Ciertamente el más querido, de ningún modo
El menos cruel,
De todos nuestros recuerdos, la lluvia de verano
Súbita, breve.
Íbamos, y era
En otro mundo.
Nuestras bocas se embriagaban
Del olor de la hierba.
Tierra,
La tela de la lluvia se pegaba sobre ti.
Era como el seno.
Soñado por un pintor.
II
Y temprano el cielo
Nos permitía
Ese oro que la alquimia
Tanto buscó.
Lo tocábamos, brillante,
En las ramas bajas,
Amábamos el gusto
De agua, en nuestros labios.
Y cuando juntábamos
Ramas y hojas caídas,
Esa humareda por la tarde, brusca, ese fuego.
Era todavía oro.
Yves Bonnefoy (Francia; Tours, 1923 -París, 2016)
(Traducción de Arturo Carrera)
IMAGEN: After The Rain, pintura de Eugene Lushpin.
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