"Why wert thou a creature wanting soule?
Or, why is this imortall that thou hast?"
—Marlowe. Dr. Faustus
Uno parece comenzar por un comienzo, y luego, después de un tiempo cuya verdadera duración es tan difícil de reconocer como cualquier otra cosa que pueda o no ocurrir, uno llega a un fin. En esa situación literal de lo que se llama experiencia —el afuera, llamémosle, del contenido de la percepción—, una vida es vivida en el explícito paquete de carne que llamamos cuerpo. Una mente piensa en eso, al principio de manera tan intrínseca al organismo vivo, que no se experimenta, en apariencia, ninguna separación. Los ojos ven, la boca degusta, la nariz huele, los oídos oyen, las manos tocan y sostienen, las piernas se estiran y caminan. Cabello, piel, huesos, el cuerpo se llena, se vacía, se calienta, se enfría, duerme, se despierta. Un interminable uno entre muchos, el pensamiento de la vida separada de sí misma es vago, imposible de considerar. No hay nadie sin que al instante lo pruebe todo, pueble una vasta horizontal de tamaño en apariencia similar, un crecimiento, entonces, de proporciones exactamente repetitivas.
Quiero hablar de lo creativo en la compleja y simple situación de lo que significa para mí. Ezra Pound escribió sobre la engañosa simplicidad sintáctica de la frase: "Cómprame el tipo de Rembrandt que me gusta", tan compleja en realidad como la cantidad de personas que podrían decirla. Y es que esta persona factual, yo, es familiar, como en realidad tantas otras: su cabello, sus dientes, sus pantalones, etcétera. Pero el Yo, como Wittgenstein lo entendía, es lo que es "profundamente misterioso". En un mundo de objetos, de yoes, ésta es la única manifestación de la existencia que no puede verse a sí misma como una cosa literal. De acuerdo con mi experiencia, lo que yo siento que es lo creativo se localiza en este espacio de identidad personal.
Un amigo que vino recientemente me contó de un libro que había estado leyendo y en el que lo creativo, como concepto, se atribuía al arte del Renacimiento y a sus artistas, aunque ellos sentían que la idea hundía, a su vez, las raíces en su propio sentido del pasado histórico. Este hecho —como, de manera instantánea, "creativamente", se integró en mi pensamiento— coincidió con otro que yo había extraído de la discusión de Giedion sobre la abstracción, en el primer volumen de El presente eterno. Dice Giedion: "Como el símbolo, la abstracción cobró vida en los orígenes del arte. Existía: sin nombre. Simplemente estaba allí..." Ciertamente estos dos medios, el símbolo y la abstracción, tienen una poderosa resonancia en cualquier situación de las que llamamos "creativas", o sin duda la han tenido. Sacar de esto aquello, hacer un otro —esto debe ser en el pensamiento un acto mental extraordinario—, tener de un otro un uno, en sí mismo así cosa del otro, simbólico y, sin embargo, abstracto, así nace la magia que sentimos en todas las transformaciones. Al principio, como lo da por sentado Giedion, había en la abstracción dos posibilidades: la capacidad de hacer de toda la aparentemente infinita divergencia y ocurrir de la cosa un acuerdo general, un uno en el que la totalidad de su situación reposara y fuera reconocida; pero también el impulso de hacer que el uno fuera parte del todo de una manera que se volviera específico más intensamente que todas las demás "partes", por lo demás, igualmente presentes: un "Yo" que quiere ser mucho más que "humano", "gente", o simplemente "como ellos". Giedion advierte que existe una egocentricidad social cada vez mayor en la época que separa a la Edad Media y al Renacimiento, aunque soy yo quien la califica de "social": la sensación de que lo que los mayores de nuestra época sintieron como "sensibilidad individual" —una insistencia en el valor intrínseco de lo que cada uno de nosotros puede sentir, pensar o valorar como personas individuales—, se estaba desarrollando entonces en sentidos sociales múltiples. Giedion subraya también que es ese mismo dominio de la egocentricidad el que permite que Descartes diga: "Pienso, luego existo", y establezca una separación entre la emoción y el intelecto en el contexto de la experiencia humana. La abstracción que aquí se logra es del segundo tipo.
Puede que sintamos, en tanto personas comunes y corrientes en el mundo, el terror de que no nos sea dado un testimonio específico, de que nadie sepa nunca que nuestras verdaderas vidas han sido realmente vividas. Pero ¿por qué, me pregunto, imaginamos de esta manera nuestras vidas corno carentes de sus propios órdenes inherentes, como diría Charles Olson?, ¿o por qué deseamos tanto extendernos más allá de las circunstancias literales, comunes, incluso casuales, de cualquier día así vivido? Siendo esas personas, anhelamos, como se dice, la posibilidad de hacer algo verdaderamente "creativo", "diferente", que no se parezca en nada a lo hecho antes por nadie. Es como si ese "humanismo" tristemente insistente de Descartes, ese racionalismo chato y monótono, nos hubiera llevado a la pura posibilidad —¡pensamos!— y luego nos hubiera dejado ahí para meditar: ¿en qué podemos pensar ahora? Por desgracia, existe en los procesos de pensamiento un automatismo tan real como se lo podría sentir en los procesos de digestión. Mi propia irritación ante la noción de creatividad, en la medida en que tiene que ver con la escritura, y francamente también con la vida, surge de que se le haya dado el lugar de la voluntad, como si un acto del pensamiento resuelto como una intención se convirtiera por ello en una revelación instantánea.
