Los altos tacones luchaban con las largas faldas
de tal suerte que, según el terreno y el viento,
a veces brillaban unas medias, ay, demasiado a menudo
interceptadas, pero nos gustaba ese juego de engaños.
También a veces, el dardo de un insecto celoso
inquietaba el cuello de las bellas bajo las ramas,
y era entonces un repentino destello de nucas blancas:
un regalo que colmaba nuestros jóvenes ojos de locos.
Caía la tarde, una tarde equívoca de otoño:
las bellas, colgándose de nuestros brazos,
dijeron entonces unas palabras tan hermosas, en voz baja
que nuestra alma desde entonces tiembla y se asombra.
Paul Verlaine (Francia, Metz, 1844 - París,1896)
(Traducción: Ramón Hervás)
LES INGÉNUS
Les hauts talons luttaient avec les longues jupes,
En sorte que, selon le terrain et le vent,
Parfois luisaient des bas de jambes, trop souvent
Interceptes! —el nous aimions ce jeu de dupes.
Parfois aussi le dard d'un insecte jaloux
Inquiétait le col des belles sous les branches,
Et c'était des éclairs soudains de nuques blanches,
Et ce régal comblait nos jeunes yeux de fous.
Le soir tombait, un soir équivoque d'automne:
Les belles, se pendant réveuses à nos bras,
Dirent alors des mots si spécieux, tout bas,
Que notre âme depuis ce temps tremble et s'étonne.
IMAGEN: Mademoiselle de Lancey, by Carolus Duran (1876)
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