Entrevista de Fernandez Sánchez Zinny
Como una de las tantas circunstancias originadas por la Feria del Libro, pasó por Buenos Aires el poeta ruso Evgueni Evtushenko, o quizás uno de los nombres más conocidos en el actual panorama mundial de la poesía y, ante nosotros, su figura siempre apareció enmarcada en un ámbito de referencias anecdóticas acerca de sus actividades, de las alternativas de su relación con los otros factores políticos que rigen su patria o de sus juicios personales sobre escritores de su país.
El hombre
Ante todo está el hombre. No es ya joven, pero sigue pareciéndolo. Tiene aire de "chansonnier" y modales de empresario teatral. Hace de todo y lo ha hecho siempre, generalmente con éxito, al punto que hasta nos puede parecer anacrónico: un personaje con reminiscencias de aventurero, de poeta-hombre de mundo, según el patrón byroniano, o de poeta ganapán, como lo fue el remoto José Zorrilla, de quien se dice que el editor le pagaba -¡oh tiempo!- a tanto por verso.
Además, como buen ruso, es un desaforado y -voluntaria o involuntariamente- ha dado pie para el surgimiento de una cierta mitología en torno de su persona.
La poesía -dice- es, primeramente el carácter; la sustancia del hombre y de las cosas.
Y añade, en estilo de parábola:
-Era niño y conocí en mi patria, en Siberia, a un zapatero que me dio una imagen de poeta que me ha acompañado hasta hoy; no sólo trabajaba en lo suyo, no sólo su claveteo y pulido eran como sinfonías sino que comprendía que estaba propiciando la resurrección de los zapatos, o sea haciendo lo más noble que nadie puede hacer, que es demorar la muerte de las cosas, restituirles su esencia. Me di cuenta de que el de ese zapatero era un destino envidiable, por el solo hecho de haber comprendido que en todo zapato roto persiste la sustancia del zapato nuevo. Por extensión, años después advertí que en todo hombre hay algo que vale más de lo que él es: en todo embrión hay un genio potencial. En el vientre de las mujeres no hay más que Goethes, Dantes, Cervantes, Beethóvenes. Para mí es seguro que ni Hitler feto era malo y coincido con Somerset Maugham en que es falso que los genios sean locos, o anormales: los genios son normales y el resto es desviación de la norma... Porque la vida no permite a la gente ser genio; los aplasta, los destruye y sólo los muy fuertes pueden expresarse. Por lógica di pues en pensar que el talento -digamos, el de escritor o el de artista- se reconoce por la comprensión de este hecho. Y por la aceptación de la misión de representante de los genios potenciales, de quienes son asesinados, acallados por la vida, de los genios oscurecidos.
Pero a la vez rechaza la noción de la poesía como "ayuda" pues, a su juicio no se trata sino de una dimensión particular y limitada de la genialidad. En última instancia la función de la poesía no seria más que la de "avivadora" de memorias, un toque de campana que sirva para convocar el recuerdo de cuando se era genio.
-Oigo relatos maravillosos de la vida y pido a quien me los acerca: 'Escriba eso, por favor". Y una y otra vez se me responde. «No puedo». Yo sí puedo.
La poética
Es evidente que en ese "yo puedo" está toda la poética de Evtushenko, toda su concepción impersonal y optimista de la poesía, todo su implícito rechazo a considerar al poeta como un creador vicario y al poema como muleta del universo Por lo demás, el tema de la poesía lo obsesiona y expresa argumentos a montones:
-Si de un ojo cae una lágrima y un químico la analiza hallará que es muy similar a cualquier otra lágrima. Y un campesino siberiano va a poder comprender siempre a un campesino africano, porque los dos tienen callos y éstos son muy buenos traductores. Lo que yo digo lo entiende todo poeta, igual que un poeta esquimal ha de entender toda la poesía del mundo, y que un médico argentino -pongo por caso- entiende la terapia que aplica un médico ruso.
