En la práctica cotidiana, la poesía se divide en buena poesía, la escrita por nosotros, y mala poesía, la escrita por otros, sobre todo por aquellos a quienes su filosofía y sus supersticiones o ilusiones convierten en extraños a nosotros mismos, o bien por quienes pertenecen a otro grupo o generación. El umbral objetivo de la calidad o aceptabilidad es -pese a las certezas de los críticos y teóricos- bastante vago.
Me causó entonces gran placer descubrir que en Cambridge, Massachusetts, Vintage publicara el año pasado un libro editado por Kathryn y Ross Petras, dos personas que evidentemente no desdeñan la diversión. El título del volumen es noble, claro y atractivo: Very Bad Poetry (Poesía muy mala).
No se refiere a la mala poesía del presente. Eso sería peligroso, feroz, y aun ofensivo e injusto. Podría dar lugar a venganzas y querellas. Con incuestionable pericia política, los editores se limitan a incluir nombres casi desconocidos del siglo XIX, con la única excepción del poema "La espina" de William Wordsworth. El desengaño amoroso tiene aquí estas consecuencias anatómicas: "en aquel día desgraciado/ un fuego muy cruel, se ha comentado/ en sus huesos fue avivado;/ su cuerpo consumió con prisa/ y de su cerebro hizo ceniza".
Los editores mencionan a dos poetas actuales que querían aportar sus peores poemas, lo que revela sin duda una notable generosidad. Con todo, señalan que estos poemas eran demasiado buenos como para ajustarse al patrón dominante.
Difícilmente podría alguien competir hoy con Fred Emerson Brooks. Así termina su "Vieja Águila": "Siempre en lo alto, en el cielo/ lleva el blasón en su vuelo;/ en la Libertad y en Dios confiamos"
Dentista de cierto prestigio y fundador de la Sociedad Estadounidense de Cirugía Dental, Solyman Brown recibió excelsos elogios en el American Journal of Dental Science por su "inteligencia... ricamente imbuida de fantasía poética". Los cinco cantos de su poema La Dentología constituyen una buena prueba; 'Al abrir sus labios se veían/ cavidades de ébano estragadas/ fervores del amor celebrarían/ esas visiones hondas y embriagadas/ de gemas de oriente níveas de fulgor,/ furtiva huyó la fe decepcionada / y con el asco no quedó ya nada/ ¡expiró el amor!"
El primer Conde de Lytton, diplomático y "poeta byroniano", publicó profusos volúmenes con grabados que ilustraban sus pasajes más arrebatados, entre ellos el siguiente: "Cuando entré a la habitación rosada/ de las cortinas un murciélago voló./ Por la ventana la noche se filtraba/ y en el vano mi amada se sentó.// La guitarra yacía inútil en su falda/ pues ya ni una nota tocaría/alguien le arrojó (ay, quién podría)/ a su garganta mortífera una daga".
Un acento más optimista se escucha en las odas de un canadiense fabricante de muebles y fanático del queso, James Mclntire. Su "Profecía de un queso de diez toneladas" declara: "Quien tenga el don de la profecía/ un queso de diez toneladas vería/ Varias empresas se unirán/ y en asociación el queso ofrecerán...// Trescientas ricotas habrá que apretar/ para hacer este queso colosal// Así Inglaterra se habrá confederado/ Trescientas provincias en un solo estado/ cuando cada uno acuerde en eso/ de estar prensado como un gran queso".
En total, aparecen en la compilación cuarenta y cuatro nombres y un puñado de poetas anónimos. Todo se conjuga en una lectura placentera y conmovedora, llena de un horror delicado y seductor. Parece increíble, pero la franca estupidez puede ser acaso más interesante que el refinamiento artístico o las honradas intenciones.
¿Cuáles son las características de la mala poesía? Los hermanos Petras observan que existe un talento especial según el cual el anticlímax sobreviene en el momento equivocado, las palabras incurren en una absurda contradicción con el pathos, y se verifica un derroche apasionado de los artificios y recursos literarios.
En el caso de esta selección, el problema podía ser el siglo y esa atmósfera particular en la que lo que se lee bajo la forma de puro candor infantil estaba dotado de cierto brillo posrromántico y no se pensaba -como ahora- que las enseñanzas morales resultaban contraproducentes. Creo sin embargo que es posible derivar de aquí una leción general e independiente del tiempo: que la poesía fracasa en la reiteración inexperimentada y obsesiva de verdades ordinarias y en la formulación solemne de pseudo-reflexiones que no resistirían un contexto "no poético". Para decirlo en otras palabras, el fracaso se debe al remedo burlesco de un poeta que piensa que es una mariposa cuando en realidad es un gorgojo.
Muchos poetas incipientes de nuestra época posmoderna encontrarán aquí una fuente de inspiración, por lo menos en ciertos temas que los posrrománticos tomaban en serio ; que a nosotros nos parecen más bien graciosos. Pensemos en esto: la seriedad es uno de lo requisitos de la poesía muy mala.
