Escasas visitas trasponen mi puerta.
Frente a las gradas
crecen pinos y bambúes.
La pared oriental
me resguarda
del frío de otoño;
Desde el patio que da al oeste
sopla una suave brisa.
Siento pereza
de tañer mi laúd.
Tengo libros, pero carezco
de tiempo para leer.
En este espacio
de una pulgada cuadrada '
Sólo existen la quietud
y el gozo. ¿Para qué habría de agrandar
mi casa?
No tiene objeto hablar mucho.
Un cuarto de diez pies cuadrados
es suficiente para mi cuerpo;
Dos medidas de arroz me bastan
para saciar el hambre.
Eso aparte, sin habilidad
para manejar negocios,
Permanezco ocioso mientras recibo
el salario del Emperador.
Jamás planté una morera;
Nunca abrí un surco para el arroz.
No obstante me alimento
todos los días
Y ando bien vestido
durante el año.
Sin escrúpulos de conciencia
y sin deseos ni ambiciones,
¿Por qué habría de estar triste?
Pai Chu Yi (China, 772- 846)
(Traducción de Raúl A. Ruy)
' Es decir el corazón. (N.del T.)
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