Daniel Barenboim (*): LA JUSTICIA ES TODO LO CONTRARIO DE LO QUE
PASA HOY EN LAS REDES SOCIALES.
Entrevista de Elizabetta Piqué.- Fuente: Diario La Nación, 3
de marzo de 2019.
BERLIN.- "Si tengo mal carácter, lo tengo desde hace mucho tiempo. Voy a cumplir 77 años, no es cosa nueva".
Traje y corbata gris,
tiradores debajo, el maestro Daniel Barenboim, 76 años y uno de los mejores
directores musicales del planeta, no está para nada alterado por las
acusaciones sobre supuestos malos tratos que le habría dado a sus músicos, una
noticia que dio la vuelta al mundo esta semana. Para él, esas denuncias forman
parte de una campaña para desplazarlo del Teatro de la Ópera de Berlín, cuya
orquesta dirige desde 1992.
"No me preocupa para nada
el tema", aseguró, de muy buen humor, el eximio pianista
argentino-israelí, en una entrevista de una hora a cuatro medios argentinos
-entre ellos, La Nación-, para anunciar el programa de la edición de este año
del Festival Barenboim de Música y Reflexión. Este por primera vez se llevará a
cabo íntegramente en el CCK, del 23 de julio al 7 de agosto.
Acompañado por el ministro
Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos,
Barenboim se mostró muy entusiasmado ante esta iniciativa. Más allá de una
parte musical extraordinaria, que incluirá conciertos sinfónicos, recitales,
acompañado por su legendaria orquesta West-Eastern Divan -formada por árabes e
israelíes-, su amiga Martha Argerich, la violinista alemana Anne-Sophie Mutter
y el tenor mexicano Rolando Villazón, este año el objetivo del Festival es que
la reflexión sea a 360 grados. De hecho, habrá muchas conversaciones con
intelectuales y artistas -moderadas por Barenboim- abiertas al público.
"El sentido es reflejar los
grandes debates de nuestro tiempo en el marco de un programa musical
maravilloso especialmente elegido por el maestro", apuntó Lombardi, que
destacó que también habrá un gran concierto al aire libre y que, a partir de
hoy, estarán a la venta online las entradas, que costarán entre 400 y 2000
pesos.
"La parte de la reflexión va
a tener una amplitud mucho más grande y más importante. La pregunta inicial va
a ser por qué la música es importante. Y no se sabe por qué, porque en realidad
no podemos hablar de la música, porque cuando hablamos de la música hablamos de
nuestra reacción para con la música", adelantó Barenboim.
-¿En qué sentido?
-Si yo traigo un disco de la
sinfonía en sol menor de Mozart y usted está en estado de ánimo melancólico, la
música le parece melancólica. Traigo el mismo disco y está alegre, contenta y
libre de espíritu, la música le parece eso. No se puede hablar sólo de la
música, sino del efecto que la música tiene sobre el ser humano.
-Para recordar el 30°
aniversario de la caída de Berlín, el 9 de noviembre próximo, la programación
del Festival incluye la séptima sinfonía de Beethoven. Qué recuerda de cuándo
dirigió a la Filarmónica de Berlín en el histórico concierto de la caída del
muro, el 12 de noviembre de 1989?
-Lo que más recuerdo es que una
vez terminado el concierto, una señora con un chico joven se acercó y me dio un
ramo de flores. Y me contó que había tenido a su hijo 30 años antes, pero que
su marido se lo había llevado a los seis meses al oeste. Nunca más lo había
visto, pero todas las noche había encendido una vela esperando verlo otra vez.
La mujer me contó que el día anterior habían tocado el timbre y había aparecido
un chico que decía ser su hijo. Para celebrar el reencuentro me dijo que habían
pensado que lo mejor era ir a escuchar la Filarmónica de Berlín conmigo. Nunca
tuve un cumplido que me haya emocionado tanto. Esto es algo también que la música
puede hacer.
-Es la primera vez que sale
del Colón para presentarse exclusivamente en el CCK. ¿Por qué?
-En el Colón no encontré la
flexibilidad necesaria, ningún interés en toda la parte de reflexión,
dificultades de fechas para los conciertos y cuando nos pusimos en contacto con
el ministro Lombardi encontré otro clima de cooperación y de voluntad y aquí
estamos.
-¿Qué le parece la Sala
Sinfónica del CCK?
-El Teatro Colón es un milagro
acústico y lo será siempre. Ahí no hay nada que criticar. La Sala Sinfónica del
CCK, donde hice ensayos y conciertos, igual me pareció magnífica. Muy agradable
visualmente y con una acústica muy buena.
-Usted muchas veces dijo que
la música es lo que nos iguala ¿que tan lejos están los políticos de entender
eso?
