lunes, 14 de julio de 2008

NOTA AL ACASO




El poeta superior dice lo que efectivamente siente. El poeta medio dice lo que decide sentir. El poeta inferior dice lo que cree que debe sentir.
Nada de esto tiene que ver con la sinceridad. En primer lugar, nadie sabe lo que verdaderamente siente: es posible que sintamos alivio con la muerte de alguna persona querida y creamos que estamos sintiendo pena porque se debe sentir eso en esas ocasiones. La mayoría de la gente siente convencionalmente, aunque con la mayor sinceridad humana, pero no sienten con ninguna especie o grado de sinceridad intelectual, y ésa es la que importa en el poeta. Tanto es así que no creo que haya, en toda la ya larga historia de la Poesía, más de cuatro o cinco poetas que hayan dicho lo que verdadera, y no sólo efectivamente, sentían. Hay algunos, muy grandes, que nunca lo dijeron, que fueron siempre incapaces de decirlo. Hay, cuando mucho, en ciertos poetas, momentos en que dicen lo que sienten. Aquí y allá lo dijo Wordsworth. Una o dos veces lo dijo Coleridge; pues la Rima del Viejo Nauta y Kubla Khan son más sinceros que todo Milton, diré incluso que todo Shakespeare. Hay sólo una reserva respecto a Shakespeare: Shakespeare era esencial y estructuralmente facticio; por eso su insinceridad constante llega a ser una sinceridad constante, de ahí su grandeza.
Cuando un poeta inferior siente, siente siempre por libreta de encargos. Puede ser sincero en la emoción: ¿qué importa, si no lo es en la poesía? Hay poetas que cargan con lo que sienten en el verso, sin verificar nunca que no lo sintieron. Llora Camoens la pérdida de su alma gentil y, al final, quien llora es Petrarca. Si la emoción de Camoens hubiera sido sinceramente suya, habría encontrado una forma nueva, palabras nuevas, todo menos el soneto y el verso de diez sílabas. Pero no: se sirvió del soneto en decasílabos como se habría puesto de luto en la vida.
Mi maestro Caeiro fue el único poeta enteramente sincero del mundo.


Fernando Pessoa


Fernando António Nogueira Pessoa (Lisboa, 1888- id., 1935)


(Traducción: Nicolás Extremera Tapia)



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