Lo que ya no existe: plantas acogedoras, guarida para la desmesura de lo que nunca iba
a morir.
Lo que existe: otras plantas con misión idéntica. El largo pacto de la especie: se planta
para otro.
Lo que ya no existe: el arrebato de los hermanos, juegos, peleas, adivinanzas, para que
todo creciera entre nosotros.
Lo que existe: nuevo bullicio, azuzado por el mismo impulso, como si supiera, también
él, que su esplendor está hecho de pequeños sobresaltos.
Lo que ya no existe: un dibujo en la pared que la humedad del cantero se encargó de
mejorar.
Lo que existe: la humedad del cantero mejorando otros dibujos.
El largo pacto de la especie sirve de explicación,
no de consuelo: la muerte (que sucede de a poco)
sigue afligiendo a pesar de su frecuencia;
y sin embargo, si existiera la resurrección,
¿quién quisiera resucitar sin condiciones?
Lo que existe, lo que ya no existe:
dos formas de contar los que nos pasa.
Atributos de un remoto cuidado
que provocan una desolación de la fisiología;
porque ese patio existe,
lo que ya no existe soy yo.
Santiago Sylvester (Argentina, Salta, 1942)
No hay comentarios:
Publicar un comentario