Los negros esperan el fin del mundo cantando blues.
Por las calles baja una murga rioplatense con banderines
y formularios de embajadas. Es carnaval y todos los negros
le rezan al Dios Blanco, el Dios de la iconografía occidental.
Las misas en harlem valen un muñequito de yeso esmaltado y la
promesa de enmudecer los tamboriles.
Sólo por eso los negros afilan sus navajas y fuman marihuana
al compás del blues.
Santiago Espel (Argentina, Capital Federal, Bs.As., 1960)
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