Yo tenía la esperanza, admito mi ignorancia, de que crear y creíble tuvieran la misma raíz, pensando en el español creo; porque ciertamente sería lindo que creación y creencia estuvieran unidas en algún punto inicial de su experiencia. Sin embargo, aunque éste no es el caso, "crear" es el resultado de una compañía tan bella, que no veo la razón para estar decepcionado: "ker-. Crecer. En forma de sufijo *ker-es-, en latín Ceres, diosa de la agricultura, especialmente del crecimiento de las frutas", de ahí nuestro cereal. O el latín creare, "hacer crecer". O las formas de grado O en "*kor-wo-, «que está creciendo», adolescente, en griego, kouros, koros, niño, hijo", y en *korwa, "en griego kore, niña, doncella, niña del ojo". O posiblemente la más hermosa: "Palabra compuesta sm-kero-, «del crecimiento de uno mismo» (*sem-, mismo, uno), en latín sincerus, puro, limpio": de ahí nuestro sincero. "Sólo la más absoluta sinceridad bajo el cielo es capaz de producir algún cambio".
Uno debería, después de todo, haber bailado más bajo la luna, y haber sido un campesino, en lugar de un hombre dado al pensamiento. Por lo menos, uno ha sido padre y maestro, y ha brindado el cuidado que supo, sinceramente, a ese crecimiento de las personas, en lugares que posiblemente no eran los más adecuados. Uno las ha creado, y escuchó, a veces como una bendición, otras como una risa disimulada: fruto de mi carne, fruto del telar, de la arcilla. Tú fruto. Primeros frutos. El fruto de su trabajo. Recuerdo que antes crear significaba para mí hacer, en la medida en que yo había creado aparentemente una perturbación, había hecho un desorden. Por rigidez, no podía distinguir claramente el hecho, y con obstinación me lancé a hacer un poema, un hombre de mí mismo. Pensé que podía pensar en ello y, teniendo planes, seguirlos hasta que la cosa apareciera, gloriosamente, completa. En sentido análogo, la creación del mundo me parecía un trabajo específico de Dios, de la misma manera que este edificio parece el trabajo específico de los hombres. Me acompañaban obviamente en este dilema algunos de mis compatriotas del siglo XIX, quienes parecen haber hecho dinero, monstruos y el amor con las mismas convicciones. Incluso ahora puede oírse, por ejemplo, esa voz angustiada que grita: "¡He creado un monstruo!" La posible "perturbación" era, sin duda, el punto que en verdad se tenía en mente.
Nuestras "creaciones" contemporáneas son de alguna manera más monótonas: vestidos, nuevos estilos, poemas tristes y quebradizos, escritos en ambientes estériles para sentidos mecánicos de la posibilidad. Pero, ¿por qué ser tan hostil a lo que, después de todo, es la esperanza tan humana de que algo podría cambiar así, podría llegar a decirse, renovarse? ¿Qué sabe uno de la creación, salvo ese obstinado "Renuévalo", en el que Pound tanto insistió? Pero también dice: "He traído la gran bola de cristal;/ ¿quién podrá levantarla?/ ¿Podrás entrar en la gran bellota de luz?"*
Es posible que vivamos exclusivamente en ese acto que llamamos "creativo", que ése sea, de hecho, el lugar de nuestra posibilidad y reconocimiento de la vida —que ese hecho de lugar sea una mente, que el cuerpo sea igualmente la idea de él que nos posee. Me impresiona la situación de la esquizofrenia, en la que la experiencia del cuerpo puede colocar las manos, los pies o el ano, de tal manera en la conciencia afectada, que todo acuerdo sobre su ubicación resulta imposible. Una realidad auto-creada domina y aisla, de esa manera, al uno que se ha convertido, aun sin intención ni acuerdo, en su mundo.
De manera análoga, uno de los dilemas de los artistas en tanto seres humanos, particularmente de los escritores, en la medida en que participan en una clase de elaboración de imágenes que tiene como medio a ésa que es posiblemente la más poderosa de las abstracciones humanas, el lenguaje, es la megalomanía, las ilusiones de grandeza, de inmenso poder u omnipotencia. Hay una permanente impaciencia hacia los que no desean o son incapaces de entrar al mundo así propuesto, y su obviedad para el hombre que le ha servido de creador hace que éste aparezca como un fascista, en el sentido político, convencido de su realidad y su economía armoniosa. Inmediatamente se puede pensar en una gran diversidad de escritores que revelan, en menor o mayor grado, esa situación: Knut Hamson, Céline, Wyndham Lewis, D. H. Lawrence y Ezra Pound mismo. El mundo, por así decirlo, depende de ellos para su propia realización, pero conforme trabajan para consumar esa realidad, otro mundo, igualmente presente, insiste en imponerles esos límites que ellos, humanamente, deben aceptar.
