jueves, 31 de julio de 2008

PROSA CORTADA






























1

Si hay algo que odio eso es la música,
Las rimas, los juegos de palabras.
Nací en una generación.
La muerte y la vida estaban
En un cuaderno a rayas:
La muerte y la vida,
Lo masculino y lo femenino.
Los orgasmos sin patria
Y los órganos de parte a parte,
Se perfilaban en un blanco.
Apuntes, apuntes, apuntes.
O amputes,
La "roca" de la maldición.

Es de mañana en esta pava argéntea
Y al empezar ya sobra una mirada:
Nací en una generación.
Pero antes había otra generación.
Antes que yo y antes que la mía,
Y ella era sabia en sus letras
Que no necesitaban acusarse demasiado
(O tanto) o tanto,
Para mostrar alguna verdad.
Nací en una generación,
Oh vida -el tonto en su reclamo.
Aquellos antepasados fueron libres.
Con una libertad rayana
Con una estupidez casi imposible
Hoy de lograr, gravitan como nuestro modelo
Nosotros, los que estamos más en claro.
Nací en una generación.
Es preciso un método.

El aburrimiento de la vida de hotel
Como simple recodo del camino.
Es de tarde en este manuscrito,
Las horas se pasan volando.
Después del mate vino el almuerzo,
El café en un bar, un corto
Paseo por el centro y de vuelta,
De vuelta al escondrijo,
Ahora es de tarde, un poco
Más de tarde en este lápiz,
Y continúo por el simple gusto de andar
Como quien anda en su pieza trina
Y contra la ventana...
Y contra la ventana fuma.
Humo azul, humo verde, humo negro, humo colorado
No devolví el libro que me habían prestado
Y hasta me gustaría robarlo,
Quedármelo para siempre, adverbio que se esfuma.
Aseguro que estos pensamientos no asaltan.
Nací en una generación, era de esperar.
Golpean con suavidad la puerta.
Aquí están, ridiculos.
Nací En una generación.

Este es un verso,
Ladra el perro en la superficie rala,
Como para concluir que no es tan horrible la risa del idiota
Cuando en plena labor nos roza con su ala.
Esta complacencia en el error es mi marca de fábrica,
Pero nacido en una generación,
A la fábrica la chongueó el protervo
Manierismo, el ocultamiento patas
Cortas de la falta de dotes,
Si bien me divertí un poco durante algunos años.
Odio la música, odio el arte, odio
Mis paradojas en falsete y mi voz inconsistente.
Pero amo: amo el pene
Cuyo rostro no puedo adivinar enmascarado hábil
por el antifaz de la bragueta.
Y como entre mirarlo y tocarlo no sé que pensar
Hago votos y sufragios.

La forma de poema es una desgracia pasajera.
También para que algunas partes de mi cuerpo se
mantengan vivas
Debo recubrirlas con harina.
Desgracia pasajera, así por lo menos hablo en el ritmo buscado,
El ritmo arbitrario del proyecto sin sustancia,
Y escribo como un nuevo, como un novato
A mis años -"proyecto", "sustancia".
Generación,
de una agonía campana burbuja de
cristal o madera blanca.
Siempre ¿mantuve esta tendencia e inevitable la conservaré naranjo:
En cuanto algo está por parirse, volver la cara,
Pero aun cuando se nace a mis espaldas con los dedos hago gancho.
Es de noche en el color marfil que invade la mano, su pelambre.
Es hora de cerrar los ojos porque pronto el alba.
Pero otra vez abiertos, táctiles, despiertos justamente por el alba.
Al fuego entonces la pava y lumbre de gas al tabaco, brasa.

Sexualmente perfecto o casi casi,
Amable Dios,
Al empezar el día el artista no te olvida, ni te rima,
Porque toda rima ofende: basta, amputes tu discurso.
La mañana es pesada como un amasijo de malentendidos
sobre la vanguardia.
Agarro un libro y después otro, y ya sé, la curiosidad
toma a ese otro como blanco.
Posiblemente, Los Orígenes del Psicoanálisis,
Por las cartas, por el asunto,
Por la experiencia de satisfacción.

