Ahora vuelo tan rápido
que bastaría que rozara con la uña
una cabeza de alfiler
para estallar en mil pedazos.
Antes prefería volar lento
y bajo.
Pasaba sobre las copas de los árboles
y veía a mi padre y a mi abuelo conversando.
Yo pasaba con miedo de que me vieran.
Pero nunca levantaban la cabeza.
Héctor Viel Temperley (Argentina, Buenos Aires, 1933-1987)
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