Decir de alguien que su apariencia es agradable o fea es, en ambos casos, un acto creativo. En cada caso acontece un "mundo" en el que esa persona toma sitio, con o sin su consentimiento. "Dale a un perro un mal nombre..." no es una homilía especiosa, sino un reconocimiento, aunque fortuito, del poder de nombrar. "Una rosa con cualquier otro nombre..." podría oler igual de dulce, pero no la rosa, que ya no existiría, y sólo quedaría un olor. Durante años me ha intrigado una cita que hace Louis Zukofsky de Wittgenstein: "Un punto en el espacio es un [¿el?] lugar para una discusión..." Piensen. ¿Es ése el punto? ¿Qué punto? ¿Qué le ha ocurrido? ¿Quién está presente y se da cuenta de que de eso se trata? ¿Cuándo? ¿Existe posibilidad de llegar a un acuerdo en una situación de ese tipo? "¿Cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler?" Preguntas verdaderas sobre una realidad experimentada como creada —es decir, en este caso, dicha. "No quise lastimarte. Te amé, te amo, te amaré. Aquí. Allá. Entonces. Ahora". "El periodo indefinido de tiempo que aún será..."
Es ese hechizo (1) de las palabras que ahora viene a la cabeza y que uno había olvidado, al recordar todos esos años, los olores rancios de los pasillos encerados, las botas y las gabardinas mojadas, mientras me siento, tratando de pensar, de recordar, cómo se deletrea "paciente"... ¡Deletrear! Tan obvio y tan simplemente evidente —y la gramática, el glamour, aparece de inmediato, el paciente "paciente", y el pesado olor mortuorio del cuarto del enfermo, rosas en un florero junto a la cama, porque las rosas, no así los dientes de león, cuestan dinero y denotan cuidado y una sensible preocupación. Así que no hay duda de que me tienes "bajo tu hechizo", y de que es "esa vieja magia negra", otra vez.
Pero rápidamente ese otro "mundo" que yo había mencionado se afirma, exigiendo tiempo, exigiendo que uno esté en él, físicamente presente (2). Robert Duncan, con su claridad característica, postula la situación de estos dos "mundos" como de realidad [reality} y actualidad [actuality]. Lo real es lo que valoramos en bienes reales, y tiene que ver con las cosas de esta vida: res, rei: posesión, cosa. República, nótese... Todos para uno y uno para todos. Pero lo actual [actual] contiene ese "acto": "actus: un ACTO". Se mueve, hace que las cosas resbalen y choquen, que se involucren con él en un sentido concreto. Uno puede regresar a la realidad a través de lo actuarial, que tiene que ver con el cómputo de riesgos de seguros y gratificaciones, etc., etc., pero nunca será lo mismo. Lo que equivale a decir: el árbol es real [real], pero cuando lo golpeas se hace presente [it's actual], "¿Ustedes, poetas, no se cansan de vivir en el mundo de su propia imaginación?, ¿no desean volver a la realidad?" ¿La realidad de quién? ¿Quién es el propietario de todo esto? El poeta sueco Lars Gustafsson me señaló que el matrimonio, como el automóvil, es una invención. No se hace presente, aunque para mucha gente pueda ciertamente ser real. Pero no se bebe, ni se tropieza con él o se echa al fuego. No es carne, piel o aleta. Recordarán la historia de ese triste pescador al que le fueron otorgados tres deseos: estaba casado y, al mismo tiempo, atrapado en la realidad, de manera que lo que se le exigía era obtener más y más de esa sustancia. Cosas, cosas y más cosas, y ningún lugar donde estar. Nadie estaba de hecho en casa, pese a que todo era demasiado real. Es un error igualmente triste pensar que lo que se llama "creativo" en poesía sea un regateo en el espacio y el tiempo, el mercadeo de esto por aquello, una escalada de precios, por así decirlo. Cuando Robert Graves escribe: "Hay un cuento, y sólo un cuento, que es digno de que tú lo cuentes...", reclama para el poeta ese poder de revelación, ese cuidado específico de este don que consiste en que la naturaleza elemental de la existencia no se pierda en el pensamiento que se tiene de ella.
En el funeral de Jackson Pollock, el miércoles 15 de agosto de 1956, el pastor, el reverendo George Nicholson, leyó una parte de la epístola de San Pablo a los romanos, capítulo 8: "El mundo de la creación no puede ver hasta ahora la realidad. No porque escoja estar ciego, sino porque, en el propósito de Dios, ha sido limitado de este modo. Y sin embargo se le ha dado la esperanza". Más tarde dijo, sin haber conocido realmente a Pollock, pero en cierto sentido conocedor de la ocasión: "Me parecía que en ese momento, cuando el mundo del arte se reunía en torno a esa tumba, en ese hermoso día, todas nuestras habilidades y filosofías se agregaban a una colección fragmentaria y lamentable. Como en la caverna de Platón, éramos hombres viviendo en un mundo de sonidos y visiones, ilusorio y en sombras, como perros en una galería de arte, husmeando por los rincones.