Enseguida postula que la poesía es una apelación a la plenitud de la vida, un específico horror al vacío de la muerte. Y el poeta no se opondría a la guerra por conveniencia, por debilidad, por afeminamiento sino porque la guerra es una embajadora de la muerte, lo mismo que la enfermedad. Uno busca en ese torbellino de ideas el ingrediente marxista y a lo sumo encuentra un misticismo materialista. Evtushenko afirma la posibilidad no sólo de enfrentar a la muerte sino también de vencerla, de impedir, mediante la indefinida detención del deterioro de los cuerpos, que sobrevenga.
-La muerte quedaría ahí, como un callejón sin salida al que nos ingeniaríamos para evitar. La consecuencia seria la superpoblación de la Tierra, por falta de defunciones.
Ama la opinión de Konstantin Tziolkovsky, "padre de la astronáutica soviética", según la cual ese horizonte hipotético
se encuentra ya establecido en el subconsciente del hombre y es la causa que lo impulsa a encarar la conquista del espacio: un día tendremos que emigrar de la Tierra simplemente porque no habrá aquí más lugar.
-Eso es ciencia-ficción
-¿Y cuáles son los límites entre ciencia/ficción y realidad? Creo que la diferencia es solo una cuestión de tiempos: tras ser ficción las cosas pasan a ser realidades y una vez aceptadas como tales se convierten en pasto de la ciencía. Lo cierto es que, hoy por hoy, a la humanidad algo la tira, la empuja al espacio: pienso que para pasado mañana, cuando la muerte desaparezca, será preciso buscar nuevos hogares...
-¿No es demasiado optimismo para un poeta?
-Un pesimista completo y un optimista completo se parecen en que ambos son tontos. Y, la verdad, mi arco iris comprende todos los colores, incluso el negro. Pero hasta ahora todo le ha salido bien al hombre, empezando por la vida, la que vivimos, la individual. Fue una descarga de esperma de la que sólo quedó uno y atrás la sombra de millones de hermanos muertos: hemos sido elegidos por un milagro y no debemos, por lo tanto, desconfiar de los prodigios. ¿Que qué hice con mi vida, con el milagro cumplido en mí? Pues soy poeta, ésa es mi condición, pero convengamos en que es una condición que limita muchísimo, aun entendiendo que el serlo no es una profesión ni una actividad sino una vocación vinculada con la salvación de las cosas. ¿Pero cómo salvar lo que no se tiene? ¿Cómo vivir las vidas ajenas? Sabrás: yo odio escribir, porque mientras lo hago pienso que podría estar en otros países, en otra perspectiva de la vida, en algo tan vulgar e inasequible como ser marinero, vaya el caso... He aquí que soy una rata de biblioteca, pero a la vez soy un pez con alas, ambivalencia que en el fondo no es sino el destino. ¿Que resulta difícil convivir con ella? La verdad que sí.
Rusia
En Rusia, cuenta Evtushenko,
se leen periódicos, pero muy rápido y sin concederles demasiada importancia, en todo caso mucho menos que en Occidente. En los vehículos públicos la gente lo que tiende a leer son libros. Y, por lo común, libros de cierta enjundia... En un, vagón del 'metro' un periodista italiano encontró, 'en acto', a lectores de Blake, Moravia, Vargas Liosa, Conan Doyle y José María Arguedas, aparte de otlros de autores rusos.
-Ese "metro" iría a la Facultad de Letras.
-En absoluto, pero acá lo importante sería destacar que en la Unión Soviética existe escaso interés por la información cotidiana, lo que redunda en beneficio del "consumo" de literatura. Esta es una situación que no puede dejar de tenerse en cuenta toda vez que se plantee la temática literaria en mi patria: la masa de lectores es, proporcionalmente mucho mayor que en Occidente. Sé que si digo que allá las tiradas de libros de poesía son, como mínimo, de 10.000 ejemplares, parece exorbitante. Pero sucede que ese tope mínimo es muy bajo y su determinación sólo obedece a las grandes restricciones que padecemos en materia de suministro de papel. Por ello, en todos los géneros literarios las tiradas son exiguas en comparación a la demanda, lo que ha originado la aparición de un floreciente mercado negro de libros.
