sábado, 1 de diciembre de 2018

AÚN HOY...




2

Aún hoy, si viese
una vez más su cara de luna
llena de fresca juventud,
sus senos erguidos,
su transparente belleza,
su cuerpo abrasado
por el fuego de las flechas
del Revoltoso Amor
refrescaría sus miembros,
ahora mismo.


6

Aún hoy
si pudiera contemplar
su cuerpo esbelto
consumido por la larga separación.
sus ojos dilatados
casi hasta las orejas, ceñiría,
miembro a miembro,
su cuerpo con el mío
y no abriría los ojos
ni aflojaría el abrazo prolongado.


7

Aún hoy la recuerdo,
coreógrafa de la danza erótica,
curvada por el volumen de los pechos,
 por las nalgas redondas,
con su cuerpo delgado
agitado por la voluptuosidad
y su cara hermosa
como la luna llena,
cubierta por una redecilla de mechones
en desorden.


8
Aún hoy la recuerdo
echada sobre la cama.
Exhala el perfume
que resulta al mezclar
la fragancia del almizcle
con el suave ungüento de sándalo,
y cierra sus lindos ojos
mientras nuestros labios se besan
al igual que se juntan sus pestañas.



9

Aún hoy recuerdo
sus grandes ojos lascivos
en el momento de la penetración,
sus labios traviesos
enrojecidos tras beber el vino.
Recuerdo, aún hoy,
su cuerpo grácil,
al que aplicó cosméticos de azafrán y almizcle
y su boca llena de betel y alcanfor.


23

Aún hoy
si al terminar el día
viese una vez más a mi querida,
la de los ojos de cervatillo,
ostentando sus senos como cántaros
rebosantes de néctar,
renunciaría
a la felicidad del reino,
a la del paraíso
y a la de la beatitud final.



25

Aún hoy
recuerdo su cuerpo
abrasado por el ardor del deseo,
por la vehemencia irresistible.
Aún hoy la presiento
pegada a mi piel como ropa mojada.
Ni por un momento
olvidaré a mi niña,
más apreciable que la propia vida,
digna ahora de compasión,
desamparada, sin esposo.


30

Aún hoy recuerdo
a la de bien formados dientes
levantando su cabellera.
Los labios de su vulva
me protegen de la insolación del deseo
y me mantienen así con vida.
Aun en la separación momentánea
es ella para mí como un veneno,
y una unción con ambrosía
en el encuentro renovado.


46

Aún hoy no olvidaré,
ni de día ni de noche,
su talle esbelto como un altar sacrificial,
su cuerpo adornado con composturas
de múltiples diseños y colores.
No la olvidaré nunca, despierta tras dormida
trae sus senos elevados
como cántaros llenos de ambrosía.




Bilhana

(Del libro: Los cincuenta poemas
Del amor furtivo, Hiperión, 2007;
traducida del sánscrito,
por Óscar Pujol)


Bilhana (Cachemira, Siglo XII). Poeta real de la Corte del rey Vikrâmâditya, en la India medieval, de la dinastía situada en la que hoy es el estado de Karnataka.  Cuenta la leyenda que el rey le encargó a Bilhana la educación de su hija, una lolita que deslumbró a su maestro. La enseñanza de las “ciencias del erotismo”, era una de las enseñanzas indispensables, en aquella sociedad. Bilhana, de a poco va llevando a su alumna de la teoría a la práctica. Se establece así una apasionada relación, que luego es descubierta por los cortesanos, quienes le informan al rey. El rey condena a a Bilhama a morir por empalamiento. El cadalso estaba ubicado al final de una escalera de 50 escalones. Al ascender por ellos, el condenado empieza a recitar sus poemas: uno por cada escalón. Al llegar al último escalón, el rey conmovido por la honradez de su sentimiento y la belleza de sus poemas, le perdona la vida y lo autoriza a casarse con su hija.  



IMAGEN: Novia hindú enjoyada.






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