"No, yo no conocí a Pollock. Pero en la Epístola a los romanos, capítulo 8, hay más que una alusión a la gloria y a la grandeza, suministradas siempre con mesura."
La respuesta de Charles Olson al pensamiento social "creativo" fue una burla silenciosa: "Oh, cámbienlo todo..."** —muy parecida a la de Pound: "tú que piensas que / pasarás por el infierno de prisa..."*** El asunto es: "¿Quién, aun muerto, conserva, todavía su mente entera? / Este sonido entró a la oscuridad/ Primero debes seguir el camino / al infierno..." "Primero vino lo visto, luego lo palpable / El Elíseo, aunque fuera en las puertas del infierno, / Lo que bien amas es tu verdadera herencia/ Lo que bien amas no te será arrebatado..."****
El respeto de Pound por Confucio, por ese "sonido emitido por la médula del corazón", la posibilidad de las cosas dichas, es la medida de la sinceridad antes invocada. Whitman insistía: "El tema es creativo y tiene vista", y en su sinceridad, que es la médula del asunto, una imaginación encontró el cuerpo literal de su impulso realizado, hecho sustantivo, transformado. Porque es sólo la imaginación la que tiene esa posibilidad. Óiganlo bien. "¡Sólo la imaginación es real! / La he declarado / tiempo sin fin..." "La luz, la imaginación / y el amor, / en nuestra época, / por ley natural, / que adoramos, / mantienen / de una sola pieza / su dominio."***** Toma conciencia de que te lo han dicho miríadas de hombres y mujeres para los que la creación es literalmente el lugar en el que vivimos, bajo el cielo, sobre la tierra, junto al agua, en el aire. Pollock dijo: "Cuando estoy dentro de mi pintura, no soy consciente de lo que hago. Es sólo después de una especie de periodo de "reconocimiento" cuando veo lo que he estado buscando. No tengo miedo de hacer cambios, de destruir la imagen, etcétera, porque la pintura tiene vida propia. Trato de dejarla emerger. Sólo cuando pierdo contacto con la pintura, el resultado es un desastre. De lo contrario, lo que hay es pura armonía, un plácido dar y tomar, y la pintura sale bien".
Lo que hay por descubrir aquí no es ni nuevo ni significativamente esotérico. Henry Corbin, en la introducción a La imaginación creadora en el sufismo de Ibn 'Arabi señala un punto importante:
Hoy, con la ayuda de la fenomenología, somos capaces de examinar la manera en que el hombre experimenta su relación con el mundo, sin reducir los datos objetivos de su experiencia a datos de percepción sensorial, o sin limitar el campo del conocimiento verdadero y significativo a las meras operaciones de la comprensión racional. Liberados de un viejo obstáculo, hemos aprendido a registrar y a hacer uso de las intenciones implícitas en todos los actos de la conciencia o de la transconciencia. Decir que la Imaginación (o el amor, o la compasión, o cualquier otro sentimiento) induce al conocimiento, y al conocimiento de un "objeto" que le es propio, ya no suena a paradoja.
Por lo tanto, se reconocerá la tristemente familiar —e inútil— dificultad con la que se encuentra William Carlos Williams en The Desert Music: "Pareces perfectamente normal. ¿Puedes decirme / por qué quiere uno escribir un poema? // Porque está allí para ser escrito. // Ah. ¿Es cuestión de inspiración, entonces? // De necesidad. // Ah. ¿Pero qué lo hace estallar? // Yo soy ése cuyos sesos / están esparcidos / sin propósito..."******
Al final de este poema extraordinario se alcanza literalmente el momento de la revelación: "¡Yo soy un poeta! Yo / soy. Yo soy un poeta, reafirmé, avergonzado. // Ahora la música alza el vuelo como en / un momento solitario la oigo. Ahora está toda / en torno mío. ¡La danza! El verbo se separa / buscando volverse articulado..."* La palabra danza en el jardín literal del deseo.
Louis Zukofsky escribió: "Surgido de una profunda necesidad..." ¿Pero qué clase de necesidad es ésta? ¿Comer, dormir, encontrar una forma solamente? Pongo esto en cuestión. En Berlín, me fascina descubrir que el eminente científico Heisenberg, en Munich, ha caído sobre las artes como sobre un feliz lecho de flores, sabiendo, a su edad, como diría Gregory Corso, que el dilema conceptual de las ciencias las lleva, una y otra vez, al cauteloso laberinto de sus varios contextos, verdaderas Fuentes, pero, ay, no hay ningún Shakespeare para amarlas y llevarlas a casa. Zukovsky también escribe sobre estas cosas hechas, estos poemas, como si fueran fuente de un profundo solaz en que el corazón encuentra descanso. Es la necesidad de entrar en lo que laxamente llamamos la visión, de ser uno con la Imago Mundi, esa imagen del mundo que cada uno de nosotros lleva en su interior como posibilidad en sí misma. ¿Qué podemos decir por lo demás? Paz, hermano. Todo saldrá bien. Pronto terminará y no va a doler.
