La pera comienza a deshacerse,
pierde los bordes, se vuelve transparente
y blanda en la carne
que debía resistir la lengua,
y en la zona de los límites,
donde fluía el agua dulce y nítida
se adormila el gusto, híbrido ahora
de batata y papa que han estado
demasiado en el hervor.Otra experiencia más que se degrada.
Es difícil retener el instante fugaz
de la madurez perfectamente joven.
E inútil aclararlo.
Cualquiera sería mirado con asombro
si en el almuerzo explicara
qué es un verso, y cómo puede
pasarse de punto en el pulido del oficio,
esa maldita cocina de la muerte.
Basilio Uribe (Argentina, Buenos Aires, 1916-1997)
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