El habla del sertanejo engaña:
las palabras de él vienen como rebozadas
(palabras confite, pastillas), en el glasé
de una entonación lisa, casi endulzada.
Mientras que bajo ella, dura y endurece
el carozo de piedra, la almendra pétrea,
de ese árbol pedregoso (el sertanejo)
incapaz de no expresarse en piedra.
Por eso el sertanejo habla poco:
las palabras de piedra ulceran la boca
y en el idioma piedra se habla doloroso;
lo natural de ese idioma habla a la fuerza.
Por eso también él habla despacio:
tiene que tomar las palabras con cuidado,
endulzarlas en la lengua, rebozarlas,
porque lleva tiempo todo ese trabajo.
João Cabral de Melo Neto (Recife, 1920; Río de Janeiro, 1999)
(Traducción: Agustina Roca)
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