Lo demás fue sencillo, un pequeño temblor, 
y las gotas acabando con el viaje, 
luego la mujer hacia el baño de la Shell, 
luego el silbido frente al espejo.

- tarde rubia - dijo, mientras se peinaba.

Ese fue el ultimo resquicio feliz, 
después sólo luces altas, noche, 
y la distancia, 
todas en su cueva, 
veloz.


Raúl Mansilla



Raúl Mansilla, poeta argentino, nació en Comodoro Rivadavia (Chubut) y actualmente vive en Neuquén capital. Ha publicado Mariaísmo (1984), editado por la Universidad Nacional del Comahue; De la construcción de mitos y otros sucesos (Puerto Madryn, 1988, editado por el Fondo Nacional de las Artes; Las estaciones de la sed (Ultimo Reino, 1992), El héroe del líquido (Ediciones del Dock, Bs.As., 1999); los libros artesanales: Ojos rojos y No eras un viajero inglés (Libros Celebrios, 2004. En 2012, publicó Oralidad esquizoide, en Ediciones del Genpin. Ha publicado en diversas antologías de Argentina y el extranjero.



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