Así tituló su séptimo libro, Roxana Kreimer, que a través de su exitoso canal de Youtube y sus redes se convirtió en una referente de la disidencia dentro del feminismo en el mundo hispanoparlante. La filósofa advierte sobre las inconsistencias del feminismo hegemónico.
ENTREVISTA de Nancy Giampaolo. Periodista y guionista -Fuente: Perfil (el
Observador) 22-01-2021.
Licenciada en Filosofía y Doctora en Ciencias Sociales, Roxana Kreimer acaba de publicar “El Patriarcado no existe más”, su séptimo libro. A través de su exitoso canal de Youtube y sus redes se convirtió en una referente de la disidencia dentro del feminismo en el mundo hispanoparlante.
—¿Podría resumir brevemente la idea “El
patriarcado no existe más” que da título a tu libro?
—El libro muestra a partir de
numerosos estudios científicos que en Occidente las mujeres no padecen una
opresión sistemática por parte de los hombres. No es que no haya sexismo o
desventajas puntuales, sino que son padecidos tanto por mujeres como por
hombres. En un estudio realizado por Stoet y Geary en 2019 en base a datos de 134
naciones que representan a 6.800 millones de personas, se observó que los
hombres tenían más desventajas que las mujeres en 91 países, mientras que las
mujeres tenían más desventajas que los hombres en 43. El índice que manejan se
centra en tres factores: oportunidades educativas, esperanza de vida sana y
satisfacción total con la vida. El estudio encontró que los países
desarrollados son los que tienen mayor igualdad de género, con una ligera
ventaja para las mujeres. En los países menos desarrollados, las mujeres suelen
estar peor que los hombres, en buena medida por no acceder a una buena
educación. Si bien no es el primer libro que analiza esta cuestión, de los
publicados hasta ahora es el que recorre un espectro temático más amplio.
Comienza con una explicación de las predisposiciones biológicas diversas de
hombres y mujeres, algo que el feminismo hegemónico niega, y desarrolla temas
como el de la brecha salarial, el acceso a cargos jerárquicos, las profesiones
que en promedio más eligen hombres y mujeres y los cupos, entre muchos otros.
—¿Me da un ejemplo de los
datos errados del feminismo hegemónico que cuestiona? —
Sostiene que hay una brecha
salarial que se explica porque las mujeres cobran menos por el mismo trabajo.
No hay ninguna evidencia de que esa disparidad exista a nivel sistemático. La
brecha es una diferencia de sueldos sin control de variables: se divide el
total de ingresos laborales femeninos por cantidad de mujeres, y se hace lo
mismo con los hombres. Luego se los compara, sin tener en cuenta horas
trabajadas (las mujeres en promedio consagran menos horas al mercado laboral,
según el informe del propio Ministerio de Trabajo de 2017), tipo de empleo
(hombres y mujeres eligen en promedio trabajos diferentes, que no
necesariamente se pagan igual), edad en que las mujeres se convierten en madres
-momento en el que las que pertenecen a los grupos económicos más favorecidos
disminuyen la cantidad de horas que trabajan fuera de su hogar-, entre otras
variables.
—Otro tema importante de la
agenda del feminismo es el que plantea que las mujeres encuentran trabas para
acceder a los cargos directivos...
—Tampoco hay evidencia de que
esto ocurra a nivel sistemático. En los oficios en los que las mujeres están
sobrerrepresentadas, ocupan la mayor parte de los cargos directivos. Es el caso
de la carrera de Traductorado público de la UBA, el de las instituciones
docentes o de psicología, el de los negocios de venta de indumentaria o de
plantas, el de los jardines de infantes o el de la Defensoría de menores del
Ministerio Público Fiscal. Hay otras razones: una importante es que la mayor
parte de las mujeres son madres y ocupar un cargo directivo a menudo implica
consagrar muchas horas a trabajar fuera de casa, lejos de los hijos pequeños.
Cuando tienen oportunidad de trabajar a tiempo parcial, la mayoría lo prefiere.
Otra razón importante es que el feminismo hegemónico ignora que en todas las especies
en las que la hembra invierte más tiempo y energía en la reproducción, ellas
son más selectivas (entre humanos para acceder a una relación sexual), los
machos compiten por el acceso a las hembras, que suelen preferir a los que
tienen estatus y/o acceso a recursos. Este rechazo de una perspectiva
evolucionista hace que se juzgue como sexismo que en promedio hombres y mujeres
tengan numerosos intereses diferentes y, por tanto, a menudo elijan profesiones
distintas. Biología y cultura interactúan, pero ignorar la biología es como
dedicarse a la física e ignorar algo tan básico como la noción de partículas.