No se refiere a la mala poesía del presente. Eso sería peligroso, feroz, y aun ofensivo e injusto. Podría dar lugar a venganzas y querellas. Con incuestionable pericia política, los editores se limitan a incluir nombres casi desconocidos del siglo XIX, con la única excepción del poema "La espina" de William Wordsworth. El desengaño amoroso tiene aquí estas consecuencias anatómicas: "en aquel día desgraciado/ un fuego muy cruel, se ha comentado/ en sus huesos fue avivado;/ su cuerpo consumió con prisa/ y de su cerebro hizo ceniza".
Los editores mencionan a dos poetas actuales que querían aportar sus peores poemas, lo que revela sin duda una notable generosidad. Con todo, señalan que estos poemas eran demasiado buenos como para ajustarse al patrón dominante.
Difícilmente podría alguien competir hoy con Fred Emerson Brooks. Así termina su "Vieja Águila": "Siempre en lo alto, en el cielo/ lleva el blasón en su vuelo;/ en la Libertad y en Dios confiamos"
Dentista de cierto prestigio y fundador de la Sociedad Estadounidense de Cirugía Dental, Solyman Brown recibió excelsos elogios en el American Journal of Dental Science por su "inteligencia... ricamente imbuida de fantasía poética". Los cinco cantos de su poema La Dentología constituyen una buena prueba; 'Al abrir sus labios se veían/ cavidades de ébano estragadas/ fervores del amor celebrarían/ esas visiones hondas y embriagadas/ de gemas de oriente níveas de fulgor,/ furtiva huyó la fe decepcionada / y con el asco no quedó ya nada/ ¡expiró el amor!"
El primer Conde de Lytton, diplomático y "poeta byroniano", publicó profusos volúmenes con grabados que ilustraban sus pasajes más arrebatados, entre ellos el siguiente: "Cuando entré a la habitación rosada/ de las cortinas un murciélago voló./ Por la ventana la noche se filtraba/ y en el vano mi amada se sentó.// La guitarra yacía inútil en su falda/ pues ya ni una nota tocaría/alguien le arrojó (ay, quién podría)/ a su garganta mortífera una daga".
Un acento más optimista se escucha en las odas de un canadiense fabricante de muebles y fanático del queso, James Mclntire. Su "Profecía de un queso de diez toneladas" declara: "Quien tenga el don de la profecía/ un queso de diez toneladas vería/ Varias empresas se unirán/ y en asociación el queso ofrecerán...// Trescientas ricotas habrá que apretar/ para hacer este queso colosal// Así Inglaterra se habrá confederado/ Trescientas provincias en un solo estado/ cuando cada uno acuerde en eso/ de estar prensado como un gran queso".
En total, aparecen en la compilación cuarenta y cuatro nombres y un puñado de poetas anónimos. Todo se conjuga en una lectura placentera y conmovedora, llena de un horror delicado y seductor. Parece increíble, pero la franca estupidez puede ser acaso más interesante que el refinamiento artístico o las honradas intenciones.
¿Cuáles son las características de la mala poesía? Los hermanos Petras observan que existe un talento especial según el cual el anticlímax sobreviene en el momento equivocado, las palabras incurren en una absurda contradicción con el pathos, y se verifica un derroche apasionado de los artificios y recursos literarios.
En el caso de esta selección, el problema podía ser el siglo y esa atmósfera particular en la que lo que se lee bajo la forma de puro candor infantil estaba dotado de cierto brillo posrromántico y no se pensaba -como ahora- que las enseñanzas morales resultaban contraproducentes. Creo sin embargo que es posible derivar de aquí una leción general e independiente del tiempo: que la poesía fracasa en la reiteración inexperimentada y obsesiva de verdades ordinarias y en la formulación solemne de pseudo-reflexiones que no resistirían un contexto "no poético". Para decirlo en otras palabras, el fracaso se debe al remedo burlesco de un poeta que piensa que es una mariposa cuando en realidad es un gorgojo.
Muchos poetas incipientes de nuestra época posmoderna encontrarán aquí una fuente de inspiración, por lo menos en ciertos temas que los posrrománticos tomaban en serio ; que a nosotros nos parecen más bien graciosos. Pensemos en esto: la seriedad es uno de lo requisitos de la poesía muy mala.
Miroslav Holub
(Traducción de Pablo Gianera)
Diario de Poesía N°66(2004)
Miroslav Holub. Poeta e Inmunólogo checo (Pilsen, 1923-1998) Una de las características principales de su trabajo fue el uso de sus conocimientos científicos con fines poéticos. Sus poemas han sido traducidos a más de 30 idiomas. También escribió breves ensayos científicos, en particular sobre la biología y la medicina y algunos textos críticos sobre la literatura, como el que presentamos aquí. Una colección de ellos, La Dimensión de la actualidad, todavía permanece inédito. Obra: Selected and new poems (1996); See poems Before and After (2006) Vanishing Lung Syndrome (1990); The Rampage (1997)
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