Tienes un gusto de tempestad en los labios — Pero dónde vagabas
Todo el día la dura ensoñación de la piedra y del mar
Un viento aquilífero desnudó las colinas
Desnudó tu deseo hasta el hueso
Y las niñas de tus ojos cogieron el bordón de la Quimera
Estriando con espuma el recuerdo!
Dónde está la conocida cuesta del pequeño septiembre
En la arcilla roja donde jugabas contemplando allá abajo
Los profundos habares de las otras niñas
Los rincones donde tus amigas dejaban el romero por brazadas
— Pero dónde vagabas
Toda la noche la dura ensoñación de la piedra y del mar
Te decía que midieras en el agua desnuda sus días luminosos
Que gozaras de espaldas el alba de las cosas
O que vagaras de nuevo por llanos amarillos
Con un trébol de luz en tu pecho heroína del yambo
Tienes un gusto de tempestad en los labios
Y un vestido rojo como la sangre
Profundo en el oro del verano
Y el aroma de los jacintos — Pero dónde vagabas
Descendiendo hacia la playa los golfos con los guijos
Había allí una fría yerba salobre de mar
Pero más en lo hondo un sentimiento humano que sangraba
Y abrías con estupor tus manos diciendo su nombre
Ascendiendo con levedad hasta la transparencia de los abismos
Donde centelleaba tu propia estrella de mar.
Escucha, la razón es la prudencia de los últimos
Y el tiempo escultor iracundo de los hombres
Y el sol permanece sobre él, fiera de esperanza
Y tú más cerca de él estrechas un amor
Teniendo un gusto amargo de tempestad en los labios
No es para que consideres azulada hasta el hueso otro verano
Para que cambien de curso los ríos
Y te lleven atrás hasta sus fuentes
Para que beses de nuevo otros cerezos
O para que te marches cabalgando en el mistral
Enclavada en las rocas sin ayer ni mañana,
En los peligros de las rocas con el peinado del huracán
Despedirás tu enigma.
Elytis (Grecia, Iráklion, 1911 - Atenas, 1996)
(Traducción de Miguel Castillo Didier)
IMAGEN: Isla Mykonos, Grecia, Mar Mediterráneo.
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