SUCESIONES
Biancchetti sabe que hay un extraño
viviendo en su casa
–en su propia casa–
al que su ex mujer recibe
en el rectángulo de la cama
usa lavabo y espejo cada vez que se afeita
–lo que más le molesta es el espejo–
y hasta grita cuando se enoja
y el grito queda en la casa
resonando
Biancchetti imagina cómo el fulano
sentado a la mesa
enciende un cigarrillo, toma café
habla con otra gente tan extraña como él
y cuando habla
dibuja círculos imaginarios con las manos
Supone a su propio hijo
una mañana clara de domingo
arrojándole a ése
su pelota
de la única forma que un chico arroja una pelota:
con una sonrisa
Biancchetti sabe
–y se encoge de hombros–
que también en la casa del extraño
–en la propia casa–
ahora vive un segundo extraño
y con la mujer de su extraño
y con el hijo
hace las mismas cosas que él
EL ANTIGUO MURO
a Milena, que quizá intente comprenderlo.
A veces me recuesto contra el muroy duermo pesadillas
Su sombra
alienta a las figuras monstruosas
Hembras que despliegan alas
con un golpe de trapo
con garras aprietan tu cuerpo desnudo
y se lo llevan muy lejos de mí
Pero despierto
y el problema de la lejanía
no es el falso incremento
sino la inmutabilidad
Mi amor por vos, en la arena del domador
es una fiera que quiere
superar el cerco del látigo
El muro es tan antiguo
como que está hecho con piedras
de la cantera del miedo
Pero el haber develado la soledad
igual que un ciego ordena
los objetos y los espacios en una casa nueva
me ha enseñado
que los monstruos del silencio
sólo son sueños
y que del otro lado del miedo
no hay nada
EMOCIONES
Andate!, gritó ella
El hombre se tomó su tiempo
Sabía que eran las últimas cosas que hacía
dentro de la casa de Biancchetti
encender el cigarrillo
agacharse a recoger la valija
incorporarse mirándola con burla
Se echó atrás el pelo
que le había caído sobre la cara
dio media vuelta y salió
Nuria Almada ex de Biancchetti lloró
desahogada y con miedo
liberada por fin, pero sola
para enfrentarse consigo
sola
Trasnochante percudido de perfumes baratos
se decía
rubio jugador
Le toleró los gritos
las partidas de loba a veinte dólares la mano
aquellos turbios amigos
en la cocina de la casa
pero la ponía a amar de bruces
y ella se olvidaba del hijo
dormido en la habitación de al lado
y gritaba
Siempre comparaba al rubio con Biancchetti
pobre Biancchetti
ese don nadie, ese objeto
que cualquier mujer podría olvidar
colgado del perchero de una peluquería
No obstante, tuvo que echar al rubio
Dos días atrás le pegó al chico
un coscorrón, nada
pero había que liberarlo de su mala influencia
y a ella de la esclavitud consentida
del solaz malsano a fuego y sudor
Basta!, gritó
Quiso maquillarse antes de salir
pero ya no se pudo ver en el espejo
Los hombres que antes le dedicaban
obscenas promesas imposibles
ni siquiera la miraban por la calle
La vendedora de zapatos pasó
junto a ella y al pasar
un leve viento
movió un pliegue de su falda
Entonces levitó, no tenemos testigos
digamos que
sus doloridos pies en las sandalias viejas
se elevaron
nada
apenas
unos pocos centímetros del piso
Sergio Ferreira
Sergio Ferreira es un poeta, ensayista y narrador santafesino. Publicó en varias ediciones colectivas. Entre sus libros individuales se destacan En el país de las máscaras (2000), Éxodos (2006) En la madriguera del fuego (2007) y Canción del abandono (2011) y Molly precisa un blues (2012) y La Heredad (2016). En prosa, escribió, entre otros libros: “La Dignidad y otros relatos” (2009); “Momentos de la Historia argentina (1900/1955)” (2013) y “Les mauvaises fréquentations” (Estudio introductorio a una selección de obras de Roberto Arlt – Ediciones OMBÚ – Toulouse – Francia) (2015). Ha sido coordinador del Taller Literario "Temps Era Temps" (1998-2015) y Director del Fondo Editorial Cooperativo "Los Juegos del Temps” (2003-2015).
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