-¿En la Unión Soviética el escritor vive de lo que cobra por derechos de autor?
-Sí, a partir de un ingreso mínimo asegurado por la dimensión de la tirada inicial. Esta es fija y se paga íntegra, véndase o no.
-Y si no se vende y al año siguiente el autor le lleva otro libro a la editorial, ¿ésta le puede decir: no se lo publicamos porque usted no vende?
-De hecho se lo dice. Pero no olvides que allá todo está planificado: el Estado es dueño de todo, del papel, de las editoriales. Y el Estado más bien peca por lo contrario: insiste en publicar libros malos, o mediocres, que no se venden.
-No nos entendemos y creo que ello se debe a las diferencias de estructura social: ocurre que en Occidente tenemos como absolutamente normal que haya notabilísimos escritores cuyas obras, aproximadamente, no tienen lectores, esto sin contar géneros como la filosofía o la investigación erudita. Pero aquí, en Buenos Aires, hay afamados poetas de los que no es posible vender ni 300 ejemplares.
-No, en la Unión Soviética no puede suceder eso; es un problema que ni siquiera se plantea. Un escritor, un poeta , que no trasciende -sin que para ello haya causas exteriores, como puede ser, una persecución sistemática- ni puede propiamente ser definido como tal. Dejemos de lado los libros de filosofía y de investigación, que corren por cuerda separada: allá al escritor se lo define como autor de libros que entrañen interés cultural o social. Si además hay -como en efecto existen- personas que quieren hacer versos y difundirlos entre sus amigos, lo que es rnuy respetable, ese no es asunto editorial y nada tienen que hacer con él ni el Estado ni la Unión de Escritores ni ninguna otra entidad.
-Mira, te daré una referencia argentina: ¿sabés quién era Lugones?
-He oído hablar de él. Sé que es uno de los poetas arquetípicos de este país.
-Pues se dice que jamás alcanzó a vender 500 ejemplares de uno de sus libros.
-Reitero: es algo que en la Unión Soviética no puede ocurrir, en ningún caso: ni siquiera se lo concibe. Podría citar algo con un atisbo de similitud al poeta Arseni Tarkovsky, cuyos versos siempre circularon muy poco a pesar del enorme prestigio de su autor. Un poeta intelectual con obra no "democrática" como la mía sino bien elitista: esa es su legitimidad, su carácter. Pero aun él que para vivir tenia que trabajar le traductor, con el renacimiento poético de los últimos años, ha comenzado a ser conocido por el gran público Allá, a esto se lo interpreta como un efecto de que la cultura promedio del lector ha evolucionado, de que sus gustos han madurado y que comienza a alcanzar el nivel de esa poesía "difícil". Creemos que fue una poesía "anticipada", pero no por eso se habrá de admitir que cualquier cosa, por el solo hecho de no tener éxito, pueda merecer ese calificativo.
Formas
Sostiene Evtushenko que la función crítica en su país dista de pasar por un buen momento.
-Hay, sí, buenos especialistas en temas literarios, pero carecen de visión de conjunto. Tampoco son buenos escritores y su habitual egocentrismo los aísla: poco y ningún peso tienen el desarrollo de las actuales tendencias literarias. Esto crea una distorsión: el autor -el poeta particularmente- tiene que convertirse, entonces, en critico de su propia obra y de la de sus colegas, lo que no es bueno, por aquello de que «el escritor es el lobo del escritor», pero en fin... hasta yo he escrito un par de libros de crítica.
Explica enseguida que, a su juicio, la rima perdura en la poesía rusa más que en otros idiomas, debido a la propia estructura de la lengua, rica en desinencias y llena de endiabladas declinaciones. Y no sólo nunca se cortó la tradición a propósito del uso de las rimas sino que, además, se vive una etapa de abundante experimentación con ellas. Hasta circula por ahí, desde hace unos años, una "asonancia evtushenkiana".
