Lo que se necesita para la poesía es un
cuerpo y una voz. No tiene que ser un gran
cuerpo o una gran voz. Pero idealmente
debe ser tu cuerpo, y debe ser tu voz.
El padre ayuda al niño a descubrir lo que
puede hacer con sus labios y sus miembros.
Esa es la primera poesía.
Cae entonces una suerte de noche
—una piedad melancólica—tras la cual la
iniciación es misteriosamente olvidada.
Esa es la borradura primigenia.
El resto de nuestras vidas se pasa
recapturando ese sentimiento de
descubrimiento inicial. Esa es la segunda
poesía.
Pero la sabiduría de la edad nos ha
prohibido el uso de nuestros labios y
miembros. Esta sabiduría es la enemiga de
la poesía.
James Fenton (Inglaterra, 1949)
(Traducción de Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich)
No hay comentarios:
Publicar un comentario