El sauce añoso en el jardín rebasa los tejados.
Cuelga
un columpio de alguna rama inabarcable hacia las
tapias. La veda
se inició
y los corzos musitan por los campos nevados. El gallo
todavía
de madera, cuatro escarchas la rosa de los vientos en
la cúspide de los tejados. Lejos
aún
el reverdecimiento del fuego en la nieve surcada de
pezuñas. Muy lejos un clamor de traspatios, el
zumbido libérrimo de las moscas hacia los altos
fuegos, un golpe
de oquedades
enormes las lavanderas a la hora de la colada. Y
pasarán los días, pasarán
unos meses
redondos con su chispo de horas, las niñas habrán
dejado de apoyarse sobre el alféizar ancho
de la ventana
del altillo, habrán bajado de dos en dos cantando los
viejos escalones en la crepitación de una
escalera caracol, abruptas
habrán
colmado el jardín hacia las tapias y los altos tejados,
habrán deshecho ya una vieja sombra en el
columpio
con sus pantomimas.
José Kozer (Cuba, 1940)
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