-¿Invento de Evtushenko?
-Se dice, pero no es verdad. A lo sumo he rescatado algunas formas usadas por poetas regionales, algo casi folklórico, proceso que allá no es tan traído de los pelos como podría serlo en Occidente, ya que Rusia mantiene la antigua unidad cultural. Ruso se es aun por adición, por la incorporación de elementos, sin que esto entrañe prescindir de otros. Pushkin, por ejemplo, tenía dos educaciones: una francesa, propia de un aristócrata de su tiempo, y otra que le proporcionó, sin saberlo, su nodriza rusa, mujer campesina. Posteriormente, Pushkin supo valerse de ambos sentimientos y sin duda por eso fue tan grande.
-¿Esa doble perspectiva sigue siendo la de un intelectual ruso de hoy?
-Así es y ello explica, por ejemplo, a la poesía rusa actual, o sea desde la entrada en escena de mi generación. Se nos conoció, sobre todo, en el extranjero, por la modalidad que adoptamos en cuanto a los recitales, al gran acto público en el que yo digo mis versos a gritos, o bien Bulat Okudzhava -que es una especie de Georges Brassens, pero creo que muy superior- aparece con su guitarra. Y en Occidente se pensó y se piensa en una "popularización" de la poesía rusa, en un mero cambio de exterioridades para llegar mejor a auditorios masivos.
Y no, no fueron así las cosas. En primer lugar, porque en Rusia lo habitual es el recital, el hecho multitudinario, así ha circulado la poesía, siempre ha estado presente, siempre fue prestigiosa y nosotros no hicimos sino reimplantarla tras un ocaso -muy parcial, por lo demás-que no se prolongó más que dos o tres décadas. En segundo lugar, porque también poetas intelectuales y sutiles, "tan en voz baja", como la magnífica ofrecen recitales y con tanto o más éxito que yo o que Bulat; o sea que no ha aparecido ninguna retórica peculiar, ningún estilo tal o cual que intente ser especialmente apropiado para la declamación... Y en tercer lugar, porque por muchos recitales que demos, somos esencialmente autores de poemas, gente que escribe textos que han de formar libros y que, ante todo, es difundida por éstos. Nuestra "renovación", el aporte que hicimos, no fue, en realidad, tan importante desde ese punto de vista. Sí, como suele ser la gente joven, fuimos iconoclastas y burlones, atacamos a los poetas "encorbatados" y protagonizamos algunos escándalos detonantes. Pero en cambio se nos debe un renacimiento del interés por la poesía, el que después vino a favorecer la difusión de todos los estilos poéticos y de multitud de autores muy disímiles. También nos fue dado hacer algunos poemas que sí son importantes y que nos justifican. Trajimos talento y eso es lo que vale; el resto, en Rusia y en todas partes, simplemente no es.
El hombre
Ante todo está el hombre. No es ya joven, pero sigue pareciéndolo. Tiene aire de "chansonnier" y modales de empresario teatral. Hace de todo y lo ha hecho siempre, generalmente con éxito, al punto que hasta nos puede parecer anacrónico: un personaje con reminiscencias de aventurero, de poeta-hombre de mundo, según el patrón byroniano, o de poeta ganapán, como lo fue el remoto José Zorrilla, de quien se dice que el editor le pagaba -¡oh tiempo!- a tanto por verso.
Además, como buen ruso, es un desaforado y -voluntaria o involuntariamente- ha dado pie para el surgimiento de una cierta mitología en torno de su persona.
La poesía -dice- es, primeramente el carácter; la sustancia del hombre y de las cosas.
