martes, 2 de agosto de 2022

EL VIENTO QUE HAY ACÁ AFUERA (III)

 Dedico este libro a mi pueblo natal.

Después del invierno


Volvieron los patos a la laguna, los teros
al campito y los peces a desovar en el río;
no es todo y no es poco lo que se puede ver
antes en la acción que en la contemplación.
Ahora los días son más largos y las noches
más cortas, también para mí llega rápido
la mañana, me levanto y mientras el agua
se calienta en la hornalla salgo y voy
al encuentro de la retama, del pino azul,
del ciruelo de jardín, la mirada quiere ir
hacia los álamos brotados de hojas y seguir.
La sensación es de contento por el nuevo día.
Sonrío sin saber por qué sonrío
y sin saber el porqué, dejo de sonreír.
A veces lo veo, a veces no lo veo: el final
siempre se resuelve como tragedia.

En eso me quedo pensando, cuando han vuelto
los patos a la laguna, los teros al campito
y los peces a desovar en el río.




La Vaca lloraba

La música sonaba sin variaciones,
y no eran distintos los sonidos de los vasos
de las voces que se entrechocaban.
Hombres y mujeres jóvenes se divertían,
unos estábamos acompañados y otros tenían
buena compañía en un mal momento.
La Vaca lloraba como un chico
por una mujer que lo había rechazado.
Alguien de la mesa de al lado se reía
por ese llanto atormentado de un hombre.
El que estaba reconfortando a la Vaca
agarró al otro de las solapas y lo amenazó
masticando las palabras con rabia:
¿Te rompieron la cara alguna vez?
El otro no dijo nada, qué iba a decir.
Lo soltó, le dijo si sabía lo que era el dolor,
le dijo si sabía lo que era el amor.
Estoy borracho, dijo la Vaca
con unos cuantos tragos de más.
Borracho de amor, dijo su amigo.
Hay mujeres que se pelean por uno
y nos enamoramos de mujeres que no se fijan
en nosotros, ¿no es cruel?, dijo la Vaca.
No sé qué es el amor, dijo el otro, avergonzado.
Mejor que no sepas, dijo el amigo.
Quise decir algo, hubiera tenido que elevar
la voz para que pudieran oírme,
no me animé, quién era yo
para no creer en “la pureza de lo fortuito”.


Citas: Richard Wilbur, “Parábola”.

Fotos del álbum familiar 2


La foto es blanco y negro, dentados los bordes,
la foto ríe porque mi padre ríe en la foto,
está viva su risa, su cara, sus ojos que ríen,
no es extraño que siga riendo con los años
y que su nariz árabe acompañe la risa.
No lo dijo, pero es como si hubiera dicho
A la vida no se le habla de rodillas.
A la muerte no se le habla de rodillas.
¿Por qué?
Porque de rodillas no se habla.
No tenía humildad con estas cosas
y no era su preocupación errar en la alegría.

Hace algunos años, en un día de invierno,
la cara helada que besé por última vez
tenía una sonrisa que daba pena despedir,
sonreía como los que se quieren quedar a vivir
para siempre en este mundo que pocas veces ríe.



(Del libro: "El viento que hay acá afuera"
La Carta de Oliver, 2021)
Juan Carlos Moisés



Juan Carlos Moisés. Poeta argentino nacido en Sarmiento, Provincia de Chubut, en 1954. Los libros de poesía más recientes son: El jugador de fútbol (2015) y Conversación con el pez (antología, 2017 y 2021). Notas sobre poesía: Una lucha desigual con las palabras (2016). Cuentos: Baile del artista rengo (2012) y La velocidad de la infancia (2018). Obras de teatro: Desesperando (2008) y Pintura viva, El tragaluz, La oscuridad (2013). Durante la pandemia, en el ciclo “Yendo de la escena al living”(Mendoza), se presentaron por streaming sus obras Mate frío (2000) y Mendigos del agua (2021). En su pueblo natal, entre 1990 y 1998, dirigió el grupo de teatro Los comedidosmediante,con presencia en festivales del país y en las Fiestas Nacionales de Mendoza, Tucumán, Catamarca, y en el Teatro Nacional Cervantes.En 2020, una selección de su obra plástica fue publicada en la revista-blog op.cit.


(Pueden LEER más de la biografía, en una entrada anterior del autor.)


 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Juan Carlos Moisés, mi admirado poeta, conmovedor cómo siempre en todos sus libros