miércoles, 31 de diciembre de 2008

DE LO PERDIDO



Nada de lo perdido volverá con la lluvia.

Las voces, los gestos de aquellos
a quienes deseábamos
y ahora son un hueco en la respiración.

Quemaduras al borde de las mesas
en las paredes, encima de la piel.
El agua será una purificación
pero no es un regreso.

No vuelven los objetos, ni sonidos,
ni escenas que tuvieron algún significado
o incumplieron su misión.

Tal vez, mientras observamos absortos
la enorme pared de agua que se desploma,
pasa lo Perdido, aunque irreconocible ya.
La memoria lo ha transformado en bucólico.

¿Quién tocaba a la puerta aquella vez?
¿Qué mano recorría los caballos
haciendo breves surcos
y era un placer sentirla?

Sensaciones lejanas, perdidas. Tal vez enfrente de nuestros ojos
todo se repite, pero gastadas las formas,
como en los aquelarres. Quemaduras al borde de las mesas,
en las paredes, encima de la piel.
Quemaduras en el cerebro. Establecer analogías con el agua
es peligroso en este país
donde nunca termina de llover.



Víctor Fowler (La Habana, Cuba, 1960)




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