Miré el dibujo que hacían las hojas amarillas al caer.
En un mal libro se leía; "El alma sensitiva..."
Pero, en ese instante entró el Cielo. Y estaba allí sentado entre los muebles vetustos y las jarras grandes como criaturas. Al paso y al caer de la tarde según su costumbre, se colmó de margaritas.
Yo, también, me puse el vestido más vistoso, las cuentas con luces,y me peiné de un modo rebuscado.
El cielo empezó a mirarme singularmente.
Yo me aterré y di un grito, que, como en los sueños, no se oyó.
Y corrí a la ventana y me oculté entre las persianas.
Por la calle no pasaba nadie.
El cielo me atrapó. Yo le dije: Te odio. Vas a devorar a todos mis congéneres. Y, a todo, tornas invisible.
El me hablaba y no se entendía.Desplegó todas las alas.
Ycon sus testículos numerosos y celestes me amaba y me hacía trizas.
(de Membrillo de Lusana, Los papeles Salvajes)
Marosa di Giorgio (Uruguay, Salto, 1932-Montevideo, 2004)
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