Odio las flores. Son como mujeres casadas.
El ocio de las flores. Su manera de abrirse a los labios de las abejas.
Mastico flores con furia. Les muerdo los cuellos tensos, los pezones de colores, las bocas fragantísimas. Les hundo la lengua hasta la raíz de la savia.
Diseco las flores. El odio a las flores. Mueren ahí, sin agua, en el jarrón. Algunas, después de muertas siguen perfumando.
Mastico el vocablo flores. Es trabajoso. Disléxico.
Mastico tus flores, las muerdo, las escupo, las beso, me relajo, me duermo, me muero; me estoy durmiendo, muriendo. Huelen a madre, esperanza, calabaza, ají, noche, seda, manos.
Las benditas. Las impuras.
Eugenia Cabral (Argentina, Córdoba, 1954)
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