Pero el corazón duele —"Surgido de una profunda necesidad..." Corbin:
Este poder del corazón es lo que se designa especialmente con la palabra himma, una palabra cuyo contenido queda quizás mejor sugerido por la palabra griega enthymesis, que significa el acto de meditar, concebir, imaginar, proyectar, desear ardientemente, en otras palabras, de tener (algo) presente en el thymos, que es la fuerza vital, el alma, el corazón, la intención, el pensamiento, el deseo... La fuerza de una intención tan poderosa como para proyectar y dar realidad ("esencia") a un ser exterior al ser que concibe la intención, corresponde perfectamente al carácter del poder misterioso que Ibn 'Arabi designa como himma... Gracias a su facultad representacional... cada hombre crea en su Imaginación Activa cosas que tienen existencia sólo dentro de esa facultad. Esta es la regla general. Pero, por este himma, el gnóstico crea algo que existe fuera del asiento de esa facultad... En el primer caso, tal como es ejercitada por todos los hombres, su función es representacional; produce imágenes que son meramente partes de la Imaginación articulada..., inseparables del sujeto. Pero, aun aquí, la pura representación no significa, eo ipso, "ilusión": estas imágenes "existen" realmente; la ilusión tiene lugar cuando malentendemos su modo de ser. En el caso de los gnósticos..., la Imaginación Activa sirve al himma, que por su concentración, es capaz de crear objetos, de producir cambios en el mundo exterior... Cuando al contemplar una imagen, un icono, otros reconocen y perciben como imagen divina la visión contemplada por el artista que creó esa imagen, es a causa de la creatividad espiritual, del himma que el artista puso en su trabajo. Tenemos aquí un término obligado de comparación con el que medir la decadencia de nuestros sueños y de nuestras artes...
Bueno, es inútil, no hay manera, y las comparaciones son odiosas —y el plan que teníamos era que todo esto iba a juntarse y a convertirse en un lugar feliz en donde estar, probablemente. Pero ese himma, carajo, ése es realmente mi tipo de gente. La que siente con el corazón. Realmente lo pienso, esta vez, este lugar, este—. Olvidó la palabra, vagando por ahí, estuvo un momento en Bolinas, después en Berlín, Oslo, Bergen, Londres, y Bolinas —el tiempo es a veces así. Días que transcurren mirando a los surfeadores, días en que se pasa el tiempo como si no se acabara, para siempre. "Quiere la imposible vida-eterna..." "Cápsulas en las que envolvemos nuestros secretos punibles..." ¿Vas a leernos un poema, Bob? "Quién, aun muerto, ¡conserva todavía su mente entera!"
Realmente tienes que creer en ello, como lo dijo Coleridge, todos esos años, tan elegantemente: "la suspensión voluntaria de la incredulidad..." Como ese hermoso "había una vez..." Conocí, una vez, a un hombre, Mr. Green, que tenía una hermosa cuadrilla de caballos, esto fue en West Acton, Massachussets, y una de las yeguas se arrodilló sobre un clavo que estaba en la tarima del establo y se infectó la rodilla. Y Mr. Green, que vivía solo con su esposa, ambos con sus setenta y pico de años, solía, literalmente, quitarle las cobijas a la cama, esto era en invierno, y salir al establo a arropar a la yegua y a aplicarle cataplasmas en la rodilla para extraerle el veneno. Se sentaba junto a ella toda la noche, y finalmente la vieja yegua, vieja a su manera como él, se curó.
Tómenlo desde ahí, recorten. Intervalos temporales, sieguen. Alien Ginsberg siente que los poemas son "cápsulas de tiempo", mensajes que no descubres sino después. ¿Han comenzado a florecer esos huesos, Eliot? Un verdadero poeta, no en absoluto ése que quería ser —tan racional, tan augusto en su vieja elegancia. ¡Vamos a crear un espectáculo! En los sesenta existían los happenings: "Pinté 'Me encanta lo que estoy haciendo' en naranja y azul. Cuando llegué a 'lo que estoy haciendo', iba demasiado rápido, levanté uno de los botes y me bebí la pintura, y luego derramé rápidamente los otros dos botes en mi cabeza, y me zambullí... en la tela..."
