martes, 7 de octubre de 2008

LABIOS DEL PONIENTE



















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mis padres,
algún tiempo cercano a 1930,
se enamoran ya tarde,
cae la noche,
se llaman por sus nombres,


mi madre repite sueños,
la voz alta,
primaria,

los va dejando caer,

desgranando estrellas del cielo nocturno que circulan
como satélites artificiales;


mi padre camina cabizbajo
ocultando diversas formas de soledad,
cincuenta y cinco años después

del cielo, la tierra, la hierba, el campo.

la mueca de los destinos cruzados

se rompe en períodos previstos,
no conocidos por el hombre


mi padre,

esperando otros abriles y los poetas
de antaño,

los famosos,
los mediocres,
aquellos que nunca lo fueron,
relee novelas de Scott, Dumas, Dostoievski;
el silencio es

una hoja de otoño que cae lentamente;

todos padecen la enfermedad del recuerdo,
como roca de Sísifo en la montana.


los satélites artificiales surcan el cielo nocturno,
dormidos, la distancia del tiempo, del hombre y la
luna,
patios secretos, casas de campo,
fogones casi apagados,
brasas mantenidas con ahínco y dedicación,


[cabo cañaveral será solo un cristal brillando
en lejana soledad].
la mano es un objeto corporal como cualquier otro
dirán los especialistas,
desconociendo el poder curativo que

descuella por sí mismo,
sé que todo eso no es cierto,
conozco secretas lides que

ha librado mi extremidad,
las he visto acariciando historias,
más atrás aún, tiempo del hombre-
espacio.


los satélites artificiales son esquivas formas de

representar el destino.

mi madre soñaba a Laika, heroína del espacio,
mi madre conocía misterios del cielo nocturno,

mi padre asentía en silencio,
juntos mirábamos noche y fuego.

[un espejo roto es como el sol quebrándose en mil pedazos,

deshaciéndose en el aire,
como una hoja agrietada
cuarteaduras del tiempo].





Jorge Ernesto Olivera




Poeta uruguayo. Nació en Treinta y Tres, en 1964. Es Profesor de literatura y periodista. Fue redactor de Tranvía y Buzones y del suplemento cultural del Diario La Hora de Montevideo. Con Poemas del Desierto de Mojave obtuvo el Premio Gerardo Diego 1993, otorgado por la "Excma. Diputación Provincial de Soria", España. Es también cuentista y ensayista. Otros libros publicados: Cuatro cuentistas cuentas, 1988; La expedición al Dorado y otros cuentos (1997); Labios del poniente (2000); El problema del género en Nueva Crónica y Buen Gobierno de Guaman Poma de Ayala (2001); Momapracem (2002). Ha recibido numerosas distinciones en su país de origen. Actualmente está radicado en España.

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