Y añade, en estilo de parábola:
-Era niño y conocí en mi patria, en Siberia, a un zapatero que me dio una imagen de poeta que me ha acompañado hasta hoy; no sólo trabajaba en lo suyo, no sólo su claveteo y pulido eran como sinfonías sino que comprendía que estaba propiciando la resurrección de los zapatos, o sea haciendo lo más noble que nadie puede hacer, que es demorar la muerte de las cosas, restituirles su esencia. Me di cuenta de que el de ese zapatero era un destino envidiable, por el solo hecho de haber comprendido que en todo zapato roto persiste la sustancia del zapato nuevo. Por extensión, años después advertí que en todo hombre hay algo que vale más de lo que él es: en todo embrión hay un genio potencial. En el vientre de las mujeres no hay más que Goethes, Dantes, Cervantes, Beethóvenes. Para mí es seguro que ni Hitler feto era malo y coincido con Somerset Maugham en que es falso que los genios sean locos, o anormales: los genios son normales y el resto es desviación de la norma... Porque la vida no permite a la gente ser genio; los aplasta, los destruye y sólo los muy fuertes pueden expresarse. Por lógica di pues en pensar que el talento -digamos, el de escritor o el de artista- se reconoce por la comprensión de este hecho. Y por la aceptación de la misión de representante de los genios potenciales, de quienes son asesinados, acallados por la vida, de los genios oscurecidos.
Pero a la vez rechaza la noción de la poesía como "ayuda" pues, a su juicio no se trata sino de una dimensión particular y limitada de la genialidad. En última instancia la función de la poesía no seria más que la de "avivadora" de memorias, un toque de campana que sirva para convocar el recuerdo de cuando se era genio.
-Oigo relatos maravillosos de la vida y pido a quien me los acerca: 'Escriba eso, por favor". Y una y otra vez se me responde. «No puedo». Yo sí puedo.
La poética
Es evidente que en ese "yo puedo" está toda la poética de Evtushenko, toda su concepción impersonal y optimista de la poesía, todo su implícito rechazo a considerar al poeta como un creador vicario y al poema como muleta del universo Por lo demás, el tema de la poesía lo obsesiona y expresa argumentos a montones:
-Si de un ojo cae una lágrima y un químico la analiza hallará que es muy similar a cualquier otra lágrima. Y un campesino siberiano va a poder comprender siempre a un campesino africano, porque los dos tienen callos y éstos son muy buenos traductores. Lo que yo digo lo entiende todo poeta, igual que un poeta esquimal ha de entender toda la poesía del mundo, y que un médico argentino -pongo por caso- entiende la terapia que aplica un médico ruso.
Enseguida postula que la poesía es una apelación a la plenitud de la vida, un específico horror al vacío de la muerte. Y el poeta no se opondría a la guerra por conveniencia, por debilidad, por afeminamiento sino porque la guerra es una embajadora de la muerte, lo mismo que la enfermedad. Uno busca en ese torbellino de ideas el ingrediente marxista y a lo sumo encuentra un misticismo materialista. Evtushenko afirma la posibilidad no sólo de enfrentar a la muerte sino también de vencerla, de impedir, mediante la indefinida detención del deterioro de los cuerpos, que sobrevenga.
-La muerte quedaría ahí, como un callejón sin salida al que nos ingeniaríamos para evitar. La consecuencia seria la superpoblación de la Tierra, por falta de defunciones.
Ama la opinión de Konstantin Tziolkovsky, "padre de la astronáutica soviética", según la cual ese horizonte hipotético
se encuentra ya establecido en el subconsciente del hombre y es la causa que lo impulsa a encarar la conquista del espacio: un día tendremos que emigrar de la Tierra simplemente porque no habrá aquí más lugar.
-Eso es ciencia-ficción
-¿Y cuáles son los límites entre ciencia/ficción y realidad? Creo que la diferencia es solo una cuestión de tiempos: tras ser ficción las cosas pasan a ser realidades y una vez aceptadas como tales se convierten en pasto de la ciencía. Lo cierto es que, hoy por hoy, a la humanidad algo la tira, la empuja al espacio: pienso que para pasado mañana, cuando la muerte desaparezca, será preciso buscar nuevos hogares...
-¿No es demasiado optimismo para un poeta?