—De un tiempo a esta parte, se
pasó de hablar de "feminismo" a "feminismos", pero el que Ud. representa nunca está incluido en esa pluralidad. ¿Por qué cree que sucede?
—Porque a nuestro país todo llega
tarde y porque el feminismo hegemónico carece de voluntad para revisar la
evidencia empírica en la que está basado. En su tesis del 2006 la socióloga
española Ana León-Mejía caracterizó al feminismo disidente como el que destaca
que muchos estudios de género carecen de rigor científico y tienen deficiencias
de calidad que se trasladan a los departamentos de estudios de la mujer de las
universidades, cuyos contenidos están limitados por la censura de la corrección
política, cultivan el victimismo y han creado un estado de alerta y crispación
extendiendo los conceptos de acoso y agresión sexual más allá de lo razonable.
—Otra cuestión sobre la que
usted tiene una visión a contramano de la mayoría de las referentes feministas
es la legislación argentina y el sesgo patriarcal en beneficio de los varones
que proclama el feminismo institucional...
—Con la sanción de la ley sobre
el aborto, no es posible señalar una sola ley argentina que perjudique a las
mujeres en relación a los varones, mientras que ellos se jubilan cinco años más
tarde pese a morir en promedio siete años antes, padecen toda suerte de trabas
legales cuando sus ex esposas obstruyen el vínculo con sus hijos, rara vez ganan
los juicios de tenencia, el último párrafo del artículo 80 de nuestro código
penal impide la aplicación de atenuantes como la emoción violenta cuando un
hombre que asesinó a una mujer previamente había realizado actos de violencia
física contra ella, pero permite esos atenuantes si la que ejerció previamente
la violencia física y luego asesinó a un hombre es una mujer. El inciso 11 del
mismo artículo pena con prisión perpetua el asesinato de una mujer, es la
conocida ley de femicidio-, pero como homicidio simple (de acuerdo al artículo
79) si la que mata es ella en idénticas condiciones. Diversas abogadas
feministas quieren que se legisle como legítima defensa el asesinato de un
hombre dormido, si él anteriormente fue violento con ella. Pero nuestra legislación
criteriosamente considera legítima defensa solo la que tiene lugar en el
momento de la agresión.
—¿Cuándo y cómo empezó su
interés por el feminismo?
—Cuando la comunidad escéptica
comenzó a evidenciar que el feminismo estaba "flojo" de datos. Luego
descubrí que la filósofa Christina Hoff Sommers había mostrado en su libro
“¿Quién se robó el feminismo?” que diversos estudios de género carecían de
rigor científico, y lo que terminó de decidirme a investigar el tema es que dos
renombradas feministas que yo conocía, Diana Maffía primero, y Dora Barrancos
más tarde, entre muchas otras que busqué contactar tiempo después, no se
mostraron interesadas a dialogar sobre estos temas cuando se los propuse.
—¿Por qué está ahora
discutiendo cada vez con mayor potencia algunos discursos liberales,
neoliberales y libertarios? Las feministas mediáticas o las que ocupan cargos
dentro de dependencias gubernamentales no suelen debatir con usted. ¿Qué pasa
con los libertarios? ¿La enfrentan?
—Cuando terminé el libro, en mi
canal de Youtube comencé a examinar la inconsistencia de los datos que manejan
los conservadores y los libertarios de derecha. De parte de muchos de ellos
recibí toda suerte de agresiones y trece videos de respuesta a uno en el que
caracterizaba el liberalismo. Agradezco de todos modos que vean mis videos,
algo que en general no logro con las feministas, que directamente me cancelan.
La tarea del filósofo es la de zumbar en el oído de sus contemporáneos. Si
ladran, es señal de que voy por el buen camino.
"Una de las traiciones más graves de la izquierda al proyecto ilustrado fue que en su afán de defender grupos con diversas identidades (mujeres, gays, extranjeros) dejó por el camino la categoría universal “ser humano”, condición de posibilidad para cualquier proyecto humanista. Nadie debe ser tratado en base a generalizaciones sobre su sexo. Mi una mujer ni un varón. Contra esta injusticia luchó el feminismo en sus inicios. Pero es necesario recordarlo- cuando tantos actos de discriminación sustituyen a la palabra “mujer” por la palabra “hombre” y parece que hubiéramos retrocedido a fines del siglo XIX. La única diferencia es que en vez de descalificar a las mujeres diciéndoles “puta”, se menosprecia a cualquier varón con el insulto “violador”, como en el caso de un video que se viralizó en Twitter en el que una mujer le dedicó ese insulto a un hombre que defendió a un perro de la patada que ella le propinó en el tren.
(Fragmento del
libro:El patriarcado no existe más)
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