Mi madre corría en el Tigre junto a los ríos,
ya conmigo grávida en primavera, y apenas
se inclinaba el tiempo en las silenciosas arenas
de un reloj oculto entre los presagios sombríos.
Pero iba cantando alrededor mío entre flores,
y su cuerpo joven me traslucía el paisaje
naciente de América, el resplandor del follaje
con álamos verdes, y los primeros colores.
Y el barco mortal que ella desplegaba ante el viento
flotaba en la pálida luz rosada del día
sobre el horizonte. Y entre sus rayos subía
el dios de aurora y entraba ya hasta mi aliento.
Mi madre aceptaba esa luz y estaba a mi lado,
durmiéndose espléndida como el aire ascendente.
"El después iría por la neblina". ¡Oh ausente
señora con nubes y con el rostro asombrado!
(Los Hermosos días)
J.R. Wilcock (Argentina, Bs.As., 1919- Italia, Lubriano, 1978)
IMAGEN: Delta del Tigre, Buenos Aires,
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