-Un pesimista completo y un optimista completo se parecen en que ambos son tontos. Y, la verdad, mi arco iris comprende todos los colores, incluso el negro. Pero hasta ahora todo le ha salido bien al hombre, empezando por la vida, la que vivimos, la individual. Fue una descarga de esperma de la que sólo quedó uno y atrás la sombra de millones de hermanos muertos: hemos sido elegidos por un milagro y no debemos, por lo tanto, desconfiar de los prodigios. ¿Que qué hice con mi vida, con el milagro cumplido en mí? Pues soy poeta, ésa es mi condición, pero convengamos en que es una condición que limita muchísimo, aun entendiendo que el serlo no es una profesión ni una actividad sino una vocación vinculada con la salvación de las cosas. ¿Pero cómo salvar lo que no se tiene? ¿Cómo vivir las vidas ajenas? Sabrás: yo odio escribir, porque mientras lo hago pienso que podría estar en otros países, en otra perspectiva de la vida, en algo tan vulgar e inasequible como ser marinero, vaya el caso... He aquí que soy una rata de biblioteca, pero a la vez soy un pez con alas, ambivalencia que en el fondo no es sino el destino. ¿Que resulta difícil convivir con ella? La verdad que sí.
Rusia
En Rusia, cuenta Evtushenko,
se leen periódicos, pero muy rápido y sin concederles demasiada importancia, en todo caso mucho menos que en Occidente. En los vehículos públicos la gente lo que tiende a leer son libros. Y, por lo común, libros de cierta enjundia... En un, vagón del 'metro' un periodista italiano encontró, 'en acto', a lectores de Blake, Moravia, Vargas Liosa, Conan Doyle y José María Arguedas, aparte de otlros de autores rusos.
-Ese "metro" iría a la Facultad de Letras.
-En absoluto, pero acá lo importante sería destacar que en la Unión Soviética existe escaso interés por la información cotidiana, lo que redunda en beneficio del "consumo" de literatura. Esta es una situación que no puede dejar de tenerse en cuenta toda vez que se plantee la temática literaria en mi patria: la masa de lectores es, proporcionalmente mucho mayor que en Occidente. Sé que si digo que allá las tiradas de libros de poesía son, como mínimo, de 10.000 ejemplares, parece exorbitante. Pero sucede que ese tope mínimo es muy bajo y su determinación sólo obedece a las grandes restricciones que padecemos en materia de suministro de papel. Por ello, en todos los géneros literarios las tiradas son exiguas en comparación a la demanda, lo que ha originado la aparición de un floreciente mercado negro de libros.
-¿En la Unión Soviética el escritor vive de lo que cobra por derechos de autor?
-Sí, a partir de un ingreso mínimo asegurado por la dimensión de la tirada inicial. Esta es fija y se paga íntegra, véndase o no.
-Y si no se vende y al año siguiente el autor le lleva otro libro a la editorial, ¿ésta le puede decir: no se lo publicamos porque usted no vende?
-De hecho se lo dice. Pero no olvides que allá todo está planificado: el Estado es dueño de todo, del papel, de las editoriales. Y el Estado más bien peca por lo contrario: insiste en publicar libros malos, o mediocres, que no se venden.
-No nos entendemos y creo que ello se debe a las diferencias de estructura social: ocurre que en Occidente tenemos como absolutamente normal que haya notabilísimos escritores cuyas obras, aproximadamente, no tienen lectores, esto sin contar géneros como la filosofía o la investigación erudita. Pero aquí, en Buenos Aires, hay afamados poetas de los que no es posible vender ni 300 ejemplares.
-No, en la Unión Soviética no puede suceder eso; es un problema que ni siquiera se plantea. Un escritor, un poeta , que no trasciende -sin que para ello haya causas exteriores, como puede ser, una persecución sistemática- ni puede propiamente ser definido como tal. Dejemos de lado los libros de filosofía y de investigación, que corren por cuerda separada: allá al escritor se lo define como autor de libros que entrañen interés cultural o social. Si además hay -como en efecto existen- personas que quieren hacer versos y difundirlos entre sus amigos, lo que es rnuy respetable, ese no es asunto editorial y nada tienen que hacer con él ni el Estado ni la Unión de Escritores ni ninguna otra entidad.
