Sentado a los pies de la cama de mi viejo
contemplo su cuerpo desnudo y dormido.
Está bien papá, ya han pasado muchos años
y es bueno que duermas un poco.
A través de la ventana se escucha el ladrido de un perro.
Me cruzo de brazos en la penumbra de la habitación
y detengo mis ojos en la figura del campeón del mundo:
de pie señores, un poco de respeto para los hombres como mi viejo
que doblegaron sus vidas en trabajos miserables.
No todos podemos zafar de la agonía de la época y así
en este momento
a los pies de la cama de mi viejo
yo también prefiero morir antes que envejecer.
Fabián Casas (Boedo,Buenos Aires, Argentina, 1965)
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