Me apliqué al intento de ser sincero, de caer en el lazo.
Empecé tranquilo esta prosa, con lágrimas en los caballos olvidados,
Puesto mi espíritu en una disposición que no fuera
solamente un ánimo,
Pero algo mata al ser que se conjuga
Y siento que las reservas blancas tiran más bien a escasas.
Con bigotes ralos, tenuemente sobreimpresos, se incluye:
La efigie de la madre en una foto de mi cara.
El pobre zarevich acuña en falso.
Y ya es mediodía en el pendón de nácar
Y esto se va a volver aún más desagradable, más pesado y más sexual
Mente insatisfecho, más tonto en sus giros de sorpresa.
Como un alto vuelo, o su pretensión bajo el agua,
Más burdo en su absurda autolimitación
y más hiriente en su orgullo de cobayo.
No, no se trata de la quiebra de un talento,
Sino, o más bien, del descrédito de un interior.
Sin ironía, en mi mundo moral reino yo.
Este alegre imperdón es lo que se consigue después de un largo trabajo.

Golpean la puerta, espero
Que sea el médico el visitante inesperado.
El hospital como flor deseada del porvenir.

Incansable, a la búsqueda siempre de una "poderosa" falla,
Es muy posible que haya nacido en una generación,
aunque es cierto que me recluí,
Pero para compartir mejor el ídolo gema, y dos:
Como si al mismo tiempo quisiera adorarlo sin testigos,
Creérmelo y comérmelo solo, la aventura de tenerlo a Lacan
en el cuarto contiguo.
Ya son necesarios muchos domingos lluviosos para que se
refresque mi piel.
Para entretenerme amé entonces una mariposa en aras de fernet,
Aire

aire,
Aire de balance sin un cobre y aire de la muerte que
comprueba tales,
Habida cuenta de que en la cocina del hotel la luz no es mala:
Allí triunfa un fuego tentador.

Metido a sugerir la sensación de "pensamiento",
No sabía qué camino tomar: Personaje,
Un escritor llegado a su madurez grave como un enfermo grave,
Un acento de cobre falso en la balanza
Me había prometido excluir el retruécano, pero fallé
como el cristal,
Como el juez, cuando el tenor canta, oh Señor.
El grito azul, condenado y profano. Me—
Había—
Y prohibido
Las alusiones literarias, la rima guasa en esta fase perdularia.
Pero nací en un espejo donde cualquer "objeto" era accesible,
salvo la distancia

la crápula del imbécil
su cúpula rutilante
de dorados y rubí

¡Es tan difícil no gustarle a nadie!
Hoy rompí por teléfono con Juana Blanco, esa chica,
la escritora.
Nos habíamos amado porque aman siempre los poetas.
Son gajes del oficio, aman en los poemas, fuera de ellos,
Y hasta se atreven a amar en sus propias osadías de fracaso-
Tip— El inconsciente, el pequeño objeto a y el ser para la muerte.
En una generación, seguro que nací en una generación.
Primero la palabra, después la imagen,
Ojos rayanos.
Juana
Serás la última de una cadena putrefacta.
En ristra, me quedan los hombres ajados.

Es indudable que el arte quiere ahorrar trabajo.
Para muestra entonces basta
Mi última producción en bata:

(fuertes comillas y una musteola suena)
"Entrar en las aguas, qué tonto,
tan tonto como aquel otro decir
de puro tonto, lejano y alemán.
Entrar en las aguas, sin embargo.
El cuerpo ilimitado, cerrarse sobre,
entrar: del agua en la vertiente.
Ver, sin serlo, suele la operación del verso.
El verso: algo que está muy lejos.
Y si una papa hay en el centro del cráneo
se la puede (bien atravesar)
con un palo: sin ningún acaso,
sin jamás estar
ni diciéndolo.

Apoyando su corrupción contra la estufa.

El dorso de la espalda o la tentadora
curva de la espalda—línea,
la tentación turbada de toda vértebra
(árabe y rubí)
que termina, y allí
habas cuece:
imposible saber qué humo se refracta.
El vapor, el agua:
es allí donde las aguas,
El cuerpo muerto y abogado,
harto del pene del otro,
en el otro y en el otro
de secreciones y de glándulas

en
Para un arte retinglado por la ciencia
—Pero la debilidad de una cabeza venerable
no tiene por qué (hábil, erigida en motivo)
editar una idea en caracteres.
O la cesárea idea de un descabezamiento.
César Emperador:
la mano en alza".