-Mira, te daré una referencia argentina: ¿sabés quién era Lugones?
-He oído hablar de él. Sé que es uno de los poetas arquetípicos de este país.
-Pues se dice que jamás alcanzó a vender 500 ejemplares de uno de sus libros.
-Reitero: es algo que en la Unión Soviética no puede ocurrir, en ningún caso: ni siquiera se lo concibe. Podría citar algo con un atisbo de similitud al poeta Arseni Tarkovsky, cuyos versos siempre circularon muy poco a pesar del enorme prestigio de su autor. Un poeta intelectual con obra no "democrática" como la mía sino bien elitista: esa es su legitimidad, su carácter. Pero aun él que para vivir tenia que trabajar le traductor, con el renacimiento poético de los últimos años, ha comenzado a ser conocido por el gran público Allá, a esto se lo interpreta como un efecto de que la cultura promedio del lector ha evolucionado, de que sus gustos han madurado y que comienza a alcanzar el nivel de esa poesía "difícil". Creemos que fue una poesía "anticipada", pero no por eso se habrá de admitir que cualquier cosa, por el solo hecho de no tener éxito, pueda merecer ese calificativo.
Formas
Sostiene Evtushenko que la función crítica en su país dista de pasar por un buen momento.
-Hay, sí, buenos especialistas en temas literarios, pero carecen de visión de conjunto. Tampoco son buenos escritores y su habitual egocentrismo los aísla: poco y ningún peso tienen el desarrollo de las actuales tendencias literarias. Esto crea una distorsión: el autor -el poeta particularmente- tiene que convertirse, entonces, en critico de su propia obra y de la de sus colegas, lo que no es bueno, por aquello de que «el escritor es el lobo del escritor», pero en fin... hasta yo he escrito un par de libros de crítica.
Explica enseguida que, a su juicio, la rima perdura en la poesía rusa más que en otros idiomas, debido a la propia estructura de la lengua, rica en desinencias y llena de endiabladas declinaciones. Y no sólo nunca se cortó la tradición a propósito del uso de las rimas sino que, además, se vive una etapa de abundante experimentación con ellas. Hasta circula por ahí, desde hace unos años, una "asonancia evtushenkiana".
-¿Invento de Evtushenko?
-Se dice, pero no es verdad. A lo sumo he rescatado algunas formas usadas por poetas regionales, algo casi folklórico, proceso que allá no es tan traído de los pelos como podría serlo en Occidente, ya que Rusia mantiene la antigua unidad cultural. Ruso se es aun por adición, por la incorporación de elementos, sin que esto entrañe prescindir de otros. Pushkin, por ejemplo, tenía dos educaciones: una francesa, propia de un aristócrata de su tiempo, y otra que le proporcionó, sin saberlo, su nodriza rusa, mujer campesina. Posteriormente, Pushkin supo valerse de ambos sentimientos y sin duda por eso fue tan grande.
-¿Esa doble perspectiva sigue siendo la de un intelectual ruso de hoy?
-Así es y ello explica, por ejemplo, a la poesía rusa actual, o sea desde la entrada en escena de mi generación. Se nos conoció, sobre todo, en el extranjero, por la modalidad que adoptamos en cuanto a los recitales, al gran acto público en el que yo digo mis versos a gritos, o bien Bulat Okudzhava -que es una especie de Georges Brassens, pero creo que muy superior- aparece con su guitarra. Y en Occidente se pensó y se piensa en una "popularización" de la poesía rusa, en un mero cambio de exterioridades para llegar mejor a auditorios masivos.
