Criatura dulcísima de ayer,
habitada de pájaros.
Niña sin nada,
asomada a una rosa.
Te miro desde mí.
Te me pareces.
Con vestido de seda
y un asombro encendido que dura
todavía.
La luz desbaratada de la tarde
me trae siempre a vos.
Me reconozco aún en la ternura
de tu boca que calla
lo que dicen tus ojos.
Dulce estás.
Sólo miras.
Créceme el corazón
detenido en tu asombro.
A Olivia Baroli,
mamá
(del Libro: "Sólo de garzas y otras levitaciones",
Ediciones Ríos al mar, 1998)
IMAGEN: Retrato, pintura de Emil Nolde.
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