El centro exacto
Esta es nuestra casa del Sur,
la casa donde escribo el poema.
Este punto en el piso
es el centro de la casa,
la casa que es el centro del pueblo,
el pueblo que es el centro del país.
Para decirlo con claridad, medido
con la mayor precisión poética posible:
este lugar es el centro mismo del mundo.
Me paro sobre el punto visible
pero disimulado en el piso de la casa
y sonrío: nadie más que nosotros
tiene el privilegio de conocer
este dato revelador
Los que se lanzan al camino
Después de haberles dado un respiro
a las palabras saco el capuchón
de la lapicera, abro la libreta de bolsillo
y escribo de corrido: “Dichosos los que saben
cómo son las cosas, con qué pormenores
van a encontrarse cada mañana, y piedad
para los que ignoran los detalles,
los que se lanzan al camino”.
A veces nos perdemos en el camino,
a veces las palabras se pierden
en el camino donde nos perdemos
y tenemos que aprender a hablar de nuevo.
¿Para qué? Para saber a quién le hablamos,
para saber de qué hablamos y cómo lo hablamos,
o para no saber, aunque hablemos.
Hay palabras que no tienen opciones:
ven una puerta abierta y quieren salir,
ven una puerta cerrada y quieren salir.
Perro negro tallado en la nieve
Si al galgo negro le dijera que en estos días animados
es posible concebir la realidad con libre albedrío
me diría que los juegos de palabras no son lo mío.
No es necesario engañar a nadie con el lenguaje,
esa especie de conciencia crítica en la memoria.
Las cosas tienen su maravilla y su complicación
y los sueños no se pueden torcer en el sueño.
Las palabras piden estar donde las cosas suceden:
quieren seguir en escena, despiertas y fantasiosas,
con sus ropas y sus historias para ponerse.
El poema se talla como a un perro negro en la nieve.
Trabalenguas
Mis hijos construían trabalenguas como poemas
con una música o sonoridad inesperadas.
Los poemas que yo escribía no les servían para leer,
eran cerebrales y sesgados para la edad,
se los daba para jugar y ellos los desarmaban
como antes de haber sido escritos:
recorrían un camino inverso pero equivalente.
¿Y no era eso, también, un hecho
al que pudiera llamarse poético
Calles donde vive gente
Llego a un pueblo, vuelvo a un pueblo.
Camino hasta detenerme ante una puerta blanca:
ya no está mi padre, ya no está mi madre.
Lo que veo es lo que veían en un final anticipado.
Hay otras casas y otras puertas: no llamo, para qué.
Es lo que ve y lo que le pasa al ojo que ve.
En cada uno de nosotros hay una realidad por hacer,
pero a veces al futuro lo sentimos en la espalda:
los pies van corriéndose de lugar y se deslizan
por calles con demasiados recuerdos donde vive
y habla gente que murió hace mucho tiempo.
Recuerdos
Theodore Sturgeon, sí, no debe de ser agradable
descubrir que se tienen los recuerdos de otro.
Lo leí en tu libro Más que humano
Hay personas que nos encontramos tan necesitadas
de recuerdos como otras de olvidarlos.
Pero nunca se sabe con el pasado.
El cerro
Salvo en sueños, nunca subí al cerro;
algún día voy a subirlo con mis pies reales.
El cerro es de piedra negra en lo más alto
y de tierra en la cuesta, donde hay matas
con flores silvstres y agua que brota clara.
El cerro es imponente, elevado
sobre el caserío y las calles arboladas,
y es orgulloso, silba con el aire y se aturde
cuando el temporal lo pone de mal humor.
Cada uno tiene su cerro personal,
toda una vida al pie del cerro.
Un día se vuelve una tentación caminar
por esa cuesta empinada para llegar a la cima.
Pero la gracia, la verdadera gracia,
no consiste en tenerlo solo de compañía
sino en saltarlo como a una valla
que interrumpe la vista o el camino.
Digo que lo haré, que debo hacerlo.
¿Quién puede olvidar un cerro?
¿Quién puede negarlo?
Solo es necesario saber, exactamente,
dónde se encuentra el cerro.
(Del libro homónimo,
La Carta de Oliver, 2025
Gentileza del autor)
Juan Carlos Moisés (Sarmiento, Chubut, 1954).
Pueden LEER la biografía y más poemas en entradas anteriores.

5 comentarios:
Gracias Marcelo, quedo gratamente sorprendido. Los copio para reelerlos.
Gracias por comentar, Alberto. Copie nomás. Los poemas están para compartir.
"El centro exacto". Me parece que entiendo tu amistad con Cristian. Excelentes poemas. Abrazo grande!!
Uy... Marcelo. En un rapto de belleza le respondí a Juan Carlos. Pero bravísima tarea la tuya, de andar por la poesía, resaltando.
Gracias por comentar, Ricardo.
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