(vase)
íntimas,
Nací en un ataúd de plata Y desde mi nacimiento,
Desde mi generación,
Ahuyenté al lector
Estúpido no tan estúpido
Pero observando:
sin él la literatura acaba:
qué pavada.

En el ataúd de plata se abría una mirilla,
Bastaba para ello una brizna de pincel
O el pulsar leve de una sola pestaña:
Ahí estaba yo, gordo y amamantado, con los Carrillos blancos
Y pliegues en cascada cuya ocurrencia era recubrir
El ombligo: impúdico, por alguna razón
... en una generación...
"Criarlo sin chupete
Porque visto de frente o de perfil
Un bebé pegado a esa goma
Ya dibuja el futuro
Oratorio de un imbécil"
.. .en una generación...
Todo se percibía, escuchaba, balanceaba, sentía,
chupaba, ingería
En el ataúd de plata
Entre las mantillas molestas y la crema prenupcial
del excremento
...en una generación...
Con un hermano genial cuando a mí iban a gustarme
los perros como yo,
Inocuos en la noche que ladra, con una hermana
hermosa y tan querida (qué infamia),
Y con un padre: delirio extremo.
Pero actual la madre viene hacia mí
Preñada por los espigas del sarcasmo
Amoroso como no podría serlo más
Y apoyándose semejante a una stebánida
En su báculo de fresno.

Tal vez me equivoqué desde el vamos, pero nadie
es tan torpe.
En manos del médico me vuelvo golondrina, carne sutil y atenta

esta es una manera de decir
y también una manera de pensar
culpable y al mismo tiempo
irresponsable
absolutamente irresponsable

culpable y dos
irresponsable
tres
un veredicto
dictado, consumido y consumado
cuatro
lo que es yo
odia los juegos de palabras
y el aura concupiscente
unida a eso que se llama
significativo utensilio tipográfico
distribuciones varias
puntos ausentes
y la duda siempre
entre "joya" o "antibiótico"
cuando lo mejor
lo mejor en lo decisivo
estuviere tal vez
en la llana aspiración a un buen verso
expulsar ahora el aire
en un diálogo más amoroso
amante heraldo enviado
con el lector amable

pero el beso entre dos hombres
tiene más perlas que un rosario

expulsar ahora el bulto bello

cuidado

El destino olfatea.
El que está solo en una pieza sabe que por algo está
solo y está pieza.
Un amor del ser, fundamental, un amor de repugnancia
carismática.
Estados de memoria muy intensos durante los cuales
no se recuerda nada.
La gracia ocurre al jugar con la hipótesis inverificable.
Entiendo la piel del asno, sus oriundos pelos,
Pero tengo problemas de otro orden.
La forma de poema es una desgracia pasajera.


2En el templete circular de Hermes Chano...
había una vez un anciano venerable.
Un coetáneo que al mismo tiempo era contemporáneo
y quería que su hijo tuviera un cargo,
alto se sobreentiende en lo posible.
Lo tuvo en el manejo de cadáveres sin ser médico,
tampoco enterrador.
Gozan los símbolos a los pies del camello, en la arena,
pero no es tan fácil mutilar:
sobrevienen sin posibilidad.
La goma de mascar, en el cenicero, germina lo contrario
de su propio ser.
Por suerte un pseudónimo grisa las miradas.


Dama ridicula
Másmédula
Los viejos no saben qué hacer con sus vidas
aunque tengan el mar a dos pasos
el espigón de portland
o la escollera de piedra: alta
y no groseramente autoerótica,
pero precipitada hacia las olas antiguas.
Ahora, el que mira se despoja del velo gris.
Dossier escondido,
un tumulto en la avería.

Representa.
Este es el escándalo del lado de la comedia.
O el placer abominable, Hijo,
de estrujar la despedida con un rictus de llanto.
Lo que fracasó en el tálamo, el gato
y unas bragas de nodriza
mientras los cuerpos giles luchaban por el premio.

Ahora no hay desierto suficiente.
Falta el nunca del más allá
o sobran dos sudarios,
mortajas de cultos opuestos.

Ni siquiera.
Los cuerpos giles compartieron el pastel.

Y proseguir es tremendo.
Quedarían solamente
los indomables defectos de cualquier traducción.
En cambio, un clítoris magnífico se lanza a la aventura:
mejor así,
El pene exagera los anhelos.




Osvaldo Lamborghini (Buenos Aires, Argentina, 1940- Barcelona, España, 1985) 





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