Según el Dr.Exner, 300 nadadores sordos sumergidos
en una pileta, nunca supieron donde estaban las orillas
y considerando aún exagerada la aserción de Spallanzam
de que la golondirna puede alcanzar una velocidad
de 89 metros por segundo, debemos merituar,
que el 17 de Mayo de 1896 en Conipiegne a las 7.35 a.m.
soltaron juntas golondrinas y palomas mensajeras
y mientras estas vuelos en círculos para orientarse,
las golondrinas partieron como un rayo hacia su nido
sito en la calle de Predicadores de Amberes,
y naturalistas y banqueros y armadores y amadores
comprobaron ese día que las palomas alcanzan
una velocidad de 57 Km./h. y las golondirnas de 257,58 km./h.
Los colombófilos flamencos tiritaron en la experiencia
porque en la Universal de París del '89 hubo nacido la idea
hoy absolutamente desterrada - post principitus inclusive-
de un correo aéreo fundado en las golondrinas,
cosa que ya imaginaron los antiguos romanos
y lo atestigua Motaigne en su Essays, Cap.XXIII, lib.II,
porque como Knaton El Egipcio,
la imaginación es superior a la inteligencia.
Y agrego:
emancipado del ciclo el halcón
se traga a las palomas mensajeras
e intercepta el mensaje confiado al aire,
y la golondrina ofrece menos cuerpo
la novela al tiro del enemigo
que es el halcón o el tiempo
y de ahí que los herméticos italianos
hayan superado a la rosa blindada
y a la poesía política.
Hoy podemos confirmar
desde la torre inclinada hacia el Este
que nadie reparó en Amberes aquel día
en el mensaje intertextual o el poder de la parábola
y menos aún que la ciencia natural del S.XIX
haya descubierto -sin saberlo- la diferencia esencial
entre la prosa poética y la poesía.
II
Apesta a prosa la entelequia de la rosa
y el caballero azul y Sinforosa
y tanto libro en síncopa de copla
que por no mirar endecasílabo la furiosa
corriente que alejandrina dan los cuerpos sudorosos
al aire tan barroco que apenas con la luz dibuja un rostro
y se pierde en el meandro en que orinan los cadáveres
su pas de deux en el escenario de este mundo de la cosa
y me entregan pudorosos el saldo de su horror,
su vomitable ignorancia de tanta concomitancia al paso
y apesta a prosa tamaña fe del desengaño,
apesta a prosa tanto cubículo adverbial,
tanta primosa riqueza intelectual
que apesta a prosa tanta cosa entre el hexámetro y el son,
entre Cesaría Evora y la espléndida fiesta del lenguaje
de la puntilla agreste de un vello agreste que florece
entre tus piernas que ya florecía con todas las mujeres del mundo.
Apesta a prosa preciosa - perdón por esta cosa-
tanto coso sustantivo, logarítmico y precioso,
tanto señor, tanto señora entre el hexámetro y son,
tanta pobreza para tu muerte y para mi muerte
tanto son sin ton ni son, tanta síncopa de copla perdida
en el borde de la copa que era un arpa y que tenía
cuerda, diapasón, garganta, aliento,
página de piel, bocado al viento, carne de agonía.
(Inédito)
Miguel Ángel Federik (Argentina, Entre Ríos, Villaguay, 1951)
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