Gustav Mahler
¿El pop era idiota o subversivo? Probablemente ambas cosas a la vez. ¿Vivimos todavía en esa época?
Por Damián Tabarovsky
(Fuente: www.perfil.com)
En sus Recuerdos, Alma Mahler describe una escena junto a Gustav Mahler
(*), que a mí siempre me pareció fundante de cierta tradición. Están en el
Hotel Majestic de Nueva York en el invierno de 1908, y escribe: “Al oír un
ruido confuso, nos asomamos a la ventana y vimos una larga procesión por la
ancha calle que bordea el Central Park. Era un cortejo fúnebre de un bombero,
de cuya heroica muerte nos habíamos enterado por los periódicos. Los que
encabezaban el cortejo estaban casi directamente por debajo de nosotros cuando
la procesión se detuvo y el maestro de ceremonias avanzó y pronunció una breve
alocución. Desde la ventana del undécimo piso solo podíamos conjeturar lo que
decía. Hubo una breve pausa y luego un golpe de tambor enfundado, seguido de un
silencio de muerte. Luego la procesión siguió su camino y todo terminó. La
escena nos arrancó lágrimas y miré ansiosamente hacia la ventana de Mahler.
También él se había asomado por la ventana y por su rostro corrían las
lágrimas. El breve golpe de tambor lo impresionó tan profundamente que lo usó
en la Décima sinfonía”.
A mí
se me hace que ese día comenzó el pop. Por supuesto, cualquier corte histórico
es arbitrario, puede ser en un momento o en otro, y nunca es producto de un
acto aislado (el mito del artista genial) sino que forma parte de un proceso
por el que una época se reformula, hay un quiebre y por ese hiato, como un
acontecimiento o como el viejo topo de Marx, irrumpe la novedad. Pero en la
escena de Mahler se atisban varios de los rasgos que, luego, van a reaparecer
en las vanguardias históricas y, a mediados del siglo XX, en el pop propiamente
dicho: la inclusión de lo bajo en lo alto (el tambor callejero en la Décima
sinfonía), la centralidad de los medios masivos (“De cuya heroica muerte nos
habíamos enterado por los periódicos”); la ciudad como escenario definitivo (el
gran hotel, el undécimo piso); la ficción de la vida tocando al arte sin
mediación intelectual alguna.
Ahora bien, si la inclusión de lo bajo en lo alto (y viceversa) hubiera
significado solo eso, la posibilidad de hacer lindar ambos bordes, de que cada
tradición se apropie de rasgos de la otra, el pop no habría tenido demasiado
interés. Pero si la cultura pop tuvo alguna fuerza corrosiva fue por ir más
lejos que esa mera alteración de los factores. En sus mejores momentos el pop
ha sido una pedagogía capaz de señalar el impensado de cada tradición. Su
fuerza residía no en afirmar que alto y bajo son lo mismo, que no hay
diferencia entre uno y otro, sino que, aceptando esa diferencia, demostraba
radicalmente que siempre en lo alto se encuentra algo de lo bajo, que siempre
en la filosofía hay bêtise, y que el tarareo de una tontuela canción de amor
también encierra dramas de profunda tragedia.
En el pop existió siempre un conflicto entre una dimensión crítica,
contracultural, inasimilable, y una eficiente adaptación al mercado y al
consumo (su encanto residía en que no se sabía dónde empezaba una faceta y
dónde terminaba la otra). Era en esa doble pertenencia donde se jugaba su
gracia perturbadora. ¿El pop era idiota o subversivo? Probablemente ambas cosas
a la vez. ¿Vivimos todavía en la época del pop? A veces tengo la impresión de
que ese tiempo terminó. Como terminó también esta columnita, atrapada por la
tiranía de la falta de espacio en el periodismo.
Damián Tabarovsky (Buenos Aires, Argentina; 1967) es
un escritor, traductor y editor argentino, muy celebrado por su ensayo: Literatura de Izquierda, Beatriz Viterbo,
Buenos Aires 2004. Reedición con un prólogo de Martín Kohan: Ediciones Godot,
2018; entre otras obras.
Gustav Mahler (Kaliste, actual República Checa, 1860
- Viena, 1911) Compositor y director de orquesta austriaco. En una ocasión,
Mahler manifestó que su música no sería apreciada hasta cincuenta años después
de su muerte. No le faltaba razón: valorado en su tiempo más como director de
orquesta que como compositor, hoy es considerado uno de los más grandes y
originales sinfonistas que ha dado la historia del género; más aún, uno de los
músicos que anuncian y presagian en su obra de manera más lúcida y consecuente
todas las contradicciones que definirán el desarrollo del arte musical a lo
largo del siglo XX.
Aquí la extraordinaria versión de la 10º de Mahler (El Adagio -2010-, el único movimiento que alcanzó a componer Mahler antes de su muerte), por Simon Rattle conducts the London Symphony Orchestra (2018,, en vivo):
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