Un informe que yo tenía a partir de estudios realizados hace algunos años en la Universidad de California, en Berkeley, y en Stanford, sobre la conducta y la personalidad "creativas", en relación a personas específicas, rendía al parecer información más bien escasa. ¿De quién es posible predecir que se halla en una situación con un alto potencial de conducta creativa? Al parecer, de nadie, con alguna certeza. Uno puede nacer en una familia con diez hijos o con uno, cuyos padres estén presentes de manera activa o no lo estén, gozar de muchas riquezas o de ninguna, ser negro, blanco, amarillo, rojo, sin que nada sea razón suficiente. Del mismo modo, el ejercicio específico en áreas consideradas como creativas —la música, la danza, el arte, la escritura— puede o no incidir. El compositor Morton Subotnik señaló que los hijos de judíos rusos eran, por mucho, los intérpretes de música clásica eminentemente más competentes, por la sencilla razón de que ningún otro grupo podía obligar a sus hijos, de manera no extraordinaria, a practicar el instrumento de seis a ocho horas diarias desde la tierna edad de tres años. Él mismo fue un clarinetista excepcional y tenía hermosos sueños de satisfacción de sus deseos, en los que ambos brazos le eran removidos del cuerpo para su dicha. Incluso se unió al ejército, con la esperanza de romper el hechizo, pero de inmediato fue incorporado a los Servicios Especiales para tocar el clarinete. Finalmente, a sus escasos veintitantos años, se las arregló, por voluntad propia, para abandonarlo. Lo que había querido tocar a los tres años era el trombón, pero no pudo nombrárselo a sus padres, y cuando ellos le mostraron fotos y más fotos de instrumentos musicales, con consternación y fatiga señaló el clarinete, lo más parecido a esa cosa que había visto en la guardería.
Debemos respetar el hecho de que lo que llamamos creativo no puede ser "incluido" así nada más en un "programa" basado en lo racional. Las escuelas de arte no hacen necesariamente pintores, aunque un número significativo de ellos pueda, por varias razones, estar allí. Pero ése no es el porqué son pintores, si lo son. Debemos respetar, igualmente, el hecho de que no sabemos por qué se hacen pintores, compositores o poetas. En la realidad corriente y mundana, ser cualquiera de esas "cosas" no es una experiencia simple, ni siquiera deseable. Mi madre, con gran discreción, decía: "Me gusta pensar que Bob podría conseguir un trabajo si tuviera que hacerlo". El consejo de Olson: "Poetas, deberían conseguir un trabajo..." esclarece el otro lado del vacío, si por "poeta" se entiende cierta criatura idealista, demasiado tierna como para manejar los duros embates de la "vida real". Debe haber algún lugar donde vivir, juntos, y si los poetas tienden a hacer que la gente se sobreexcite emocionalmente, como sentía Platón, entonces tendremos simplemente que arriesgarnos. Deberíamos saber a estas alturas que la razón, a menudo, sólo puede disculparse, y que realmente no parece ser una situación inicial —con lo que quiero decir, "primera"— de la experiencia. Gregory Corso les decía a las personas que lo invitaban a sus penthouses para verlo de cerca: "¿Por qué no solamente me dan el dinero y me dejan irme a casa?" Lo creativo es a menudo una situación de ese orden, pero no se trata de: "Dame las herramientas y yo hago el trabajo". Los poetas tienen las herramientas. Sólo quieren vivir un poco.
Así es que está este mundo que uno piensa, y otro, sin duda, que parece estar allí, a pesar de todo. Jung los llamó la creatura, muy significativamente, y el pleroma. El primero es el mundo de la mente, el mundo de las ideas, las diferencias, las distinciones, el pensamiento, y el segundo el mundo del hecho puramente físico, sin ninguna "idea" de sí mismo, sin "imaginación", sin esto o aquello. Ante esas dos cosas, mundos o como se les llame, la mente (o mejor dicho, la mente occidental), quiere preguntar inmediatamente cuál es mejor. Pero hay que abandonar ese "mejor", sencillamente no funciona; o por supuesto puedes seguir siendo un humanista racionalista inexorable, pero eso no te traerá hasta aquí. Porque el allí siempre estará también aquí, para sacarte realmente de tus cabales.
Uno quiere seguir creciendo. Busca cualquier signo que parezca ser el producto de esa posibilidad. Los planes intentan asegurar esa situación, pero la esperanza puede ser triste. No quiero decir que sea inútil vivir en tu imaginación del universo, cualquiera que ésta sea. La democracia es literal y te dirá dónde estás inexorablemente. Conoces a la gente y ella te conoce a ti. Cada día, cada noche, tu estar vivo será específico, incluso si estás en algún estado corporal que parezca del todo inaccesible a los demás. Lo "creativo", como la realidad actual [actuality], está aquí siempre, nunca, en ningún sentido, en algún otro lugar.
