jueves, 9 de octubre de 2008

SI LA MATERIA NO CONTUVIERA

sus propias leyes de autodestrucción
es probable que un demiurgo previsor
dejase precisas instrucciones
para la destrucción de lo rosado
blanquecino, beige, azul y oro,
lo rojizo, verdusco e incoloro,
en fin... de todo lo creado.
Pero las "Instrucciones para sostenerle
la vela a una anciana" son más bien imprecisas,
en ellas no figura cuánto tiempo
hay que sostener la vela,
si hasta el fin de nuestros días,
o hasta que las pupilas se nos vuelvan cuadradas.
Y lo más preocupante, inquisidor de la conciencia;
si en todo caso cuando la vela se consuma
quien la sostiene estará muerto
y la anciana vivirá para contarlo.




Eduardo Ainbinder (Banfield, provincia de Buenos Aires, 1968)






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