¡Niña de frente despejada y pura,
y ojos ensoñadores de maravilla! Aunque el tiempo vuele, y tú y yo
estemos separados por media vida,
tu amorosa sonrisa seguramente aceptará el don de amor de un cuento de hadas.
No he visto tu rostro resplandeciente,
ni he escuchado tu risa argentina; no habrá un pensamiento para mí
en el futuro de tu joven vida... Ya es bastante que ahora quieras
escuchar mi fantástica historia.
Una historia iniciada en otros días,
cuando ardían los soles del verano... una canción simple, que servía para marcar
el ritmo de nuestros remos... Cuyos ecos viven aún en la memoria, aunque los años envidiosos inviten al olvido.
¡Ven, escucha entonces, antes que la voz del miedo
cargada de crueles nuevas, convoque al desagradable lecho
a una melancólica doncella! Sólo somos niños más viejos, querida, que nos agitamos ante la cercanía de la hora de dormir.
Afuera el hielo, la enceguecedora nieve, el extravagante delirio del viento tormentoso.
Adentro, el rojo resplandor del fuego y la alegre guarida de la infancia.
Las palabras mágicas te protegerán:
no notarás la enloquecida ráfaga.
Y, aunque la sombra de un suspiro pueda temblar a través de la historia,
por "los felices días del verano" idos y la desaparecida gloria del estío...
Ese fúnebre soplo no mancillará
el deleite de nuestro cuento de hadas.
Lewis Carroll
Poema -Prefacio de
Alicia a través del espejo
(Traducción de Eduardo Stilman)
Alicia a través del espejo
(Traducción de Eduardo Stilman)
Lewis Carroll, Seudónimo de Charles Lutwidge Dogson (Daresbury, Reino Unido, 1832-Guildford, id., 1898). Lógico, matemático, fotógrafo y novelista británico. Tras licenciarse en el Christ Church (1854), empezó a trabajar como docente y a colaborar en revistas cómicas y literarias, adoptando el seudónimo por el que sería universalmente conocido. En 1857 obtuvo una plaza como profesor de matemáticas, y cuatro años después fue ordenado diácono. En 1862, en el curso de uno de sus paseos habituales con la pequeña Alice Liddell y sus dos hermanas, hijas del deán del Christ Church, les relató una historia fantástica, «Las aventuras subterráneas de Alicia». El libro se publicó en 1865, con el título de Alicia en el país de las maravillas; él mismo costeó la edición, que fue un éxito de ventas y recibió los elogios unánimes de la crítica, factores que impulsaron a Carroll a escribir una continuación, titulada A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871). La peculiar combinación de fantasía, disparate y absurdo, junto a incisivas paradojas lógicas y matemáticas, permitieron que las obras se convirtieran a la vez en clásicos de la literatura infantil y en inteligentes sátiras morales, llenas de apuntes filosóficos y lógicos, aunque naturalmente para un público adulto y atento. Por otra parte, han sido objeto de diversas especulaciones las tendencias sexuales de Carroll, sobre todo en lo referente a sus numerosas amistades con niñas, a las que gustaba de fotografiar en las poses más variadas, ataviadas con multitud de vestimentas, e incluso desnudas. Escribió también poesía, campo en el que destaca en su producción el poema narrativo La caza del snark, plagado también de elementos fantásticos. Además de diversos textos matemáticos, fue autor de trabajos dedicados a la lógica simbólica, con el propósito explícito de popularizarla, en los cuales apunta su inclinación por explorar los límites y las contradicciones de los principios aceptados.
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