Creo que mi confusión al tratar de pensar lo "creativo" como un adjetivo, como un término descriptivo, yace en el hecho de que no puedo concebir lo "creativo" como algo asequible a una actitud de elección discreta —como si uno pudiera estar o no de acuerdo, a medida que su interés se aviva o disminuye en nuestro pensamiento. ¿La vida continúa en tanto crea más vida? ¿Es ése el principio del auto-crecimiento? ¿Somos una circunstancia de células que tienen como límite la capacidad de agotar el medio ambiente en el que nos encontramos? "Bien halladas a la luz de la luna..." Un sueño del universo que tiene afectos, cualidades y especies. Cómo es que llegamos aquí, como se dice. Nací hace algunos años y, en la medida de lo posible, he prestado atención a todo lo que llamó mi atención. Soy un hombre honesto, pago lo que debo. Hablaba con cierto acaloramiento, irritado porque aquéllos que lo escuchaban no estaban al parecer impresionados. "Cómo podemos distinguir al que danza de la danza..." Quien fue el que quiso hacerlo. El sentir de Olson de que el arte es la única y verdadera vida gemela, "no significa nada", no tiene un sentido. El placer del pintor Arakawa por la puesta cero es la médula verdadera de cualquier viaje mental. O si lo que querías era olvidarlo, abandona toda la búsqueda. Ponte en piloto automático. Eso es "lo creativo".
Basil Bunting dijo que su reconocimiento de que iba a ser un poeta, iba, (y realmente iba a ser) le vino cuando se hallaba sentado junto a la chimenea, a la edad de cuatro años o algo así, y escuchó a sus padres hablar sobre el conflicto ruso-japones. Fue difícil, dijo, sólo porque no sabía claramente qué era un poeta. ¿Eso sólo lo dice uno después? No lo creo. No creo que sea diferente a reconocer que el D.D.T. tiene un efecto muy severo sobre el medio ambiente —una idea se vuelve sustancial, algo realmente está pasando. Richard Alpert contaba de un hombre que saltó de un edificio de cuatro pisos, y después murió sonriendo, entre la sangre, en la calle. Decía que el hombre debía haber estado contento: sonriendo. ¿Es discreta esta vida? Es discreta, esta vida. El crecimiento debe tener fases múltiples, como el agua que hierve o se congela, debe tener una condición múltiple, transferir, transformarse en otra energía, en otro agente. Cómetelo —ya está comido. El granjero alimenta al caballo un poco menos cada día, hasta que llega a ese punto en que el caballo subsiste con nada. Tiene éxito, entonces, pero el caballo muere. No hay razón para que la idea no sea exitosa, con o sin caballo. Sólo depende de lo que queramos.
Semillas en estado latente durante miles de años; si se les da la oportunidad, la suerte, podrían, pudieron crecer, efectivamente crecieron. Comen la carne de mamut congelada en los hielos por milenios. ¡Quietos! Tienen la foto. Artículo en el viejo Reader's Digest: "Nueva esperanza para los muertos". Una persona candida contraria a los viajes se digna hablar de "el resto de nosotros".
Si pudiera crear el tipo de mundo en el que realmente me gustaría vivir... Yo no estaría allí. El "Yo" es una experiencia de creación, que soporta pese a todo. Hay mucho por hacer. Has nacido y ése es el primer y último boleto. Entonces cambia de parecer, realiza los ajustes necesarios, levanta la maleta y metiéndose al coche, conduce lentamente hacia su casa. Vive con gente a la que tiene la experiencia de amar. Todo sale bien. Dice. Tiene que. Uno a un tipo. Es tarde. Pero estarán allí. Se relaja. Posee una mente activa.
PARA MI MADRE: GENEVIEVE JULES CREELEY
(9 de abril de 1881 -7 de octubre de 1972)
Tiernos, semi-
articulados parpadeos
de tu
presencia, todos
esos años
idos,
ochenta
y cinco, imposible
contarlos
uno a uno, como
una suma, una
resta, sin
saltar ninguno. La última
posición que adoptas
acurrucada
hacia adentro de ti
en la cama, el cabello
recogido
sobre tu cabeza, un
rodete, cuerpo
esquelético, ojos
cerrados,
debe ser
un bullicio distante—
respirando una capa delgada
de tiempo, se queja
suavemente por los intervalos
días, días y
años de eso,
trabajo, cambios,
dulce carne atrapada
en los bordes,
el dilema extinguido
de la dignidad. Es
tu vida, oh,
nunca nadie
olvidó
nada. Quieren
hacerte
feliz cuando
recuerdan. Camina
un poco,
levántate, ahora, muere
sin contratiempos,
tranquilamente hacia
tu soledad, demasiado
cansada
como para
seguir y seguir.
Olas rompen en
la oscuridad
bajo el camino, sonidos
en la tenue
suavidad de la noche. Míralas
atrapando
la luz, borde
blanco cuando doblan—
siempre una
y otra vez. Muerta
una, dos,
tres horas—
todos estos minutos
pasan. ¿Una vez más,
estás, estuviste sola
alguna vez?
¿cuánto
tiempo
resististe?, tu
orgullo, tu
adorada, confusa
discreción. Madre, te
amo —lo
que sea que eso
signifique,
haya significado— más
de lo que sé, el cuerpo
me dio mi
propio, generoso,
inexorable lugar
tuyo. Siento
la lentitud
de la boca, se resbala
en las vueltas de las cosas
dichas, a ti,
demasiado pronto, demasiado tarde,
quiere
regresar al comienzo,
olores del cuarto
del hospital, el doctor
al que ella responde
ahora, la
orden —llévame
allí. «La muerte
te ha dejado en libertad—»
se hace realidad,
esto, eso,
una vida infinitamente
circular, y
regresamos
¿para verte una
última
vez, esta
vez? Tu cabeza
se sacudía,
me pareció, tus
ojos querían
ver,
pensé,
quién era.