Y no, no fueron así las cosas. En primer lugar, porque en Rusia lo habitual es el recital, el hecho multitudinario, así ha circulado la poesía, siempre ha estado presente, siempre fue prestigiosa y nosotros no hicimos sino reimplantarla tras un ocaso -muy parcial, por lo demás-que no se prolongó más que dos o tres décadas. En segundo lugar, porque también poetas intelectuales y sutiles, "tan en voz baja", como la magnífica ofrecen recitales y con tanto o más éxito que yo o que Bulat; o sea que no ha aparecido ninguna retórica peculiar, ningún estilo tal o cual que intente ser especialmente apropiado para la declamación... Y en tercer lugar, porque por muchos recitales que demos, somos esencialmente autores de poemas, gente que escribe textos que han de formar libros y que, ante todo, es difundida por éstos. Nuestra "renovación", el aporte que hicimos, no fue, en realidad, tan importante desde ese punto de vista. Sí, como suele ser la gente joven, fuimos iconoclastas y burlones, atacamos a los poetas "encorbatados" y protagonizamos algunos escándalos detonantes. Pero en cambio se nos debe un renacimiento del interés por la poesía, el que después vino a favorecer la difusión de todos los estilos poéticos y de multitud de autores muy disímiles. También nos fue dado hacer algunos poemas que sí son importantes y que nos justifican. Trajimos talento y eso es lo que vale; el resto, en Rusia y en todas partes, simplemente no es.
Diario La Nación,
Buenos Aires,
27 de mayo de 1984
Buenos Aires,
27 de mayo de 1984
Evgueni Alexándrovich Evtuchenko. Poeta soviético (U.R.S.S., Zima, 1932-Tulsa, Oklahoma, Estados Unidos, 2017). En 1952 comenzó la publicación de sus primeros trabajos poéticos (Prospectores del futuro), versos de brillante imaginería en los que relata las visiones y los anhelos de una generación que, sin haber hecho la guerra, ha sufrido sus dramáticas consecuencias. En su línea épico-lírica que recuerda la de Vladímir Maiakovski, Evtuchenko polemiza en sus poemas contra el conformismo intelectual y artístico a que dio lugar la época estaliniana. Su pequeño poema Babi Yar publicado en 1961 produjo un verdadero choque emocional, pues en él se narraba el asesinato de 34000 judíos por los ocupantes nazis de la URSS durante la II Guerra Mundial, y el hacinamiento de los cadáveres en una sima cerca de Kiev que lleva el nombre del poema. El acontecimiento fue tanto más relevante cuanto que la prensa soviética había omitido mencionarlo. De sus posteriores publicaciones destacan Estación de Zima (1956), No he nacido tarde (1962), Autobiografía precoz (1963), La central hidroeléctrica de Bratsk (1965), El oído paterno (1975) y Los herederos de Stalin (1962), esta última una diatriba violenta contra la figura del dictador. Es famosa la correspondencia cruzada en 1966 entre Evtuchenko y John Steinbeck, el premio Nobel norteamericano, en la que el poeta exhortaba al novelista a condenar la intervención de su país en Vietnam. En mayo de 1969, Evtuchenko fue expulsado del cuerpo de redacción de la revista Yunost («Juventud»), junto con Axionov y el dramaturgo Víktor Rozov. Esta relegación estaba motivada en la participación de estos escritores en una discusión ideológica con la prensa oficial soviética, y en las críticas que habían hecho a la invasión de Checoslovaquia.
2 comentarios:
"la poesía es la sustancia del hombre y de las cosas"
"en todo hombre hay algo que vale más que lo que él es"
misión del poeta: "representante de los genios potenciales"
"cuando LA MUERTE DESAPAREZCA (!!!)será preciso buscar nuevos hogares"
"SER POETA ES UNA VOCACIÓN VINCULADA CON LA SALVACIÓN DE LAS COSAS"
"soy un pez con alas"
"hemos sido elegidos por un milagro y no debemos, por lo tanto, desconfiar de los prodigios. ¿Que qué hice con mi vida, con el milagro cumplido en mí? Pues soy poeta, ésa es mi condición"
Este hombre sabe que la palabra crea mundo, que no está para nombrar "la realidad" sino para crearla.
gracias marcelo por publicar esta joya
bea
Y gracias a vos, Beatriz, por pasar.
Un abrazo.
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