-Muy lejos, porque la música, por
lo menos en Europa, donde siempre he vivido, es considerada por muchos como una
cosa elitista, que es lo más ridículo que hay en el mundo porque si hay algo
que es todo lo contrario a lo elitista es la música, que está al servicio de
todos, en todos los países del mundo. La música perdió un poco de su sentido en
la percepción de la gente porque no hay educación musical. Creo que la gente
siente la música, no sé si lo entiende. Se puede sentir el mensaje de la
música, sin saber por qué. La música tendría que formar parte de la educación
general, no para que haya más concertistas, sino para darle al público la
posibilidad de tener una relación más íntima con ella.
-Martha Argerich también
estará en el Festival: ¿cómo explica esa química que tienen juntos?
-Ella es mujer y yo hombre
(risas). Bromas aparte, pianísticamente ella toca mucho mejor que yo, sin
dudas. Pero físicamente la manera de tocar es muy similar y llevamos 70 años de
amistad. Nos conocimos en 1949, en la calle Talcahuano 1257.
-Viéndolos tocar juntos, uno
se pregunta si hay que irse del país para triunfar...
-Depende cómo definimos
"triunfar". Para ser conocidos en el resto del mundo, claro, hay que
irse. Pero creo que se pueden crear condiciones para el desarrollo musical en
la Argentina mucho más de lo que hay hoy.
-¿Cómo ve a la Argentina?
-Se fue de la Argentina a los
9 años. ¿Qué hábitos argentinos le quedan?
-Los chistes, la comida. Siempre
digo que en la Argentina hay muchísimos vegetarianos, con todas las vacas
(risas). Me gusta el sentido del humor que tenemos casi todos los argentinos,
aprecio un poco menos el lado un poco autodestructivo de tantos argentinos,
pero siento gran afecto.
-¿Se planteó alguna vez volver
a vivir a la Argentina?
-No, no. Yo tengo mi vida aquí,
pero quiero mantener el contacto.
-¿Cree que estas acusaciones
sobre presuntos maltratos suyos a músicos, salidas esta semana, pueden estar
relacionadas a su postura en cuanto al conflicto palestino-israelí?
-No, no creo.
-¿Pueden estar relacionadas
con el creciente antisemitismo y auge de partidos de extrema derecha en
Alemania y en el resto de Europa?
-Que yo lo sienta, francamente
no. El crecimiento del antisemitismo en Europa me preocupa mucho, en Francia
más que en Alemania, pero no creo.
-¿Qué cree que pueda haber
pasado con estas acusaciones?
-Es muy simple. El teatro me
contrató en 1992. La orquesta después me eligió director vitalicio, a lo mejor
no pensaban que iba a durar tanto (risas). Pero son ya 28 años y todo el mundo
sabe que estoy negociando ahora la renovación del contrato (como director
general, que vence en el 2022) y creo que hay fuerzas que no lo desean, algo
que es perfectamente aceptable.
-¿Tiene mal carácter usted?
-Si tengo mal carácter, lo tenía
hace seis semanas, seis meses, seis años. Yo luché mucho por la posición del
Teatro, por sus fondos y por los sueldos de los músicos, algo que no me creó
solo amigos. Nadie pone en duda mi talento musical, ni los resultados que he
conseguido. Y si tengo mal carácter lo tengo hace mucho tiempo. Voy a cumplir
77 años, no es cosa nueva.
-En este marco ¿qué piensa del
movimiento #me too?
-La justicia es totalmente lo
contrario de lo que pasa hoy en las redes y medios sociales. En la justicia uno
es inocente hasta que se compruebe la culpabildad. En las redes y medios
sociales es totalmente lo contrario. Te acusan y ya está. Y es muy difícil
comprobar la inocencia. Y eso es una campaña hecha ahí. Pero no es algo que me
preocupa.
-¿Es una utopía pensar en un acuerdo
de paz entre palestinos e israelíes?
-Al gran filósofo italiano
Antonio Gramsci, que yo admiro mucho, cuando le preguntaron en los años treinta
si era optimista o pesimista, él dio una respuesta perfecta. Dijo:
'intelectualmente soy pesimista',porque era un desastre, estaba por subir
Hitler, 'pero emotivamente soy optimista porque quiero seguir viviendo'.
"Mi padre jamás cruzó
ninguna línea en la que uno podría decir que eso está mal"
BERLIN.- Le dicen "el otro Barenboim". Michael Barenboim (34) es uno de los hijos que Daniel Barenboim tuvo con su última esposa, la pianista rusa Elena Bashkirova. Como su padre, vive en Berlín y también está casado con una rusa, con quien tiene dos hijos. Profesor de violín y de música de cámara, también estará en Buenos Aires para el Festival que se hará en el Centro Cultural Kirchner, acompañando a su padre como violín principal junto a la West-Eastern Divan Orchesta, con un programa de Beethoven.