Estoy aquí,
y voy a seguir aquí.
Bolinas, California.
15 de octubre, 1972.
FOR MY MOTHER: GENEVIEVE JULES CREELEY
April 9, 1887 -October 7, 1972
Tender, semi- / articulate flickers / of your // presence, all / those years / past // now, eighty- / five, impossible to/ count them // one by one, Iike / addition, sub- / traction, missing / / not one. The last / curled up, in / on yourself, / position you take / in the bed, hair / wisped up // on your head, a / top knot, body / skeletal, eyes // closed against, / it mus be, / further disturbance— / / breathing a skirn / of time, lightly / kicks the intervals // days, days and / years of it, / work, changes, / sweet flesh caught / at the edges, / dignity's faded / dilemma. It / is your life, oh / no one's // forgotten anything / ever. They want / to make you // happy when / they remember. Walk / a little, get // up, now, die / safely, / easily,into // singleness, too / tired with it / to keep // on and on. / Waves break at / the darkness // under the road, sounds / in the faint / night's softness. Look // at them, catching / the light, white / edge as they turn— // always again / and again. Dead / one, two, // three hours— / all those minutes / pass. Is it, // was it, ever / you along / again, how // long you kept / at it, your / pride, your//lovely,confusing / discretion. Mother, I / love you—for // whatever that / means, / meant—more // than I know, body / gave me my / own, generous, // inexorable place / of you. I feel / the mouth's sluggish- / / ness, slips on / turns of things / said, to you, // too soon, too late, / wants to / go back to beggining, // smells of the hospital / room,the doctor / she responds // to now, the / order—get me / there. «Death's // let you out—» / comes truc, / this, that, // endlessly circular / life, and we / carne back // to see you one / last / time, this II time? Your head / shuddered, / it seemed, your // eyes wanted, / I thought, / to see // who it was. / I am here, / and will follow. //
Bolinas, California
October 15, 1972
* "I have brought the great ball of crystal; / who can lift it? / Can you enter the great acorn of light?"
(1) La palabra "spell" tiene diversas acepciones. Entre ellas, conjuro, hechizo, pero también escribir (correcta o incorrectamente) una palabra, y, quizá la más común de todas, deletrear. (N. de la T.)
(2) "Actual", en su doble acepción: actual, presente, pero también real, efectivo, verdadero. (N. de la T.)
**"Oh, change it altogether..."
***"you who think yon will / get through hell in a hurry..."
****"Who even dead, yet hath his mind entire! / This sound came in che dark / First must thou go the road / to hell..." "First carne the seen, then thus the palpable / Elysium, though it were in the halls of hell, / What thou lovest well is thy truc heritage / What thou lov'st well shall not be reft from thee..."
*****"Only the imagination is real! / I have declared it / time without end..." "Light, the imagination / and love, / in our age, / by natural law, / which we worship, / maintain / all of a piece / their dominance."
******"You seem quite normal. Can you tell me? Why / does one want to write a poem? // Because it's there to be written. // Oh. A matter of inspiracion then? // Of necessity. // Oh. But what sets it off? // I am that he whose brains / are scattered / aimlessly..."
*******"I am a poet! I / am. I am a poet, I reaffirmed, ashamed // Now che music volleys through as in / a lonely moment I hear it. Now it is all / about me. The dance! The verb detaches itself / seeking to become articulate..."
Robert Creeley
(Traducción y notas: Patricia Gola)
(de: Lo Creativo y otros ensayos,
Universidad Iberoamericana/ Artes de México,
México, 1998)
Robert Creeley. Poeta estadounidense (Arlington, Massachusetts, 1926; Odessa, Texas, 2005). Usualmente, es asociado con los poetas de Black Mountain, aunque su estética difiere de los de esa escuela. Tuvo afinidades con los poetas Charles Olson, Robert Duncan, Allen Ginsberg, John Wieners y Ed Dorn. Se desempeñó como profesor de poesía y humanidades en la Universidad de Búfalo y vivió en Waldoboro (Maine), Búfalo (Nueva York) y Providence (Rhode Island), donde enseñó en la Universidad Brown. Recibió el Premio literario Lanna por el logro de una vida. Es autor de poesías minuciosas y breves escritas en tono conversacional. De su obra, que abarca más de 60 libros, se destacan El látigo (1957), Una forma de mujeres (1959), Palabras: poemas (1967), Was that a real poem and other essays (1979), The company (1988), Gnomic Verses (1991), Life & Death (1993), Echoes (1994), Life & Death (Nueva York: New Directions, 1998), On Earth: Last Poems and an Essay (Berkeley: University of California Press, 2006) y las valiosas entrevistas publicadas a lo largo de su vida, donde es posible reconocer uno de los pensamientos reflexivos de mayor claridad en torno a la poesía y la vida del escritor.