Muy parecido físicamente a su
padre, afable y diplomático, en diálogo con La Nación -en inglés-, confesó
estar arrepentido de no haber aprendido español, la lengua de su padre.
"Fui un idiota", dijo. Y por supuesto defendió a su papá de las acusaciones
salidas esta semana de malos tratos a sus músico.
-¿Cómo es ser el hijo de
Daniel Barenboim?
-Para ser honesto, no conozco
ninguna otra situación (risas). Nací y era el hijo de Daniel Barenboim, así que
para mí esto siempre fue así. Lo que no sé es cómo sería no ser el hijo de
Daniel Barenboim... No sé cómo contestar...
-Siendo también músico ¿no es
difícil llevar el peso de semejante apellido?
-Sí. Pero depende de cómo uno lo
ve. Él es un talento único de al menos una generación, sino más. Él es una de
las personalidades más importantes del siglo XXI en cuanto a música clásica. Si
ése es el objetivo que yo debería alcanzar, sí, admito que es complicado. Pero
quizás no es necesario, si yo hago lo mejor que puedo hacer y toco lo mejor que
puedo tocar, quizás puedo acercarme al objetivo, pero no todos necesariamente
tienen que ser las figuras más importantes del siglo XXI... Soy muy ambicioso y
quiero ser lo mejor posible, pero no es justo que me pidan que sea mejor que él
o cualquiera. Para mí lo importante es tratar de mejorar y alcanzar el mejor
resultado posible.
-Al margen de eso ¿cómo padre
normal, cómo es Daniel Barenboim? ¿Qué nos puede contar?
-Nunca sé cómo responder esta
pregunta y nadie nunca me cree, pero es verdad. No conozco otra situación, no puedo
comparar. Claro, tengo amigos que tienen padres, pero no sé...
-Y cómo músico, qué consejos y
recomendaciones le dio a lo largo de estos años?
-En este sentido reconozco ser
extremadamente afortunado porque habiendo crecido con él tuve la oportunidad de
trabajar con él y ahora también puedo hacerlo. Si tengo que tocar un concerto
de Beethoven que él conoce muy bien, por ejemplo, también en Buenos Aires,
puedo ir, preguntarle, tocar con él y esto lo fui haciendo durante toda mi vida
profesional. He aprendido muchísimo con esto y por supuesto en este sentido me
siento muy afortunado de tenerlo como padre.
-Usted habla inglés, francés,
ruso, pero no español. ¿Se arrepiente de no hablar la lengua materna de su
padre?
-Sí, mucho. Pienso que fui un
idiota cuando era chico al no aprender español porque es uno de los idiomas más
importantes del mundo y tuve la oportunidad no sólo porque es la lengua materna
de mi padre, sino también porque íbamos de vacaciones a Marbella, en España...
Y pese a ello no hablo! (risas) Pero entiendo un poco, aunque no puedo hacer
una entrevista.
-¿Cómo es su relación con la
Argentina?
-Es curioso, porque yo toqué por
primera vez en un escenario verdadero en la Argentina, en el año 2000, cuando
mi padre fue y en el Gran Rex hubo algo de tango y yo toqué. ¡Y fue mi primera
vez! Al margen de eso puedo decir que suelo ir a la Argentina para tocar y
ahora iré para el Festival Barenboim a fines de julio y estoy muy contento. Me
pareció maravillosa la Sala Sinfónica del CCK donde una vez hicimos un ensayo y
donde tendrá lugar el festival. Buenos Aires es un lugar maravilloso para
estar, con muchas cosas para ver y para descubrir, muy grande, me falta ver la
mitad, confieso, pero disfruto mucho de ir. Crecí en Europa, pero cuando voy a
Buenos Aires tengo la sensación de ver Paris, Milán y Madrid puestos en un gran
contenedor, es muy interesante, pero es una ciudad que tiene un carácter
propio, especial, argentino.
-Esta semana salieron noticias
sobre su padre acusado de supuestos malos tratos, insultos, humillaciones a los
músicos... ¿Qué piensa de estas denuncias? ¿Cree que hay una campaña en su
contra?
-Mire, estuve tocando en la
orquesta West-Eastern Divan casi veinte años. Y sí, es verdad que él muy
exigente porque, como cualquier director quiere que los músicos den lo mejor.
Sin embargo, jamás cruzó ninguna línea en la que uno podría decir que esto no
está bien. Él nunca fue más allá de lo profesional. Por eso no estoy para nada
de acuerdo con todo lo que salió.
-¿Qué impacto tuvo todo esto
en su padre?
-No fue seguramente agradable,
pero él sabe que él no hizo nada ilegal y que nunca le hizo bullying a nadie.
*Daniel Barenboim (Buenos Aires,1942). Pianista y
Director de orquesta argentino (nacionalizado israelí) de música clásica, de
fama internacional.
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